Ensayista, poeta, novelista, cineasta... Más allá de las ideologías, fue vituperado pro la derecha y por la izquierda
El azote de Dios
ABC Pasolini, durante un rodaje
Domingo , 28-03-10
Admirable y execrable ángel y demonio. Sin duda hoy no podríamos más que repudiar su pederastia. Un sacerdote rompió por animadversión ideológica -Pasolini era comunista- el secreto de confesión de un niño de doce años para acusarle de abusos sexuales, lo que enseguida le valió la expulsión del Partido Comunista de Italia, partido que siempre le odiaría, como la derecha no sólo extrema sino ortodoxa. Pasolini jamás ocultó esa baja pasión y ahí están los relatos de «Amado mío» y «Ragazzi della vita», algunas imagen de «Decamerón» y «Las mil y una noches» o la terrible e insoportable «Saló o los 120 días de Sodoma», ni su debilidad por los chaperos o los pequeños chorizos. Pelosi no fue sino otro chulito que recogió de la Estación Termini y a los que llevaba a cenar a uno de los restaurantes más famosos de Roma: el Piccolo Mondo. Admirable filólogo, especialista en los dialectos friulano y romano. No menos admirable ensayista y periodista cultural, compañero de ruta de Moravia y Sciacia, explorador del mundo de los mitos y las tragedias («Edipo Rey», «Medea», incluso «Pocilga»), cristiano comunero o comunista arcádico (su Jesús histórico de «Il Vangelo...» protagonizado por un joven español y en el que su madre hacía de María) o «Teorema» (película premiada por la Oficina Católica Internacional cuyo galardón fue retirado por el Vaticano días después, ya que mostraba a un joven que curaba de sus fantasmas eróticos, políticos o artísticos a toda una familia burguesa)... Temible polemista que tuvo la osadía de acusar a los estudiantes de chulitos pequeñoburgueses que agredían en sus manifestaciones a pobres diablos del lumpen: policías campesinos de Sicilia o Calabria... Y antiabortista visceral muy avant la lettre. Gran poeta en versos e imágenes, ahí están sus «Cenizas de Gramsci» o filmes como «Pajaritos y pajarracos»... Intelectual de honestidad más allá de toda prueba, tras el éxito popular de su «Trilogía de la vida» («Decamerón», «Cuentos de Canterbury» y «Las mil una noches») se despidió con la atroz «Saló...» porque la mentalidad utilitarista-totalitaria moderna había traicionado el espíritu ingenuo y libertario de tres películas que miraban el sexo y la vida sin sentido del pecado.

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