La confesión más turbadora del siglo XX: «Yo inicié la Segunda Guerra Mundial»
No fue hasta 1958 cuando el antiguo oficial de las SS Alfred Naujocks contó en una entrevista que fue él quien ejecutó el atentado de falsa bandera en la radio de Gliwice que dio a Hitler la excusa para iniciar el conflicto más devastador de la historia
Intentan robar los restos mortales del oficial nazi Reinhard Heydrich, el «diseñador» del Holocausto

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Al periodista Comer Clarke le costó varios años localizar al ex oficial de las SS Alfred Naujocks. Lo encontró finalmente en 1958, sentado tranquilamente en una cervecería de Hamburgo, la ciudad en la que trabajaba como un modesto hombre de negocios desde que fue liberado en Dinamarca, ocho años antes, por el asesinato de combatientes de la resistencia danesa. La entrevista se publicó en la revista ‘Men’s’ con un titular bastante esclarecedor: ‘Yo inicié la Segunda Guerra Mundial’.
El 31 de agosto de 1939, Naujocks fue nada menos que el soldado que cometió el primer asesinato de la guerra, en una operación minuciosamente organizada por el director de la Gestapo, Reinhard Heydrich, tras la orden recibida de Hitler.
El dictador alemán no quería perder más tiempo, tenía que invadir Polonia cuanto antes y había llegado el momento, tal y como llevaba anunciando en sus discursos durante los últimos meses. La víctima: un desconocido agricultor polaco al que nuestro protagonista drogó, vistió con el uniforme del Ejército polaco, arrastró hasta una estación de radio en la frontera con Alemania y le pegó un tiro en la cabeza.
Lo más curioso de aquel oscuro y misterioso episodio es que los historiadores lo pasaron por alto durante dos décadas, a pesar de que tratado brevemente en los juicios de Núremberg. Es como si aquella primera víctima inocente del conflicto no hubiera existido. Ni siquiera la canciller alemana, Angela Merkel, hizo referencia a él en la reunión que mantuvo con los primeros ministros ruso y polaco en los actos del 70 aniversario del comienzo de la guerra. Algo difícil de entender, si tenemos en cuenta que aquel crimen fue la excusa usada por la Alemania nazi para comenzar la invasión de Polonia y sumir al mundo en el infierno.
Tampoco los descendientes de Franz Honiok, el agricultor asesinado, han querido hablar públicamente del hecho hasta hace relativamente poco. Su sobrino y único superviviente de la familia, Pawel Honiok, hizo el siguiente comentario a ‘The Telegraph’ en 2009: «Nadie ha querido hablar jamás de lo sucedido. Siempre ha sido un secreto. Los alemanes nos controlaron hasta 1945 y luego los rusos se hicieron cargo. Nadie tuvo el más mínimo interés en investigar la verdad sobre lo que había pasado al comienzo de la guerra. Incluso los miembros de mi familia tuvieron miedo de hablar cuando eran niños, por lo que pasaron muchos años antes de que comenzáramos a escuchar algo sobre ese suceso».
+ infoLa reunión de Heydrich
Pawel Honiok, sin embargo, se equivocaba. Muchos años antes, aunque pasara desapercibida para casi todo el mundo ante los espeluznantes crímenes cometidos por los nazis, la revista ‘Men’s’ publicó la citada entrevista con Naujocks, al que podemos considerar una de las figuras más importantes de aquellos primeros instantes de las guerra. Tal y como reconoció el ex oficial de las SS, decidió hablar de ello porque ya había cumplido su pena y estaba convencido de que nada podía pasarle: «Sí, yo lo empecé todo. No creo que nadie se preocupe por mí ahora», reconoció, justo antes de revelar los detalles de aquellas reuniones en las que se organizó el atentado de falsa bandera en la estación de Radio Breslau, en Gliwice, ciudad alemana pegada a la frontera con Polonia.
