Las razones por las que Rusia lanzaría una bomba nuclear en caso de derrota: «Escalar para desescalar»
La Unión Soviética, cuya doctrina ha heredado Rusia, desarrolló su estrategia como reacción a la política nuclear de los EE.UU.
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Se estima que Rusia tiene una reserva de aproximadamente 4.477 ojivas nucleares asignadas para su uso en lanzadores estratégicos de largo alcance y fuerzas nucleares tácticas de corto alcance, lo que supone una disminución respecto a hace unas décadas, pero sigue convirtiendo al país presidido por Vladímir Putin en la mayor potencia nuclear del mundo, al menos en cantidad. Sin embargo, el peligro no es tener las bombas, sino el uso que se pueda hacer de estas armas en caso de que Moscú se sienta amenazado, lo que los teóricos rusos designan como «escalar para desescalar».
Ningún país ha usado armas nucleares con carácter ofensivo más allá de las bombas que Estados Unidos arrojó con Japón a finales de la Segunda Guerra Mundial.
Con motivo de la invasión de Ucrania, la propaganda rusa y las declaraciones de ciertos políticos han sembrado el miedo a que la nación presidida por Putin pueda recurrir a su arsenal nuclear si ve la guerra perdida o sus fronteras directamente amenazadas. Pero, ¿cómo ha funcionado tradicionalmente el protocolo del Kremlin al respecto de estas armas?
En 2020, el presidente ruso Vladímir Putin aprobó una nueva doctrina de disuasión nuclear con supuesto carácter defensivo. Este protocolo dejó la decisión sobre el empleo de estas armas en manos del presidente y planteó una serie de condiciones para su uso relacionadas en primera instancia con una amenaza de armas convencionales por parte de la OTAN contra «la existencia misma del Estado». Además, Rusia recurriría a armas atómicas en caso de recibir información fidedigna sobre el lanzamiento de un misil balístico contra territorio de Rusia o sus aliados. Es decir, ojo por ojo.
+ infoLa doctrina soviética
La Unión Soviética, cuya doctrina ha heredado Rusia, desarrolló su estrategia nuclear como reacción a la política de los EE.UU., que fue el primer país en contar con esta tecnología. Valiéndose de su ventaja, los estadounidenses planificaron atacar de forma masiva, vía aérea, a los soviéticos con el objetivo de destruir el 70% de la industria soviética (el 30% restante caería sobre la población civil) y descabezar sus estructuras en caso de conflicto bélico. No obstante, los soviéticos desarrollaron la bomba nuclear solo cuatro años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial y plantearon una estrategia de respuesta igual de masiva.
La carrera armamentística siguió en paralelo al desarrollo de las estrategias y tácticas de ambas potencias. Con el conocimiento obtenido de las primeras explosiones atómicas, los físicos norteamericanos idearon una nueva clase de arma nuclear basada en la fusión de isótopos del hidrógeno. La primera bomba de este tipo fue detonada en Eniwetok (las Islas Marshall) el 1 de noviembre de 1952. «Ivy Mike» alcanzó una temperatura en su epicentro tan caliente como el núcleo del Sol, por unas fracciones de segundo, y la onda de choque generada por la explosión dio tres veces la vuelta alrededor de la Tierra.
En 1955, la Unión Soviética preparó un ensayo nuclear con la intención de demostrar al mundo que contaban con la misma, sino mayor, capacidad de destrucción que EE.UU. Aunque la Unión Soviética había esperado hasta el 22 de noviembre de 1955 para probar su bomba H basada en el denominado diseño Sloika, lo cierto es que ya por entonces sabía que su obra era plenamente operativa. Se trataba así más de un alarde propagandístico que de pruebas científicas. Finalmente, la prueba tuvo éxito y evidenció que la URSS estaba al mismo nivel que sus enemigos.
+ infoLa URSS creía que en una estrategia de represalia masiva entre ambas naciones ellos podrían sobrevivir a un intercambio de bombas debido a su mayor capacidad de soportar los golpes. Su estrategia se basaba en un uso masivo repentino y sin escalada progresiva de las armas nucleares, seguido de invasiones terrestres para acabar con los últimos focos enemigos, como respuesta a un ataque del enemigo o como un ataque preventivo.
