
Domingo, 07-12-08
TEXTO: ARISTÓTELES MORENO
FOTOGRAFÍA: ROLDÁN SERRANO
CÓRDOBA. Un tipo que se afilia a AP, defiende el divorcio, comprende el aborto, fustiga a la izquierda y brama contra la tiranía de la partitocracia suele ser un tipo incómodo para el «establishment». Y el señor que tengo delante de mí reparte cera a diestro y siniestro sin paños calientes ni cálculos políticamente correctos. Joaquín Fayos, abogado y ex parlamentario, hombre curtido en cien batallas, es, sobre todo, un francotirador. Y así le ha ido. Apartado prematuramente de la vida política por insurrecto, tuvo que rumiar su pase a la reserva como mejor ha podido durante todos estos años. El tiempo, con todo, lo ha atemperado y sus invectivas suelen ser más meditadas. O eso parece.
-20 años sin tocar bola. ¿Ha superado ya el síndrome de abstinencia?
-Al principio lo pasas fatal, para qué nos vamos a engañar.
-¿Dónde hay más felicidad: en el escaparate público o en la trastienda?
-En la trastienda. Salvo que seas un kamikace. Pero si eres un hombre consecuente, tu vida pública suele ser nefasta. Yo lo pasaba mal en el partido.
Tanto que le tildaban el «rojo» en las propias filas de su organización, AP, con la que mantuvo una turbulenta relación hasta que Hernández Mancha decidió dejarlo en el dique seco para que no incordiara más. De manera que su actividad política fue particularmente corta, entre 1982 y 1986, prácticamente en los albores de la democracia. A AP llegó un poco por casualidad, sin excesivo convencimiento, y atraído por la excitación política del momento. Antes, su vida militante había sido cercana a cero, acaso salpicada por sus inquietudes universitarias en la agitada Granada de los años sesenta, donde presidió el distrito de asociaciones profesionales de estudiantes.
Su incorregible tendencia a la indocilidad, y los innumerables avatares por los que ha atravesado, le han ido forjando un cierto descreimiento y una mirada crítica sobre el sistema democrático y las personas.
-La izquierda y la derecha ya no existen. Es más una actitud ante la vida. Unas veces te identificas con la izquierda y otras con la derecha. Pero la ideología ha terminado. Que me digan que el PSOE es de izquierdas, pues me cuesta creerlo. Que haya 700.000 parados en Andalucía y en la Junta estén viajando en avioneta, me parece inadmisible. O sea: que se preocupan más de mantenerse en el poder que en atender a los parados.
-Esto es un mal generalizado, ¿no?
-Sí, sí. La crisis de la ideología ha llegado a todos. IU es el único que parece mantener algo, quizás porque no gobierna, y creo que sería una barbaridad que desapareciera.
-Para que ejerza de Pepito Grillo.
-En el sistema es necesaria una voz discordante. Pero Llamazares es un poco impresentable.
Su paso por el Congreso de los Diputados, sometido a la disciplina de voto y a la mecánica rutinaria del hemiciclo, le pareció una experiencia interesante. Pero poco más. «El Parlamento no sirve para nada», sentencia descarnadamente. «Es una cosa muerta. Tú vas y tienes que hacer lo que te dicen. No tienes iniciativa ni puedes votar lo que piensas. En el debate sobre el divorcio me tuve que ausentar para no votar en contra, como pedía mi partido».
-Su perfil encajaba más en UCD.
-Hombre, claro. Entré ahí por no sé qué razón. A mí me achacaron en AP que había amenazado al partido con contar secretos si no iba en las listas.
-¿Y tantos secretos hay ahí dentro?
-Digamos que hay cosas de cierta reserva, que se conocen si has estado en ciertos niveles. Pero mire: la vida no deja de darte sorpresas. Cuando vi a Juan Palma y Salvador Ambrosio hechos uña y carne... Me he llevado decepciones con muchas personas. Gente que presumía ser de izquierdas y hoy está viviendo de las rentas. Los intereses económicos acaban prevaleciendo.
-¿Era este el tipo de democracia que se buscó?
-Se debería haber ido adaptando. Que la Constitución es inamovible es una tontería. Tú no puedes elegir a un señor que no volverás a ver y a quien no puedes pedir cuentas de su gestión. Lo suyo es que fuesen listas abiertas y por distritos.
