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A. López Andrada: «He podido hacer la novela que yo siempre había querido leer»

Amor, intriga, romanticismo, elementos de realismo mágico y paranormales, y cine; mucho cine. «Los ojos de Natalie Wood», la última novela del autor del Valle de Los Pedroches

Día 10/04/2012 - 09.36h
A. López Andrada «He podido hacer la novela que yo siempre había querido leer»
VALERIO MERINO

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Como un moderno alquimista, Alejandro López Andrada ha sabido confeccionar con ingredientes dispares y muy de su gusto la novela que a él siempre le hubiera gustado leer: «Los ojos de Natalie Wood».

—¿Qué tiene usted entre manos con esa estupenda actriz?

—Ella es un poco el símbolo de la novela. Tampoco es el leitmotiv, pero sí uno de los elementos que mueve la novela. Surge de un encuentro que tuve hace ya casi 50 años, cuando tenía siete u ocho años, en una heladería de mi pueblo, Villanueva del Duque, que me la encontré en un banderín del cine que había en Puertollano y me deslumbró por sus ojos y fue una cosa maravillosa. Esa parte es real, al igual que el pueblo del protagonista, Minas de Diógenes, que existe a través de un portal de Internet y que está cobrando forma virtual a través de los recuerdos de antiguos mineros que vivieron allí.

—¿Y qué simboliza ella?

—Bueno, la novela es muy romántica y es también un homenaje a Bécquer y a sus leyendas, concretamente a «Rayo de luna». El protagonista se mueve por la imagen de los ojos de Natalie Wood, que para él es como un rayo de luna, inalcanzable, un amor platónico.

—¿Cómo se debe de enfrentar el lector a este nuevo trabajo?

—Aunque tiene que ver con todo lo anterior, es también algo muy distinto. Hay más diálogos, el ritmo es mucho más ágil, mientras que las anteriores novelas eran más lentas. El lector se va a encontrar con una historia tórrida de amor, también hay humor, romanticismo, erotismo, hay toques de Poe... Tiene muchos más ingredientes que en las anteriores novelas.

—¿Supone entonces un giro real sobre la obra anterior?

—Sí. Es como un «thriller» de cine, porque está plasmada en secuencias cinematográficas y, además, aparece desde el inicio el mundo del cine con Natalie y Claudia Cardinale. Y es a la vez una novela de intriga y de misterio, en la que hay un secreto que imanta la novela desde el principio y que te engancha a ella hasta el final.

—¿La definiría como una novela típica al uso?

—La verdad es que va a contracorriente. Es muy personal y genuina, porque no tiene nada que ver con las modas. Ni es histórica ni negra. Es, de hecho, la novela que yo siempre quise leer. Pienso que es profundamente original y no tiene nada que ver con lo que se hace actualmente en este país, dando la espalda a las modas, que es lo que siempre me ha gustado hacer y que he conseguido en éste, que lo empecé a escribir en 2006, más que en otros de mis libros.

—Parece que el trabajo es todo ejercicio de manipulación del tiempo...

—Es que la historia es una paradoja. Aparte del misterio, tiene mucho de paranormal y está relacionada con la narrativa de Stephen King, al estilo de «La milla verde» o «El resplandor», porque el protagonista sufre un accidente de joven y, aunque pierde su memoria de la infancia, es capaz de recordar el futuro y sabe lo que le va a ocurrir a él y a la gente que tiene alrededor, y eso es un sufrimiento. Eso también añade una buena dosis de intriga a la novela.

—Parece haber plasmado en su novela aquel encuentro un tanto sobrenatural que le aconteció junto a su hija hace un par de años.

—Sí tiene que ver un poco, pero no es sólo eso. Tiene cuestiones paranormales. Pero no deja de lado la realidad, trata sobre la vida y la muerte, el bien y el mal... Me gusta jugar un poco con la idea de lo paranormal en el sentido de que el protagonista no sabe si la aparición sobrenatural que se encuentra es un ángel o un diablo. Tiene que ver mucho con el cine fantástico también y con la novela gótica.

—Por lo que comenta, es una novela muy cinematográfica.

—Sería más fácil de adaptar que «El libro de las aguas», porque cuando la escribí, veía los planos como si yo tuviera una cámara filmando una película. De hecho, en algunos escenarios de la novela parece como si un voyeur estuviera captando una realidad, y hasta el protagonista actúa como tal al ver a su padre haciendo algo tremendo y descomunal para él.

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