Martes, 21-07-09
EL Partido Popular emitió a última hora del domingo un comunicado en el que protesta por unas tropelías contra el Estado de Derecho que, con ser de escándalo, son sólo las más recientes, las enésimas, que se producen bajo el Gobierno de Zapatero. Los más optimistas entre quienes consideran, desde hace años, que este Gobierno supone una amenaza directa contra la democracia y ya ha consumado la liquidación de la seguridad jurídica en este país, lo interpretarán como una señal de que por fin Génova se cae del guindo. Y deja de aceptar el consejo de «armoniza y no crispes mientras yo te rompo la cerviz». Esa ha sido al menos la actitud de su dirección ante tropelías anteriores, no menos graves, en la sistemática utilización por parte del Gobierno socialista de los medios del Estado y del patrimonio de todos los españoles para combatir, marginar y «mandar a un rincón de la historia» (Zapatero dixit) a la oposición del PP.
La oposición ha estado obsesionada en mostrar voluntad de adaptación de su propio mensaje a los dictados del poder socialista y su coro mediático. Ha interiorizado los mensajes, no ya del adversario político que quiere legítimamente mantenerlo en la oposición, sino del enemigo político que quiere destruirlo como alternativa democrática. Muchos españoles se felicitarán porque se acabe el tedioso recurso a las ironías gallegas, llamamientos a una calma que no es sino indolencia ante el desafuero y los chistecillos de monja en discursos de autodefensa. Por fin un comunicado sin gracietas ni eufemismos. Que llama a las cosas por su nombre. Que recuperen el sentido real de las palabras que los socialistas han arrebatado al discurso político. Que hablen de la «voluntad de aniquilación» que sin duda dirige las actuaciones de nuestro Fouché Rubalcaba, jefe de una policía cuya cúpula cada vez parece más dedicada a labores de un estado policial. Acusa el PP a nuestro Fouché de un «abuso perverso y abusivo» de los instrumentos del Estado de Derecho. Ya era hora. Porque la acusación es extensible a muchos otros sucesos habidos durante ésta y la pasada legislatura. Era previsible que, según se agudizara la catástrofe económica y social -en gran parte consecuencia de su incompetencia, inoperancia y sus mentiras- el Gran Timonel, su Fouché y sus abanderados -y tanta abanderada- de ideología tóxica considerarían necesario el recurso a métodos más contundentes para «arrinconar» a oposición y discrepantes. La crisis extrema todo. Y puede hacer olvidar el último escrúpulo hasta al hincha madridista más sonriente. Con Fouché se podía cenar divinamente en ambiente distendido y horas después te mandaba a su policía a detenerte con acusaciones falsas. Parafraseando al Strelnikov de Pasternak en Dr. Zhivago: «todo vale cuando se puede perder todo». El miedo a perder lo conseguido de forma insólita hará a muchos de la tropa que nos gobierna capaces de todo. Como una tropa de Strelnikovs.