-¿La partitocracia asfixia la democracia?
-Totalmente. Es la culpable de cómo funciona el sistema.
-En los partidos no se puede tener opinión propia.
-En absoluto. Tener opinión propia te cuesta que te echen.
-¿El poder provoca adicción?
-En cierta medida, sí. Sufres el síndrome de abstinencia hasta que te adaptas a tu vida diaria.
-¿Todos los políticos son iguales?
-Eso es una tremenda barbaridad. Hay políticos que son dignos, trabajadores, se preocupan y tienen inquietudes. Y luego hay otros que van a permanecer. Y para permanecer, ¿qué hay que hacer? Pues portarte bien con tu partido y no con la sociedad que te vota.
Fayos fue también un privilegiado observador de la gestación de alguno de los medios de comunicación locales y de los enjuagues que se cocinaban en la trastienda. Pero para desvelar tanta maniobra en la penumbra ya hace falta escribir un libro. No tiene empacho en reconocer que se llevó mejor con los alcaldes de izquierda de Córdoba que con el único que gobernó bajo la marca del PP. Lo cual, naturalmente, no le impide lanzar algunos dardos. «Rosa ya ha perdido interés por la ciudad y Merino perdió la Alcaldía por dejadez». Y añade: «Yo era como Pimentel ahora: una persona con la que era mejor no juntarse».
-¿Y por qué se penaliza tanto la disidencia?
-Porque es incómoda. A mí me decían que causaba un efecto muy negativo, que a la gente no le gustan las peleas. ¡Pero habrá que acostumbrarla al debate!.
-Nos falta cultura democrática.
-Llevamos poco tiempo. Pero difícilmente se va a alcanzar: se ponen pocas piedras en esa dirección.
-¿Es usted de los que también ve dos Españas?
-Quizás sí todavía. Aquí o se es de un lado o de otro. Uno de los grandes pecados es que desapareció la UCD, que era gente equilibrada. Y mira que yo luché contra Cecilio Valverde y hay que ver las perrerías que decíamos en los mítines para arrancar un aplauso.
-¿Adónde vamos tan de prisa?
-Vamos muy deprisa con una crisis de valores terrible. Hoy todo se ha materializado mucho. No se plantean temas de valores sino de oportunidad y conveniencia.
-Honoré defendió la lentitud como receta para lograr la felicidad. ¿Huevón o visionario?
-Yo estoy de acuerdo con él. La lentitud es importante para tomar decisiones, sin atropellos.
-1.400 millones de personas viven en extrema pobreza. ¿Qué hemos hecho mal?
-No preocuparnos de ellos. Hasta ahora no ha habido una conciencia por la pobreza.
-¿El reparto de la riqueza es un mito?
-Repartir no sé si será posible, pero sí darle más a esos países necesitados. Si todos estos cruzaran el charco, ¿qué pasaría?
-¿En qué cambiaría un mundo gobernado por mujeres?
-Yo soy en ese sentido muy machista. El que vale vale y si no vale no vale. Si sabe usted mucho de educación pues será una buena ministra, pero no porque sea mujer.
-¿Por qué a los hombres nos cuesta llorar?
-A mí no. Soy una persona que me emociono mucho.
-¿Y no le da pudor?
-Hay mucha gente que debería llorar cuando lo siente. El llanto desahoga y no es malo.
-¿Sabría descifrarme el misterio de las peñas?
-Soy totalmente antipeñas. Da una imagen pueblerina que no ocurre en ninguna ciudad.
-¿Córdoba es una ciudad con problemas de autoestima?
-Yo soy el primero que soy muy crítico, aunque luego me arrepienta muchas veces. Aquí hay capillitas: siete u ocho que están en todos lados.Eso produce una desazón: ¿a través de dónde canalizo mis inquietudes si está todo cogido?
-¿Si fuera alcalde por dónde empezaría?
-Por equilibrar y no tratar de favorecer a nadie. Ser un alcalde de todos los cordobeses.
-¿Joaquín Fayos es, sobre todo, un francotirador?
-La experiencia te enseña a ser precavido. Pero siempre hay que decir la verdad, aunque moleste.

