«Concisión y rapidez»

LOS minicuentos brotan en todo el mundo y ensanchan la literatura a través de la experimentación. Son piezas escurridizas llenas de ingenio. Ricardo Reques es uno de los mejores exponentes de este arte que promete la máxima intensidad en la mínima extensión.

—¿Qué es el microrrelato?

—Un cuento que se resuelve en muy pocas líneas. Debe ser un texto narrativo y de ficción que parta de una situación inicial, modificada por un incidente y que concluya con un final sorpresivo o abierto. El título también juega un papel importante en ellos ya que, en ocasiones, contiene la clave para entenderlos.

—¿Puede poner algún ejemplo?

—Con sólo siete palabras, el escritor Augusto Monterroso es capaz de contarnos una historia intrigante. Su microrrelato se llama «El Dinosaurio»: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Eso es todo. Los microrrelatos, por su brevedad, esconden muchos secretos que sólo son desvelados parcialmente y la intuición del lector juega siempre un papel importante. Esta clase de textos cortos suelen estimular la fantasía.

—¿El lector debe completar lo que le sugiere el cuento?

—Hay otro de Hemingway con más fuerza y mucho más contundente, dice así: «En venta, zapatos de bebé, sin usar». Apenas unas palabras que te golpean para abrir paso a la imaginación.

—¿Cómo empezó su interés por los microrrelatos?

—Los primeros que hice surgieron a raíz de una exposición de fotografías. De cada una de las fotos escribí una muy breve historia que me inspiraba. No conocía entonces la teoría del microcuento. Posteriormente indagué más y algunos de mis relatos hiperbreves fueron seleccionados para una antología publicada en la editorial Tusquets.

—¿No constituyen sólo un chispazo de ingenio?

—Para hacer un buen microcuento se requiere una buena dosis de ingenio en el arranque pero también y, sobre todo, para el remate final. Es necesario trabajarlos, elaborarlos y pulirlos hasta dejarlos lo más perfectos posible.

—¿Cuál es la mayor dificultad?

—Una vez que ya tienes perfilada la historia lo más complicado es buscar las palabras precisas, intentar que no sobre ni falte ninguna. La concisión y la rapidez son dos elementos clave.

—Serán entonces muy apropiados para estos tiempos de prisas.

—Sin duda. El cuento corto resulta ideal para leer en los escasos ratos libres del día, en el autobús o en el metro mientras vamos o volvemos del trabajo. No sé si será por eso o por el interés de algunas editoriales pero el cuento, desde hace unos quince años, está en auge en nuestro país.

—¿Cómo reacciona ante quienes lo consideran demasiado sencillo?

—La sencillez es siempre relativa y, al igual que la propia brevedad, engañosa. A menudo esconden pensamientos complejos e historias completas.

—Y a la hora de escribir una novela larga ¿lo pasa mal?

—La mayor exigencia es tener que dedicar todos los días un tiempo a escribir. Si no lo haces así es fácil que haya cambios de ritmo o incluso de estilo.

—¿Nos podría contar un microcuento?

—«Antes de caer pude ver cómo mis sueños se escapaban rápidamente por los pasillos del metro».