Viernes, 30-01-09
MANUEL MORENO
TOLEDO. No es muy frecuente en España que los concejales de un partido político que gobiernan un ayuntamiento presenten una moción de censura contra el alcalde y compañero de formación política.
Una excepción la encontramos en Pelahustán, un municipio con casi 400 vecinos situado al norte de la provincia, donde va a haber dos votos de censura en doce años.
La primera vez ocurrió en febrero de 1997, cuando el PP logró, con el voto de un concejal tránsfuga del PSOE, arrebatar la Alcaldía a los socialistas. Fue un pleno muy convulso, con el lanzamiento de piedras desde el exterior y en el que antidisturbios de la Guardia Civil tuvieron que intervenir.
La segunda ocasión, si la dirección provincial del PP no lo remedia, sucederá mañana (a las 12.00 horas está convocado el pleno). Cuatro de los cinco integrantes del Grupo Municipal del PP han presentado una moción de censura contra el alcalde, Francisco Javier Sánchez Moreno, de su mismo partido.
Ayer, en un foro en la Red, un internauta se preguntaba cómo es posible que en un pueblo tan pequeño «y en el que los cargos políticos son por mera voluntad de trabajo y sacrificio», además de «sin ánimo de lucro», se puedan presentar dos mociones de censura en tan pocos años. «Es de récord nacional!!», exclamaba.
Desde las filas populares, el mutismo es absoluto. Ni el alcalde, que está en el cargo desde 2003, ni los concejales censores, entre los que hay un antiguo edil del PSOE, quieren hablar con la prensa. Desde la dirección provincial del partido, tampoco. El secretario general del PP toledano, Jesús Labrador, dijo ayer en una rueda de prensa, a la pregunta de un periodista de ABC: «Le voy a contestar sin contestarle. Es un problema interno, de comunicación, y lo vamos a tratar internamente. La solución va por buen camino».
El único concejal del PSOE, Pablo Muñoz, todavía no conoce los motivos de los ediles del PP para presentar la moción de censura, pero señala que «era una muerte anunciada». Dicen que las familias habrían influido en las desavenencias entre los populares, diferencias que se han trasladado a las sesiones plenarias, donde el ambiente era muy enrarecido hace meses. El año pasado, por ejemplo, el alcalde intentó «ponerse» un sueldo, pero sus propios compañeros le dieron la espalda y no acudieron al pleno. ¿Era el comienzo de un mal final?