Tanto sinvergüenza concentrado en 224 páginas. ¿Cómo lo hizo?
-Le aseguro que ha sido muy difícil sintetizar en esta historia tantos casos de corrupción, sobre todo teniendo en cuenta que es el pan de cada día.
-Y de cada hora. Ninguna administración se libra.
-Y si en Italia detenían a cinco personas implicadas en contratas ilícitas, en París se investiga la sospechosa relación entre miembros del Gobierno de Sarkozy y la mujer más rica de Francia. Siempre hay un nuevo caso. Por eso mi objetivo ha sido ver bien y analizar, más que hacer un correlato de las corruptelas, tarea imposible por extensa. Me he centrado en la evolución de la corrupción a través del tiempo.
-¿Y cómo se le ocurre que el juez Garzón, procesado en tres causas, prologue su «Breve historia de la corrupción»?
-No tengo datos opinar sobre esos asuntos de Garzón, pero desde luego este juez representa la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos, y si hay algo, debe ser mínimo respeto a todo lo bueno que ha hecho. La energía con la que ha combatido la injusticia es famosa.
-Hombre, tachar de «mínimo» una imputación por prevaricación y cohecho... Pero dejemos al prologuista y vayamos al protagonista. ¿La mayor proeza corruptiva que ha conocido?
-La de Berlusconi. Sin igual. Primero, porque es la actualidad de Italia lo que más me llama la atención al ser italiano, vivir en Italia y afrontar todos los días esa realidad, y, en segundo lugar, por sus consecuencias terribles. Luego, mientras escribía el libro, también me sorprendió que Dante, que en su «Divina Comedia» condena al infierno a los corruptos, estaba involucrado él mismo en una corruptela que le obligó a marcharse de Florencia. O el caso de Cicerón, implacable acusador del corrupto Verres, gobernador de Sicilia, mientras que él garantizaba impunidades en los juicios a cambio de dinero.
-¿Cada época tiene su propio tipo de corrupción?
-La evolución se ve desde los tiempos de Mesopotamia, donde el soborno se realizaba a través de regalos, algo bien visto y que tenía su reciprocidad. Fue con el cristianismo cuando el soborno se condena como pecado, y que se ha mantenido hasta ahora. Con el tiempo se pasó del regalo al maletín, y hoy hablamos de sobornos limpios con paraísos fiscales, donde ya no se toca el dinero, aunque también se ha visto una vuelta al soborno en especie, hasta el punto de que hay un auge del intercambio sexual hasta el punto de hablar de mujer-soborno.
-¿Dónde está el límite entre el regalo como costumbre social y el cohecho?
-El regalo siempre ha sido costumbre social, pero una cosa es hacer un regalo a un amigo y otra regalar un reloj de millón de euros al que tiene que darme una contrata. Es evidente.
-Los «obsequios» a periodistas están en la picota.
-Porque la corrupción no es privativa de la política, sino que se da en todos los ámbitos. Lo que sucede es que el político trata con nuestro dinero y se le debe exigir transparencia.
-Carmen Calvo, ministra socialista española, decía que «el dinero público no es de nadie».
-Y en Italia, por ejemplo, el dinero de todos se ha utilizado para comprar el voto del propio ciudadano dando pensiones anticipadas o de invalidez de forma arbitraria. Pero ése no es un problema solo italiano.
-Quiá. En España encuentra usted un filón.
-Y en Grecia y Portugal. Son los denominados países PIGS, precisamente donde la crisis ha hecho más mella. Es ahí donde los extranjeros ya no invierten porque no se fían. Según el mapa de transparencia internacional, que clasifica los países de menor a mayor corrupción, España aparece en el puesto 30 e Italia en el 60. El último y más corrompido es Afganistán, que también es el más pobre.
-Pero usted también se refiere a la corrupción como motor de progreso.
-Y cito a Bernard de Mandeville que a principios del XVIII escribió una instructiva y provocadora «Fábula de las abejas. Los vicios privados hacen la prosperidad pública», donde sostiene que un Gobierno corrupto es el que produce riqueza, porque sin corrupción nada mueve a la gente a hacer las cosas. Un edil socialista milanés lo ha dicho de otra forma: Milán no tendría hoy tres líneas de metro si no hubiera habido un «retorno» del dinero (pago de comisiones).
BLANCA
TORQUEMADA
VIRGINIA
RÓDENAS


