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Javier Pérez de Arévalo: «La visión romántica del faro acaba en cuanto vives en él»

Farero de la Mola (Formentera) durante doce años, evoca el azote de las tormentas: «Un rayo fue como un bombazo y reventó azulejos de la cocina»

Día 10/09/2010
El aura mítica del farero se diluye cuando a ustedes los denominan «técnicos en señales marítimas».
-Ya ni eso, también nos han vuelto a cambiar el nombre. Ahora somos «técnicos de sistemas de ayuda a la navegación». Más rimbombante, aún.
-¿Síntoma de que están en vías de extinción?
-Fareros sigue habiendo. Viviendo en faros, cada vez menos. Los que ya no vivimos en ellos hacemos labores de mantenimiento. Yo aquí en Mallorca, en la zona de Poniente.
-Pero su etapa épica fraguó en Formentera.
-Fui el farero de la Mola durante doce años. El último. Ahí está la visión romántica del que lo ve desde fuera, pero el romanticismo se acababa en cuanto traspasabas la puerta del faro. La vida era dura. Yo pensaba con envidia en esas casitas de los payeses de alrededor, con su chimenea. Y nosotros allí con techos de seis metros de altura, abovedados, viendo cómo el moho trepaba por las paredes. Luego están los temporales. ¡Los rayos son los grandes enemigos de los fareros, nos zurran de lo lindo!
-Y cuando se desencadena esa ira del cielo...
-Machaca todo. Un rayo entró en la cocina y por cinco minutos no me deja pegado al grifo, porque acababa de limpiar unos tomates. Reventó azulejos, fue un bombazo. ¡Y luego supe que un farero había muerto en la Mola por culpa de un rayo! Pero por otra parte era un tipo de vida que tú elegías.
-¿Es verdad que el de la Mola inspiró a Julio Verne para «El faro del fin del mundo»?
-Eso es un invento. De hecho el monumento que hay allí a Julio Verne es por el libro «Héctor Servadac», que trata de un meteorito que impacta contra la tierra y se lleva al espacio un trocito de Gibraltar, uno de Argelia y otro de Formentera. Y el trocito de Formentera que sale disparado es La Mola. Pero en la obra no aparece faro alguno.
-Me ha llamado la atención leer en sus escritos que los faros funcionaban con aceite de oliva.
-En España, todos, pero, por ejemplo, Inglaterra utilizaba aceite de cachalote. y Estados Unidos llegó incluso a usar manteca de cerdo. Yo llegué con la electricidad y el gas. Todavía muchos funcionaban con gas acetileno. Por ejemplo, el del cabo de Barbería, el que se hizo famoso por la película «Lucía y el sexo». Para encenderlo, a veces me olvidaba del mechero y tenía que pedir uno. Grotesco. Pero en las dos últimas décadas ha habido un giro de 180 grados. Ahora en Baleares casi todo va por energía solar y se controlan por ordenador desde Palma. Ahí ves cada faro, lo pinchas con el ratón...
-No es lo mismo, claro. ¿Cómo le dio a un mesetario (burgalés) por ser farero?
-Después de ocho años en el conservatorio, sufrí una crisis al comprobar que Juan Sebastian Bach nunca podría aprobar un examen de Fuga. Así que me dije: «No quiero una titulación, quiero aprender directamente». La idea principal era aislarme en la naturaleza. Pensé también en ser observador meteorológico o guardapantanos, pero lo de farero surgió antes y me salió bien.
-¿Es ello compatible con la vida familiar?
-¡Tienes que encontrar a una mujer muy especial y a mí me tocó la lotería!
-¿Qué faro le ha impresionado más?
-Na Pòpia, el viejo faro de la isla Dragonera. Me tiene un poco obesionado, es fantástico. De él solo quedan ruinas y es el faro más alto de España, se construyó a 360 metros de altura. Estudiando documentación me he encontrado con una serie apasionante de sucesos...
-¿Naufragios en noches procelosas?
-Decenas y decenas de casos de salvamentos. En la Mola en el año 1944 cayó un avión de la Luftwaffe y el farero salió a rescatarlo. El Gobierno alemán le dio mil pesetas de recompensa.
-También es usted filósofo y experto en bioética.
-La bioética me interesa desde una perspectiva de biocentrismo. Es decir, de ver al ser humano como un continuo con el resto de los animales. Me preocupa el sufrimiento animal.
-Aplaudirá entonces la prohibición de las corridas de toros en Cataluña.
-Pues me parece oportunista e hipócrita. Tenemos problemas muchísimo más serios de sufrimiento animal. Peor es lo de esas vacas estabuladas que no pueden ni moverse en toda su vida.

Polifacético... o no

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