La ilusión se viste con la austeridad que marca el momento. Los miles de cordobeses que ayer vieron la Cabalgata de Reyes en alguno de sus puntos pudieron comprobar que la crisis azota hasta la imaginación y los sueños. La idea del Ayuntamiento para esta Cabalgata era devolver el desfile real a su origen y lo ha conseguido. «Si la Cabalgata debe ser la prolongación de un sentir religioso, como tal, debe ser austera, al menos eso es lo que marcan las Sagradas Escrituras», señaló María Pérez. Pero quizás ese deseo del Consistorio de volver a las raíces, unido a la crisis, ha motivado que el resultado final sea para muchos cordobeses no sea el más acertado, afirmó Ana, que junto a sus cuñados veía el desfile con decepción.
Para la mayoría del público la escasez de caramelos fue llamativa y las 90.000 chocolatinas prometidas se convirtieron en algunos puntos del desfile en las «golosinas fantasmas, es que no se ven ni volar», exclamó Sandra, quien aseguró que «antes del Puente de San Rafael no han tirado ninguna golosina».
Otro de los aspectos más criticados fue la falta de fluidez en el paso de las carrozas, lo que muchos tacharon de falta de organización y de dar «un paso atrás», puesto que el «pasado año el desfile iba más fluido». El inconveniente para los padres es que «a los niños, entre carroza y carroza, les da tiempo a dormirse o a querer ir al servicio varias veces», apuntó Juan Manuel Martínez, que gracias a sus dos gemelos aseguró que iba «a tener que hacer horas extras en el bar de enfrente». La novedad del desfile, las carrozas bíblicas, pasaron «sin pena ni gloria». A los niños «eso les da igual, no se fijan», señaló Magdalena Gavilán, junto a su hija Paula.
Pero no todo fueron quejas, en la Cabalgata de este año se pudo respirar el buen ambiente, la ilusión de los niños por ver a su Rey Mago favorito y el deseo de pequeños y mayores por llenar bolsas de caramelos a toda costa. Hubo paraguas, empujones y gritos a los pajes y a los Reyes para que tiraran con más energía y abundancia los caramelos y las bolsas de golosinas. Hubo pisotones, caramelazos, pero también risas y entusiasmo por parte de los más pequeños.
El desfile comenzó con la Sección Montada de la Policía Local, seguida por la Banda Musical de la Hermandad Cristo del Amor. Tras este preámbulo comenzaron a desfilar las carrozas con motivos infantiles, muy discutidas el año pasado y que en esta ocasión fueron recibidas con agrado. Bob Esponja, Tío Gilito y Los Pitufos despertaron entre los asistentes «al niño que todos llevamos dentro» porque «son personajes de ayer, de hoy y de siempre», apuntó Amalia Fernández. Otro de los personajes que causó mayor sorpresa entre los mayores fue Ronald McDonald. Y es que «descubrirlo justo antes de las carrozas bíblicas choca un poco», apuntó un grupo de jóvenes a su paso por el Paseo de la Victoria. Tras el paso de McDonald, algunas personas empezaron a dudar sobre si había Reyes este año, y es que «con este paso lento que llevan las carrozas una comienza a dudar», dijo Clara Molina.
Tras los motivos infantiles, comenzaron a llegar los bíblicos. La Anunciación, la Visitación, los Pastores, El Portal de Belén y La Estrella. Las únicas carrozas identificadas por el gran público fueron «la Anunciación, por el Ángel; los Pastores y la Estrella, por las luces», apuntó Magdalena Gavilán. Cerca de esta cordobesa, María Luisa Llamas y Antonia Gil, algo más puestas en religión, lograron indentificar también el Portal de Belén, pero erraron en la Visitación, que confundieron, por aquello del pozo, con el momento bíblico de la samaritana.
«Es lógico que la crisis haya hecho que el desfile sea más pobre, pero las carrozas son demasiado austeras, hecho en falta más imaginación», manifestó Rafael Moreno, quien reconoció que las carrozas adquiridas por el Ayuntamiento, las bíblicas, son «cuanto menos sobrias y muy pequeñas». Lo que sí destacaron los cordobeses fue la labor realizada por las bandas de las hermandades de Cristo del Amor, de La Merced, de La Fuensanta y de La Estrella que, ataviadas para la ocasión, desplegaron sus mejores melodías en villancicos y canciones.
Sus Majestades fueron los últimos en desfilar. Melchor, que una vez subsanado el error en el color de su barba, fue encarnado por Francisco Rodríguez, Gaspar, por Kisko García, y Baltasar, por Manuel Carmona. Las carrozas de los tres Reyes Magos fueron las que mejor acogida tuvieron por padres y niños, sobre todo porque el despliegue de caramelos de Sus Majestades fue considerablemente más abundante que el del resto.
A su paso todos recibían gritos de niños pidiéndoles cosas: «¡Una bicicleta!, ¡quiero una bicicleta!», gritó mil veces Juan, de 5 años. Menos mal que este tipo de regalos se los guardaron para que los zapatos de los pequeños estuvieran hoy llenos. Lo que sí tiraron fueron guantes, dianas, cepillos de dientes, collares, calendarios, bolígrafos que se convertían en pulseras, llaveros y pequeñas maquetas, que fueron recibidos con los brazos abiertos por los más pequeños.
CÓRDOBA