A partir de los años sesenta, con la aparición de misiles balísticos intercontinentales (ICBM), que ofrecían una capacidad de respuesta rápida a un ataque, y de submarinos con capacidades para lanzarlos (SLBM), ambas superpotencias se garantizaron un 'second strike capability' (capacidad de lanzar un segundo golpe) en caso de un choque masivo. Ya no bastaba con golpear una vez al enemigo para dejarlo noqueado, sino que había que contraatacar hasta la destrucción total.
Operaciones limitadas
La Crisis de los Misiles de 1962 hizo que la administración Kennedy desarrollara una estrategia conocida como de las «opciones nucleares limitadas» o también llamada doctrina de la «respuesta flexible» como alternativa a una represalia masiva que, conforme las armas termonucleares habían ido perfeccionándose, garantizaba la muerte de toda la humanidad.
La «respuesta flexible», que también replicó la URSS, representaba acciones y respuestas graduales, movimientos y contestaciones, que en todos los casos mantenían omnipresente, pero de forma tácita, la amenaza del ataque o la respuesta nuclear. Se buscaba así ajustar los daños causados al enemigo para que se hicieran antieconómicos para el agresor. Esto eliminó por primera vez en varias décadas la sombra de un ataque nuclear total.
+ infoTras la desintegración de la URSS, que redujo la capacidad destructiva del antiguo ejército soviético, Rusia planteó estrategias marcadamente defensiva en lo respectivo a su poder nuclear que solo abandonó a partir de 1997, cuando empezó a modernizar sus sistemas de lanzamiento de misiles balísticos. Los teóricos rusos fueron desarrollando en esa década un nuevo concepto, también de uso limitado, conocido como «el de escalar para desescalar».
Como explica Guillermo Pulido en su artículo 'Las cuatro olas de la estrategia nuclear rusa' (Revista Ejércitos), este concepto, todavía vigente, hace referencia a que «durante un enfrentamiento militar convencional que Rusia estuviera perdiendo contra OTAN, se haría usos limitados de armas nucleares, para que el miedo restableciera la situación y la guerra convencional terminara de manera abrupta para dar paso a conversaciones diplomáticas».
Escalar para desescalar
El empleo de las armas nucleares tendría seis peldaños en la escalada del conflicto, según el artículo de autoría rusa ‘Sobre el uso de las armas nucleares para desescalar las acciones de combate’ (Mayo de 1999) que definió esta teoría:
+ info-Demostración: detonación de un arma nuclear en alguna zona despoblada o un objetivo militar menor a modo de aviso.
-Intimidación-demostración: ataque nuclear contra infraestructuras críticas o una fuerza militar enemiga para dañar su capacidad operacional sin provocar grandes pérdidas humanas.
-Intimidación: ataques contra la masa de maniobra enemiga en el área de operaciones principal con el objeto de cambiar el equilibrio de fuerzas a favor del lado ruso.
-Intimidación-represalia: ataques contra distintos objetivos militares de manera selectiva, no solo en el área principal, para causar daños en las líneas logísticas y en los lugares de concentración de tropas.
-Represalia-intimidación: ataques dirigidos a lograr un cambio radical en el equilibrio militar.
-Represalia: ataques nucleares masivos por todo el teatro de guerra, tanto a objetivos militares como a económicos.
Siguiendo estas tesis, en su doctrina militar del año 2000 Rusia confirmó su nueva postura ofensiva y justificó ante la comunidad internacional que, frente a la necesidad de tener que realizar un primer uso de armas nucleares, estaría dispuesta a hacerlo «como una opción de último recurso». Si bien no adoptó de manera oficial las teorías de la ‘escalada para desescalar’, sí las aceptó de manera oficiosa y es hoy una idea extendida entre los mandos. Como recuerda Pulido en su artículo, el coronel general Solovtsov, mando de las fuerzas nucleares estratégicas, afirmó en 2008 que Rusia debe estar lista para ejecutar ‘acciones especiales’ para evitar la escalada de un conflicto que pueda amenazar a su seguridad.
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