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Antropología del disparate

Día 16/04/2011
Antropología del disparate
ABC 
Shirley McLaine

Las yemas de los dedos de Shirley McLaine tampoco han tenido mala vida. Al menos si piensas en que se han deslizado por Yves Montand o Robert Mitchum (ay, por su barbilla). Aunque no sé qué pinta tendrían los tres tipos que la actriz se benefició en un solo día cuando le dio por ser intelectual a lo Catherine Millet. Se lo ha contado a Oprah Winfrey al promocionar su último libro, «I’m Over All That» («Estoy por encima de todo eso»). Es una tercera fase vital y literaria después de haber estado por encima de sí misma y pendiente de un hilo de oro. Pese a la mitomanía, Shirley McLaine me cae gorda desde que le hizo un feo a Concha Velasco en su programa. Pero si Concha no se lo tiene en cuenta, yo tampoco. Además, sus loqueras místicas tienen gracia. Las de andar por casa, las de este libro, también. Sobre la gente que se repite («Cuando ni siquiera te importó lo que dijeron la primera vez»), sobre ser educada con los pesados («Si no paran de hablar, entro en trance y medito») o sobre envejecer («qué tranquilidad no tener ya que parecer mona o llevar una talla 36»). Pero también hay cosas de las que no pasa: la buena iluminación (Marlene Dietrich le enseñó los trucos) o la vida sobre el escenario («Es mejor que el sexo»). Sí, ¿pero qué es lo que más ha llamado la atención en la promoción? El sexo tres en uno. Es un triunfo similar al de la candidata menorquina y sus dos argumentos. Bueno, si la escuchas comprendes que es mejor que no hable. Hay gente partidaria de prohibir las tetas. Lo que habría que prohibir a algunas es abrir la boca. Al menos para hablar.

Frases de la señora: «La antropología ha demostrado que la cultura es una forma de vida legítima» o «en mi mano ostento la verdad». Quien la ostentaba en todo caso era el señor que sujetaba desde atrás el par de peras. Es verdad que con esto de la igualdad de oportunidades todos tenemos derecho a no tener ideas y, aun así, expresarlas (servidora). Pero si gastas ese par de argumentos es lógico dejarles que se manifiesten por sí mismos. ¿Por qué la inteligencia sí se puede exhibir y lo otro no? Ella misma, tras su minuto de popularidad cicciolinesco, ha dicho que cada persona es libre de manifestarse como quiera.

Hay muchos circos pero están en éste. En un cartel pre electoral, en las puertas del Parlament (con María Lapiedra también en top less) o en las puertas de la Audiencia Provincial de Cádiz, donde la gente tiene la oportunidad de participar a gritos e insultos en la tele que ve todos los días. Entre «Max Headroom» y un reality showreal. El público volverá a insultar cuando se reanude el juicio del «caso Campanario» (¿Karlos). Ahora España cierra por vacaciones (siempre nos quedará El Corte Inglés). Claro, que lo peor vendrá en 2012, cuando cierre todo. Del «drama de 2012» no pasa Shirley McLaine, porque la cabra tira al monte. Anda preocupada por el calendario maya, el fin del mundo y el magnetismo de los polos. Esto se acaba. Momento de tirar de una cita culta. Como Popper no me viene bien, recurriré a Miguel Rellán en «Amanece que no es poco»: «Creo que me voy a sacar la chorra».

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