Argentina estalló en un grito cuando vio que su selección estaba clasificada. La gente se echó a las calles en Buenos Aires, Córdoba,Salta, Chubut… En todas las provincias y las grandes ciudades el gentío inundó las principales arterias. Plazas y avenidas bloqueaban el tráfico con una marea humana. La avenida de Corrientes. la de Libertador, la de Callao…La afición las tomó como suyas y los vehículos que aún podían, a paso de tortuga, circular no cesaron con las bocinas.
«Sufrimos sin parar en todos los partidos pero acá estamos. ¡Vamos Argentina!», «¡Gracias Dios mío, gracias sos argentino!». Cada cual con sus sentimientos, los gritos a viva voz se sucedían a lo largo del país.
La retransmisión del encuentro había dejado desiertas las calles hasta que, superada la agonía de los penaltis, millones de argentinos se desgarraban la voz con su selección. El recuerdo de la goleada a Brasil no les asusta para el domingo, «Vamos a ganar, vamos a ganar». La derrota, cruel, del anfitrión por Alemania fue celebraba y motivo de escarnio en Argentina el mismo día. «Se vengaran el domingo pero vamos a ganar. Somos los más grandes», insiste Manuel afónico de vociferar su amor a la albiceleste y «a Mascherano. Ídoloooo!».
Niños, jóvenes, adultos, familias enteras celebraron, curiosamente, en un día festivo: El de la independencia del país de España.
«Por fin, desde el 86 estábamos esperando», grita un adolescente feliz de ver a la selección en la final. Ahora, queda menos. Apenas cuatro días.





