De los dos contendientes, solo Irán tenía alguna opción de clasificación, pero para eso necesitaba ir arriba y ganar a Bosnia y que Nigeria perdiera. El problema es que el equipo de Queiroz está diseñada para defender y salir a la contra. De hecho su núcleo fuerte está atrás y arriba le cuesta un horror marcar un gol. Los bosnios, ya fuera, son expertos en mover el balón y, además, tienen a dos excelentes jugadores como son Dzeko y Pjanic que, a la postre, serían los que decantarían el partido a favor de Bosnia. [Narración y estadísticas del Bosnia-Irán]
Irán hizo lo que sabe hacer: defenderse, pero con eso, era obvio, no le daba para clasificarse. Lo único que consiguió fue echarse encima a Bosnia, un equipo mucho más aseado y mejor conjunto de lo que han mostrado en este Mundial.
Liderados por Pjanic, el equipo bosnio dominó casi por completo el partido, pero le costaba doblegar a la aguerrida defensa iraní, que ha concedido muy poco a lo largo del torneo.
Se mostraron sólidos los de Queiroz hasta que Dzeko mostró lo letal que es. Salió unos metros del área, conectó con Pjanic y el disparo raso del jugador del City abrió la lata iraní.
Es lo que tiene configurar un equipo defensivo, que cuando tienes que ir arriba, no tienes los hombres necesarios para hacerlo con garantías.
Como era de esperar, esos metros que subieron los asiáticos los aprovechó Pjanic, el mejor del partido. Robó un balón, combinó, subió y, al borde del fuera de juego, marcó el segundo sentenciando a Irán.
Con los cambios ofensivos de Queiroz, su equipo dio dos pasos adelante. Incluso marcó por medio de Reza pero la contundente respuesta de Bosnia, con un gol del lateral Vrsajevic al minuto siguiente dejó sentenciado un partido bien ganado por Bosnia.