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ABC Y SUS LECTORES

Día 19/06/2011

Indignación

muy personal

D A José María Carrascal se dirige JUAN IGNACIO MORENO. «Le leo cada día que escribe su columna de ABC —asegura este lector de Madrid— y, en general, coincido con su punto de vista. Estamos en un país de locos, gobernado por crápulas. Últimamente sólo se habla de la crisis, de los indignados, de las corrupciones, etcétera. En las tertulias de radio y TV, a todo el mundo se le llena la boca con la idea de que se necesita reactivar la economía, crear empleos, dar facilidades a los emprendedores. A mí ya me valdría con que no me perjudiquen. En Estados Unidos, como bien sabe usted, es muy sencillo y rápido abrir una empresa. Aquí es un auténtico tormento. Estoy más quemado que la pipa de un indio, y eso que, según se presume, la Comunidad de Madrid es la más dinámica (¡cómo serán las demás!). Pues bien, llevo cuatro meses y 10.000 euros gastados y todavía no he podido abrir una empresa que debería crear tres puestos de trabajo. No mucho, pero gota a gota se llena el vaso. He necesitado tres semanas para solicitar el nombre de la empresa. Cada vez que rechazan el nombre propuesto, hay que volver a ir, volver hacer todo el papeleo y esperar a que te contesten en una semana. Una semana en el notario para la constitución sociedad y poderes. Tres semanas, nuevamente para registrar la sociedad y que te devuelvan la documentación sellada. Una semana para que el banco te abra la cuenta (necesitan copia de la constitución, registro…). Tres semanas para obtener el nombre comercial. Registro de patentes y marcas. Otro tramite más. Una semana para recopilar toda la información que requiere el Ayuntamiento de Madrid para abrir un local comercial. Tres semanas en cumplir los requisitos del Ayuntamiento —normativa de accesibilidad, iluminación, acondicionamiento, etcétera—, todo a través de empresas “colaboradoras”, por las que es obligatorio pasar y pagar. Ahora toca hacer la obras del local comercial, colocar el mobiliario y pasar la inspección municipal. Si todo esto va

bien, en dos o tres meses estaré operativo, todo un récord para abrir una empresa nueva: voy a necesitar seis o siete meses. Ah, y eso que dicen de que hay ayudas, es mentira: me he recorrido todas las dependencias municipales, autonómicas, la Cámara de Comercio, y nada de nada. Al final voy a poner yo los 120.000 euros que cuesta poner en marcha el negocio (hipotecando mis bienes) y disponer de tesorería suficiente para poder hacer frente al IVA soportado y que no puedo repercutir... Encima estoy prestando dinero a Hacienda, y sin haber empezado a vender. Esto sí que es indignante. Eso es lo mas triste».

Merecido homenaje

Para incidir en el homenaje a un fallecido, se dirige a ABC JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ CUEVAS, ex director general de Tráfico. «La semana pasada —nos cuenta en su carta— apareció la esquela de don Fernando Alonso-Martínez y Saumell, coronel de Artillería y de Estado Mayor. Conocí al señor Alonso-Martínez en 1978, a raíz de mi incorporación como director general de la Jefatura Central de Tráfico, de la que fue uno de sus fundadores y en la que se ocupaba de todo lo relacionado con la seguridad vial, campo en el que era uno de los mayores expertos de España, si no el primero. Yo pude valorar su competencia y conocimiento de la materia cuando, en 1979, en una visita, acompañado de él, al Instituto de Investigación del Transporte, en Londres, seguramente el más prestigioso de Europa, comprobé la soltura con que se manejaba entre aquellos excelentes profesionales y el respeto con que éstos le trataban, producto de muchos años de relación profesional. Aquella visita nos sirvió para perfilar definitivamente el primer Plan Nacional de Seguridad Vial, que entró en vigor en 1979, del que fueron autores el propio Fernando Alonso-Martínez, José María Altozano y José Luis Pedragosa, estos dos últimos, funcionarios de la escala técnica de Tráfico. De ellos puede afirmarse, sin lugar a dudas, que son los padres de la seguridad vial en España y “responsables” de que, durante los años 1979, 1980, 1981 y 1982, el número de fallecidos en accidente de circulación quebrara, por primera vez, su tendencia ascendente e iniciara un descenso paulatino anual, pese a que por entonces se elevó el límite de velocidad en autopistas de 100 a 120 km/h. Con estas líneas sólo pretendo rendir homenaje a un español insigne, funcionario de gran competencia y entrega, que, calladamente, entregó su existencia a la consecución de una mayor seguridad vial en España. Descanse en paz».

Desengaño

Desde Cádiz, RAFAEL ARIAS ANGLÉSse refiere a «una carta firmada por Marisa Pérez, de Madrid, bajo el título de “Situación crítica”». «Quisiera solidarizarme con esta persona, ya que he vivido una situación similar en la de mi hija, que pudo superar sólo a los pocos ahorros que conseguí en toda una vida de trabajo. Es increíble, pero cierto: a peor situación laboral y, en consecuencia, económica, también peor cobertura de la Seguridad Social. Quizá sea de las pocas personas que, cuando en la edad universitaria me sentí atraído por ideas de izquierda, me preocupé de formarme para aprender y distinguir entre derechas e izquierdas. Sé distinguir las tremendas diferencias que existen entre estos conceptos, tanto desde el punto de vista ideológico como desde los erróneos empleos de estos conceptos como calificativos. En un momento en el que la globalización ha creado un único modelo posible de política económica (ahí tenemos el ejemplo de China, último de los dinosaurios comunistas), casi todas las filosofías que impulsaron las ideas políticas están, como mínimo, cuestionadas.

El resultado ha sido que bajo siglas antagónicas se redacten o acepten leyes contradictorias con su inspiración política. La idea de que la izquierda es sinónimo de progreso y justicia social y la derecha de conservadurismo retroceso es tan falsa como la asimilación de estos conceptos a las siglas de un partido. Los políticos son la tercera causa de preocupación social ya que, ni ellos mismos, ven más allá de sus siglas e historia más reciente; cuando no un simple modus vivendi.

El día que los españoles alcancen una formación adecuada, dejaremos de votar con el hígado y lo haremos con el cerebro. Mientras tanto, solamente podemos compartir lágrimas».

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