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Columnas / VADE MECUM

Ir de monumentos

Día 22/04/2011

De repente, Semana Santa; y eso que este año Passover ha caído tardío. La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido nos recuerda un siempre vivo Machado desde su morada de Colliure. El tiempo casi veraniego llenó el domingo la anchurosa playa de la Malvarrosa y todos los chiringuitos olían a naranjos en flor y a paella. Azul de mar y viento de salitre por las esquinas de los arenales y las desembocaduras levantinas de las que aún parece que vayan a salir los niños desnudos de Sorolla para zambullirse en el agua. Y la tarde del Jueves Santo algunas personas seguirán con la sana costumbre de visitar los Siete Monumentos donde queda el Santísimo a buen recaudo alumbrado por velas de cera y purificado el ambiente con olor de incienso.

Quien no tenga esa pasión por los monumentos y la tradición, pero que sienta en su interior que algo pasa en estos días, puede irse al cine y le recomiendo siete películas, unas más laicas, otras más espirituales, apropiadas para este tiempo de recogimiento: Comenzaría desazonándome con «Cisne negro» y la inquietante belleza de la locura. Después iría a ver una sinfonía de vida y muerte —«De dioses y hombres»— para acabar apaciguando mi espíritu con «Ecnotrarás dragones». Luego volvería a la carga y, sucesivamente, vería «Más allá de la vida», «Cartas a Dios» y «La última cima». Y, por fin, ya en mi casa, con una copita de vino, como en la cena pascual, y un poco de pan, me deleitaría con «El Evangelio según San Mateo» de Passolini y la magistral interpretación de Jesucristo que hace Enrique Irarozqui, que creo que sigue viviendo en Cadaqués y al que conocí allá por los tardo sesenta en ese pueblo marinero que se eleva como una espadaña del azul del mar a la parda montaña.

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