Portugal estaba fuera del partido. En apenas media hora la máquina alemana de Joachim Löw se había puesto con un 2-0 favorable en el marcador y los lusos no lograban de ninguna manera sacudirse su dominio. Müller, tras un discutido penalti, y Hummels, tras adelantarse a Pepe en un saque de esquina habían puesto cuesta arriba el debut a los de Paulo Bento.
Quizás por ahí se pueda entender la airada reacción de Pepe en el minuto 37. El central le ganó una carrera a Thomas Müller después de ponerle la mano en la cara, y el alemán acabó por los suelos quejándose. Estas quejas no le gustaron al jugador del Real Madrid que se dirigió a su rival para encararse con él y recriminarle que había exagerado.
En ese «cruce de opiniones» que comenzó en el suelo pero siguió con los dos futbolistas apuntándose con el dedo, el portugués llegó a poner su cabeza junto a la del alemán, gesto que le bastó al árbitro serbio Milorad Mazic para mandarle a las duchas sin pensárselo dos veces.
Su exceso de revoluciones volvió a pasar factura al defensa, que dejó a su equipo con un jugador menos para remontar a una gran Alemania. Tarea harto complicada que se convirtió así en una misión imposible.








