Domingo, 07-06-09
POR R. AGUILAR
CÓRDOBA. «El Islam tiene una orgullosa tradición de tolerancia: lo vemos en la historia de Andalucía y Córdoba durante la Inquisición». Esta frase del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su ya histórico discurso del jueves en El Cairo dirigido al mundo musulmán, sigue dando que hablar por estos lares. Su error histórico, haciendo coincidir el Califato (929 a 1031) con la Inquisición -llegó a la capital en 1482-, o el debate sobre hasta qué punto en Al-Andalus convivieron pacíficamente las tres culturas siguen despertando múltiples reacciones en buenos conocedores del tema, en ocasiones enfrentadas.
Por ejemplo, Sebastián de la Obra, bibliotecario de la Casa Sefarad, es crítico con el mensaje que lanzó Obama y arranca por su error histórico. «Ese señor no puede ni debe confundir la Córdoba del Califato con la de la Inquisición». «Entre otras cosas, porque Córdoba sufrió el proceso inquisitorial más terrible de cuantos hubo en la Península -recordó-. Pasó en 1604 y fue en el que hubo más muertos en España».
A su juicio, hay que demandar a los políticos «menos puestas en escena y más conocimiento de la realidad histórica», debido a que una confusión como la que cometió Obama es «comprensible en mi vecino, pero no en el presidente de los Estados Unidos».
Y De la Obra también mostró rechazo al fondo del mensaje. Para él, la «Córdoba de las tres culturas es un mito, porque en esta ciudad también hubo persecuciones e intolerancia, por unos y por otros». Y puso un ejemplo: «No hay más que ver a los almohades, que llegaron a perseguir a los suyos, como bien supo Averroes».
Visiones contrapuestas
Según el bibliotecario de la Casa de Sefarad, «los mitos se disuelven como un azucarillo cuando no son ciertos. Otra cosa es que se quieran establecer ciertos periodos de referencia en la historia para poder aprender de ellos». Por último, se mostró favorable al «establecimiento de un diálogo entre culturas, pero nunca desde la altura como pretende el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos».
Por su parte, la directora de la Casa Árabe, Gema Martín, se mostró más en sintonía con el fondo del mensaje lanzado por el presidente de los Estados Unidos. Indicó que es una «realidad que en Al-Andalus y el Imperio Islámico, en general, se dio una situación de respeto a las otras religiones monoteístas, porque sus fieles tenían reconocido no sólo el derecho al culto, sino también a la propiedad».
Destacó que en el Califato hubo un proceso de integración ciudadana que quedó patente en el hecho de que «tanto judíos como cristianos pudieron alcanzar, bajo dominación musulmana, niveles de reputación como médicos, comerciantes o banqueros». «Eso no se dio en el resto de Europa en esos mismos momentos», sentenció.
Resaltó que en Al-Andalus hubo tres religiones que «vivían conjuntamente y que formaban parte de una cultura común, con identidades propias, pero sin guetos». Eso sí, la directora de la Casa Árabe descartó una visión idílica del pasado y apuntó que «también hubo momentos de tensiones y de conflictos», aunque, matizó, «no fueron de ninguna manera la norma».
Por último, reiteró su postura señalando que la prueba de la voluntad de respeto del Islam es que, cuando llega la Inquisición a España, «los no cristianos se instalan en las orillas mediterráneas del Imperio Islámico y del Imperio Otomano».

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