El lugar había sido escogido a conciencia, con el pretexto del conflicto diplomático que el líder nazi mantenía desde hacía años con el Gobierno polaco a consecuencia de unas reclamaciones territoriales sobre Danzig que le contábamos en ABC hace unos días. La acción fue obra de un comando de las SS formado por Heydrich dentro de la llamada Operación Himmler, que sería dirigido por Naujocks. Este, que murió en Hamburgo ocho años después de la entrevista, reveló cómo en julio de 1939 por el jefe de la Gestapo en su despacho de Berlín.
Al llegar, según las palabras de Naujocks, este le dijo: «Dentro de un mes estaremos en guerra con Polonia. El Führer está decidido. Primero, sin embargo, tenemos que tener algo por lo que ir a la guerra. Hemos organizado incidentes en Danzig, a lo largo de la frontera de Prusia Oriental con Polonia y a lo largo de la frontera alemana, pero antes tiene que suceder algo grande y obvio». A continuación describió cómo Heydrich se acercó a un mapa de Europa y señaló Gliwice. «Aquí es donde entras tú. La idea es que irrumpas con seis hombres en la estación de radio, noquees al personal y transmitas un discurso en polaco y alemán criticando a Alemania y al Führer y anunciando la intención de Polonia de conquistar los territorios en disputa».
Para que Hitler pudiera culpar a Polonia de aquel falso crimen, Heydrich incluso le indicó a Naujocks cómo tendría que dejar el cuerpo, vestido con el uniforme polaco, en los escalones de la entrada de la emisora. Se trataba de una operación de alto secreto que recibió el nombre en clave de ‘Grossmutter gestorben' (la abuela murió). El último miembro del equipo de las SS que participó en el atentado de falsa bandera de Gliwice murió en 2017 sin hablar sobre lo que ocurrió aquella tarde del 31 de agosto de 1939, por lo que la entrevista publicada en la revista ‘Man’s’ en 1958 es el único el testimonio directo que ha quedado.
+ info«Se ha agotado nuestra paciencia»
Naujocks y sus soldados llegaron a la radio muy bien armados y vestidos de civiles a las 20.00 horas. Tal y como habían planeado, redujeron a tres empleados y a un policía para leer después en polaco una violenta proclama contra Hitler y el Tercer Reich. Para hacerlo más creíble, iban disfrazados con patillas y bigotes al estilo polaco, para que no se les asociara con el comando nazi al que pertenecían. En ese momento se estaba emitiendo un programa en directo, que cortaron de golpe, disparando al aire y dando gritos «¡Atención! Esto es Gliwice. La emisora está ahora en manos polacas».
Para dramatizar aún más la escena, los miembros de la SS llevaron allí al agricultor local, católico y con un marcado pasado nacionalista. Lo habían detenido el día anterior y arrastrado a la fuerza hasta la emisora. Antes de ejecutarlo, siguieron las instrucciones de Heydrich y le vistieron con el uniforme del Ejército polaco que los nazis habían robado previamente. Toda la operación duró apenas 15 minutos, aunque un fallo técnico hizo que solo se llegaran a emitir nueve palabras del supuesto discurso rebelde. Entre ellas, ni siquiera estaban las del anuncio de la supuesta invasión, pero las restantes fueron suficientes para que Hitler tuviera su pretexto.
Cuenta el historiador Michael Burleigh en ‘El Tercer Reich: Una nueva historia’, que para producir el efecto esperado en la población añadieron un muerto más a la escena. Se cree que este fue un preso sacado directamente de un campo de concentración al que asesinaron allí y del que nunca trascendió el nombre. Tan solo un cuarto de hora después de que Naujocks huyera del escenario del crimen, las radios alemanas ya estaban informando de lo sucedido.
«Esta violación del territorio alemán por parte de estos gamberros del ejército polaco ha agotado, finalmente, nuestra paciencia», declaró Hitler en el Reichstag al día siguiente… y comenzó la debale.
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