Esta semana, Mujer Hoy llega al quiosco con un interesante reportaje sobre las memorias de una ex Primera Dama. Como un ceñido corsé, el cargo oficial obliga a menudo a lucir sonrisa, posar perfecta ante las cámaras y dejar que la procesión vaya por dentro. Es el caso de las primeras damas, que cuando conquistan el estatus de «ex» (terminado el mandato, la campaña o el matrimonio) se apuntan a la misma terapia: unas jugosas memorias que airean a los cuatro vientos todos sus secretos. La última en sumarse es Laura Bush, que acaba de publicar «Spoken from the heart».
La revista repasa las confesiones más peliagudas de las ex consortes. Miss Bush habla sin pudor sobre la «guerra de guerrillas» que libró con su suegra, Bárbara Bush, de la que dice se las arregló para ridiculizarle, así como del alcoholismo de su marido, George Bush.
Sin duda alguna las memorias más morbosas fueron las que publicó Hillary Clinton al salir de la Casa Blanca. Se llevó ocho millones de dólares por una razón: Mónica Lewinsky. Habló de su «ira, tristeza y decepción» cuando su marido le confesó la infidelidad más mediática del mundo. Y confesó que proseguir con su matrimonio fue la decisión más difícil de su vida.
Otra que tampoco se quedó callada al dejar de ser señora de Sarkozy es Cecilia Attias. La ex mujer del presidente francés concedió una serie de entrevistas en las que habló del carácter egocéntrico de su marido, «un mujeriego y un tacaño», y destapó la farsa de su matrimonio cuando llegaron al Palacio del Elíseo.
Y es que al terminar sus vidas como Primeras Damas es cuando empieza la historia realmente jugosa.