A veces las cosas son lo que parecen y lo que parecía es que ni Nigeria ni Irán eran gran cosa. Lo de Nigeria es especialmente frustrante porque años ha parecía que se iban a comer el mundo, pero pronto se vio que se estaban estacando. Mucho físico, pero poca disciplina táctica y mucha potencia sin control.
Han mejorado algo, pero no lo suficiente. Tampoco Irán progresa adecuadamente, así que estos últimos por temor y los primeros porque cuando se les cierran tienen problemas de creación, el caso es que el partido quedó para los leones. [Así narramos el Irán-Nigeria en directo]
Nigeria empezó como suele, muy fuerte, pero los iraníes, que les esperaban, les metieron un cerrojo con siete llaves. Los africanos son duros, potentes, como martillos, pero no tienen, o al menos no la tuvieron en la primera parte, la habilidad suficiente para desbordar a los solidarios y sacrificados jugadores de Queiroz.
Y no solo eso. A medida que avanzaba el partido, Nigeria se iba aturullando e Irán creciendo, como si se viera capaz de algo más que el empate.
La segunda mitad fue un ataque continuo de Nigeria lo que, curiosamente, la dejó al descubierto porque su atropello y desorganización fue continuo, tanto que casi tuvo más ocasiones Irán en su contra inteligente. A medida que avanzaba el partido, el equipo de Queiroz se crecía viendo posible el empate que para ellos era casi una proeza.
En el final, todo fue atropello, prisas, errores y mucho empuje sin nada de Nigeria. Empate justo.






