Lunes , 29-03-10
JAUME Matas adquirió una escobilla para el retrete del palacete (perdonen la mala rima) que le costó 375 euros. Es una buena metáfora de lo que pasa: limpiemos la mierda con oro. Hay muchas razones que explicarían que Matas ya no tuviera el carnet del PP -ésta de la escobilla no es la peor-, pero ninguna está en la cabeza de Rajoy. La presunción da para mucho, y hace que en esa figura se escondan truhanes, pillos, ladrones, terroristas, corruptos, pederastas... La presunción da para lo que da, pero cuando lo que procura es amparo y cobijo a tipos que están destrozando un partido y unas siglas, no tiene fundamento. ¿A qué espera Rajoy? Solemos atribuirle al líder del PP cierta indolencia para solucionar los problemas, pero miren ustedes, yo por ahí ya no paso: no es lentitud, es torpeza. En 1996 Aznar llegó al poder diciendo que el partido era incompatible con la corrupción. Qué bien suenan las palabras. Que ácidas saben cuando se recuerdan en días como hoy. Pocas ocasiones como ahora tendrá el de la calle Génova para demostrar que tiene claras algunas cosas que tanto repugnan a los españoles: la lucha contra la corrupción, la defenestración de los corruptos. ¿Falta de reflejos? No. Sólo es falta de determinación.
En los periódicos no escriben los jueces, por eso no hay sentencias. Pero si reside en ellos un sexto sentido que conecta bien con el sentir de la calle. Matas no puede estar ni un segundo más con el carnet del PP; apesta, y si el tiempo determina que jueces y fiscales se equivocaron, rehabilítese su honor, que hay fórmulas para eso. Todo iba bien hasta que compró el palacete de San Feliu. Cuando apareció el disparate, llegó la verdad, que tiene una estética. Esa que hace que una señora vaya por la vida sacando billetes de 200 para comprar en un mercado de Palma una lechuga que vale uno. Se la regalo, dijo el verdulero, y claro, la señora Matas no la quiso: ella quería el cambio. Los ricos expres no comen hortalizas. Sus quijadas son violetas de tanto comer papel moneda. Y terminan comprando palacios, coleccionando trajes de marca: 150 vestidos y 50 pares de zapatos tiene la señora. Y rematan con asistentas tocadas de cofia para recibir a los invitados. Deben ser juzgados por lo que se han llevado, pero también por el mal gusto con que se emplean. Ser rico es una cosa que se aprende con los años. En esto Matas y su mujer ya están juzgados. Y sentenciados. La escobilla del excusado de 375 euros los delata. Y explica a la perfección que el buen gusto no está al alcance de cualquiera. Quién nos lo iba a decir, comenta un veterano militante del PP. Venía de una familia humilde, republicana, y nunca vimos nada raro. ¿De verdad no lo vieron? Pero ¿y Rajoy, dónde está, qué hace? Un amigo me lo recuerda: leyendo los periódicos deportivos, que para eso es lunes. Acabáramos.

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