El lamento, el grito de impotencia de la viuda de Uría, Manoli, llenó de sollozos y emoción el restaurante Kiruri. Manoli se reunió allí con familiares y amigos poco después del asesinato de su marido, por el que hubiera entregado ayer su vida
«¿Por qué ETA no me ha matado a mí?»
El alcalde de Azpeitia, el filoetarra Iñaki Errazkin, se presentó ayer en el lugar donde fue asesinado Ignacio Uría y se marchó sin decir nada. Nadie esperaba que condenara el atentado, pero algunos interpretaron la visita al lugar del asesinato como una reacción de incredulidad ante lo ocurrido. Hay desconcierto en el entorno etarra en Azpeitia.
El silencio fue también la respuesta de la mayoría de los vecinos del municipio a los que ABC preguntó por cómo había reaccionado el pueblo frente al último crimen de ETA, pero no de todos. El testimonio más sorprendente lo dio una persona que se identificó como «muy de izquierdas» y que se preguntaba por qué la banda terrorista había matado a balazos, como viene haciendo desde hace cuarenta años, a dos personas en sendos municipios con alcaldía de ANV: ayer en Azpeitia y el pasado mes de marzo en Mondragón, donde cayó abatido Isaías Carrasco, ex concejal socialista.
«Si no fuese imposible, pensaría que han sido otros, porque esto perjudica a la izquierda abertzale», dijo el simpatizante proetarra. El asesinato de Ignacio Uría no ha gustado en Azpeitia ni siquiera a algunos de los que le han puesto en la diana de los terroristas bajo la acusación de contrariar la oposición de ETA al Tren de Alta Velocidad.
Algunos vecinos no se hubieran sorprendido tanto si ETA hubiera colocado una bomba en las instalaciones de Altuna y Uría (de hecho, ocho de sus camiones fueron destruidos por un ataque etarra), pero tienen la impresión de que ETA ha retrocedido en el tiempo al elegir objetivos como Ignacio Uría. En el Ayuntamiento, gobernado por ANV, se condenó el atentado sin los representantes de la «izquierda abertzale», que ha gobernado hasta ahora con el apoyo de Eusko Alkartasuna y Aralar.
Azpeitia, donde se alza el Santuario de Loyola, es un pueblo pequeño, donde todos se conocen y donde son muchos los que se relacionan con la extensa familia Uría. Ignacio tenía cinco hijos, su hermano José Mari, otros cinco, e Imanol, cuatro. Muchos de ellos han formado sus propias familias y ayer entre las personas con las que hablamos en Azpeitia, una de ellas nos dijo que no iba a decir nada, porque era familiar de la víctima.
En una casa sobria de cuatro pisos, en la misma calle donde está situada la fábrica y el aparcamiento donde fue asesinado Ignacio Uría, viven muchos miembros de la familia. Algunos se presentaron inmediatamente después del atentado junto a su padre, todavía vivo cuando llegaron. Los había avisado la encargada del restaurante donde iba a entrar a jugar a las cartas.
Llanto en el Kiruri
La viuda de Ignacio Uria se preguntaba poco después del crimen: «¿Por qué ETA no me ha matado a mí?». Lo hizo en el interior del restaurante Kiruri, donde se reunió con familiares y amigos, con su marido ya sin vida y aún tendido en el asfalto. Fue el estremecedor lamento de una mujer que hubiera cambiado su vida por la de su esposo Ignacio. Todos los que la visitaron la encontraron destrozada. Poco después, el cadáver del empresario fue trasladado a San Sebastián y la mayoría de los Uría abandonaron la casa familiar.
A unos metros de distancia, en las oficinas de la empresa, un grupo de empleados se reunía desconcertado en la entrada. Comentaron que estaban «muy afectados» y que era mejor que los periodistas volvieran dentro de unos días, «cuando hubieran asimilado lo ocurrido». «¿Por qué a él?», se preguntaban, añadiendo que hace mucho tiempo que no matan a nadie, aunque en realidad no hace tanto.
Azpeitia es un pueblo industrial encajado entre las montañas guipuzcoanas, pero la Basílica de San Ignacio de Loyola y el espacio abierto que la rodea es un lugar privilegiado. En ese entorno vivía y fue asesinado Ignacio Uría.
Ayer no dejó de llover en todo el día en Azpeitia, a pesar de lo cual poco después de las cinco y media de la tarde unos operarios limpiaban con mangueras las huellas del último crimen de ETA. El atentado, sin embargo, ha marcado al municipio. Hay descontento incluso en el entorno que nunca critica a ETA y que puede llegar a insinuar que a lo mejor la banda terrorista ha asesinado a Ignacio Uría por «algo especial». Testimonios recogidos por ABC en la localidad insinúan que el asesinato no obedece tanto a la relación profesional de Uría con las obras del AVE como a su negativa a pagar el «impuesto revolucionario», chantaje al que el empresario ya había sido sometido.

Enviar a:

¿qué es esto?


Más noticias sobre...