En condiciones en las que no era posible ni siquiera dar por buenos los resultados de la primera vuelta, no era justificable haber celebrado la segunda ronda de la elección presidencial haitiana, puesto que habría añadido aún más problemas a su largísima lista de adversidades. Pero la suspensión sólo es la menos mala de todas las opciones y no constituye una solución. El hecho confirma —si fuera necesario— la incapacidad absoluta de este país para administrarse por su cuenta. La miseria crónica, luego el terremoto, el cólera y ahora el vacío institucional son demasiada carga para un país como Haití.
«La entrevista de Aznar ha sido un dedo en el ojo de Rajoy»
Carlos Herrera