Que Nigel Walker me produzca un disco». Es la carta de cientos de artistas españoles a los Reyes Magos.
-Pues en Facebook me encuentran, pero que no se confundan con otro Nigel Walker que juega al rugby. O que manden su grabación hasta el día 29 a Mad Sound Proyect, iniciativa de la Comunidad de Madrid, EMI Music y Caja Madrid para dar a los jóvenes la oportunidad de grabar en el mundo profesional, ahora tan difícil porque no hay dinero para artistas nuevos.
-¿Exactamente, qué busca?
-Un poco de talento y ganas para ser un día uno de los grandes. Muchas discográficas buscan tener su propio El Canto del Loco, pero nosotros no queremos eso, sino gente con personalidad propia a la que podamos ayudar a crecer. Algo nuevo y fresco.
-Después de tanto oído, ¿qué es nuevo y fresco?
-Artistas que no saben aún que son artistas; ni tocados ni entrenados. Veo la grabación de un chico con 15 años con la webcam de su casa, cantando sin música. ¿Lo hace bien? Pues ya está. Nosotros creemos en nuestra forma de entender la música y buscamos talentos para trabajar durante años. Alguien de 15 años cantando un tema mítico de Raphael puede ser más interesante que el propio Raphael.
-¿Qué pesa más en un disco, talento o técnica?
-Uhmmm. El tema es lo más importante. Un ejemplo: Sergio Dalma ha vendido en cuatro semanas 90.000 copias, y eso nadie lo hace. Son temas italianos típicos del principio de su carrera, cantados a su manera, y eso a la gente le gusta. Hace nueve meses sacó un disco con temas originales y no vendió nada. ¿Por qué? Los temas antiguos son mejores.
-¿Y por dónde van los gustos de la gente?
-Es triste, pero prefiere lo conocido, lo de antes.
-¿Lo de hoy es peor?
-En un sentido comercial, sí.
-Lady Gaga arrasa. ¿Dar el espectáculo es la clave?
-Ahí van las multinacionales: al «business». No solo es la música, es la gira, el directo, llenar un Palacio de Deportes con alguien vestido como un jamón. Cristina Aguilera es la mejor, pero no tiene éxito como ella; pero me gusta porque no ha perdido su esencia.
-¿Su mayor sorpresa?
-«Viaje de Copperpot», de La Oreja de Van Gogh. Su primer disco no me gustó mucho, pero una chica de Sony me animó a conocerlos, viajé a San Sebastián, estuve con los cinco en una pizzería; querían tocar ellos en esta grabación porque en la anterior el productor prefirió que fueran otros, y escuché los temas, mejores aún. Trabajamos y vendieron más de dos millones de copias. Son gente normal, superhumilde.
-Antes trabajó con Mick Jagger.
-Entré con 18 años en Air Studios, de George Martin, el productor de los Beatles. Llegué como chico de los cafés, pero aproveché la oportunidad de aprender durante diez años con el mejor. Y tuve suerte: Jagger buscaba gente para grabar. Y fue hacerlo con un dios. ¡Un tipo que el lunes por la mañana se transforma en puro ritmo! Una explosión de emociones. He trabajado con mil cantantes, y los hay que no transmiten y otros, los grandes, grandes, que... ¡estallan! ¿Por qué hay muchos españoles fans de Bob Dylan si no entienden ni palabra? Pues porque transmite algo.
-¿Qué tal le fue con McCartney?
-Trabajé con él cuando vivía su esposa Linda. Ella lo hacía todo más fácil: se interesaba por todos, sabía tu nombre... Y luego McCartney, que no quería que te sintieras inferior y te preguntaba qué opinabas. ¿Y qué iba a opinar yo de este dios? Fue un trabajo cómodo pero largo porque un disco con él dura años: viene un día y no viene seis. Alquilaba el estudio, pagaba por adelantado 3.000 euros al día y venía cuando quería. Nadie ha hecho con McCartney un disco entero.
-Muchos aspirantes al triunfo sueñan con usted, ¿y Nigel Walker con qué sueña?
-Seguir como estoy. Ya he cumplido mis sueños.
-Hombre, algo habrá pedido a los Reyes Magos.
-Salud para todos y que me dejen seguir siendo como soy: algunos, ¿sabe?, me quieren fuera de juego.