Córdoba

Córdoba / DIRECTORA DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE CÓRDOBA

Dolores Baena: «La arqueología da más preguntas que respuestas»

Al centro que dirige llegan cada semana decenas de piezas de ese gran puzzle que es la formidable historia de Córdoba. Su responsabilidad, por tanto, no es cualquier cosa para una ciudad inigualable

Día 03/04/2012 - 14.27h
Dolores Baena: «La arqueología da más preguntas que respuestas»
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Dolores Baena

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Gobierna un imperio de cien mil piedras. Un universo de cien mil mensajes cifrados que nos dan la clave de nuestro pasado. María Dolores Baena cumple este año una década al frente del Museo Arqueológico de Córdoba, uno de los más deslumbrantes de Europa. No en vano, esta milenaria ciudad está asentada sobre un colosal yacimiento histórico. Debajo de nuestros pies habitan los enigmas esenciales de nuestra civilización. Y esta investigadora experimentada capitanea un equipo de 47 personas que descifran incansablemente los secretos de nuestra historia.

—¿La arqueología le ha dado muchas respuestas?

—La arqueología te da más preguntas que respuestas.

—¿Qué preguntas?

—Me ha interesado el urbanismo, la estructura de la ciudad. Y el estudio de la Córdoba romana e islámica nos da una fuente de conocimiento para saber por qué la ciudad es de una determinada manera, por qué vivimos en ciertos barrios, por qué existen formas de vida singulares como las casas patio o por qué la expansión es hacia un sitio y no hacia otro.

María Dolores Baena Alcántara es titular de un expediente científico de veintitantas páginas. Una cascada de ponencias, líneas de investigación, proyectos, seminarios, cursos y no sé sabe cuantos méritos más que sostienen su ya dilatada carrera profesional. Empezó reclinándose por el piso, como cualquier arqueólogo del ramo, removiendo tierra baldía y rastreando señales del subsuelo. Por ahí, tiene en su haber decenas de excavaciones en puntos clave de la geografía urbana de Córdoba. Hasta que en 1990 se incorporó como conservadora al Museo Arqueológico, el santuario fundamental del oficio. Su vocación por el pasado arranca, no obstante, mucho antes de ingresar en la Universidad.

—¿Por qué la historia antigua?

—Hay muchas cosas de nuestra vida que vienen de esa época. Ahí está la base de nuestra cultura, de nuestra civilización. Y podemos conocernos a nosotros mismos conociendo a fondo el pasado.

Justo este mes se cumple un año desde que se inauguró la ampliación del Museo Arqueológico. El nuevo edificio, anexo al anterior, respira el estilo de la arquitectura funcional contemporánea y dota al centro de una más actualizada dimensión museística. María Dolores Baena nos espera en su despacho, una luminosa estancia con espléndido balcón a la plaza de Jerónimo Páez, antigua Plaza de los Paraísos, y nos muestra amablemente todo el museo, incluidos los imponentes restos del Teatro Romano que casi dos milenios atrás se alzaba bajo nuestros pies.

—Los pueblos que pierden su memoria, ¿qué pierden?

—Como dice la conocida frase: están condenados a repetir la historia. Estamos obligados a estudiar la historia para conocer el presente y trabajar por un futuro mejor. Ahora estamos en una crisis económica muy fuerte, pero ha habido otras a lo largo de la historia, como la que hubo durante el Bajo Imperio Romano. Podemos aprender.

—¿Quiere decir eso que caminamos hacia el ocaso?

—En absoluto. Nuestra civilización viene de hace de más de dos mil años y está en continua evolución. A los historiadores nos interesan más las crisis porque son más fructíferas para aprender de los errores.

—¿Córdoba tiene buena memoria?

—Cada vez más. No sólo en arqueología sino en patrimonio en general. En mantener sus formas de vida y sus costumbres.

—¿Qué enigmas quedan por desenterrar?

—La arqueología siempre nos sorprende. No sólo quedan muchas cosas por descubrir sino la revisión que se hace de todo lo que conocemos. La arqueología no es una ciencia estática. Cada época va revisando los conocimientos anteriores y va corrigiendo las teorías.

Desiderio Vaquerizo dijo a propósito de los numerosos yacimientos arqueológicos expoliados en Córdoba: «Seremos terriblemente juzgados».

—Córdoba, como cualquier otra ciudad, será juzgada por lo que le corresponda. Aquí ha habido episodios malos de expolio y destrucción. Las palabras del profesor Vaquerizo van encaminadas a subrayar que, debido a la gran riqueza arqueológica de esta ciudad, esa destrucción ha sido mayor. Un ejemplo lo tenemos claro en Cercadilla.

—¿Qué expolio le ha dolido más?

—Todos. Es difícil de elegir. Cualquier pequeño elemento que nos sirve para la investigación nos duele. Nos duele la continua mala utilización de detectores de metales. El expolio de los yacimientos, la fuga del patrimonio de todos. Pero cada vez se combate más. Estamos progresando. Existe mucha normativa de protección. La mentalidad ciudadana es distinta.

—¿Qué dirán los arqueólogos del futuro de nosotros?

—No tengo ni idea. El estudio depende de la mentalidad de cada época. Del punto de vista de quien mire. Los historiadores vemos una parte y la interpretamos. Pero todo es revisable. Y los campos de interpretación se van ampliando. Ahora, por ejemplo, estamos estudiando la arqueología de género.

—¿Córdoba vive cautiva de su esplendoroso pasado?

—Yo creo que no. Pero el pasado hay que mirarlo de forma contemporánea y explotarlo de manera sostenible. Tenemos que ponerlo en valor e intentar que sea cada vez más una fuente de riqueza. Ahora, en Córdoba, no hay otros sectores productivos.

—¿Quien mira al pasado olvida el futuro?

—Construye el futuro mejor.

—¿Los restos arqueológicos son un palo en la rueda en el progreso inmobiliario?

—Si el concepto económico es de la productividad inmediata y no una inversión sostenible de futuro puede entenderse así. Nosotros no lo entendemos así. Los restos son un bien añadido de esta ciudad que hay que rentabilizar desde un punto de vista estratégico de futuro.

—¿En nuestro ADN hay más Roma o más Califato?

—Hay de todo. Somos una mezcla. El ADN se va conformando con todos los elementos de nuestra historia.

—¿De qué morirá nuestra civilización?

—Eso lo sabrán los adivinos. Nuestra perspectiva es que esos dos mil años de civilización son apenas un suspiro en la historia del hombre.

—¿Qué salvará al ser humano?

—Se salva día a día en intentar ser cada vez más humano, más justo, más sostenible, más preocupado por cuidar nuestro planeta.

—Por cierto, ¿sueña con los recortes?

—No especialmente. Hemos trabajado en otras épocas de recortes o con más inversiones. El equipo tiene capacidad para inventar y adaptarse. A nadie le gustan los recortes, pero cuando uno mira alrededor y ve la situación de la sociedad tenemos que adaptarnos.

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