Brasil 2014 es el vigésimo Mundial de la historia. En 16 de los 19 anteriores, la «Mannschaft» llegó como mínimo a los cuartos, más que ninguna otra selección. La poderosa fiabilidad alemana. Ante Argelia, bordeó la eliminación pero se clasificó, que es lo que cuenta. Que se lo digan a los 22 países ya eliminados. [Así hemos contado el Alemania contra Argelia]
El inicio del partido fue un drama para los germanos: Argelia tuvo tres claras ocasiones para adelantarse. Primero fue Feghouli, que tras hacerle un ovillo a Hoewedes y sentar a Boateng se sacó un buen disparo que rozó el larguero de Neuer. Poco después, los árabes si que acertarían pero el tanto fue anulado por fuera de juego. Fue en un preciso centro de Ghoulam desde la izquierda que encontró en la cabeza de Slimani un remate perfecto a la escuadra. Desafortunadamente para Argelia, el delantero del Sporting de Portugal estaba medio metro adelantado. Un minuto después del tanto ilegal del conjunto africano, nueva internada de Ghoulam por su flanco, pared con Feghouli y disparo final del lateral del Nápoles que besó el palo izquierdo de Neuer. De los de blanco con tres estrellas en el pecho, sin noticias. Apagados o fuera de cobertura.
Low, ojiplático ante el esperpento de partido de los suyos, se retorcía en su banquillo mientras maldecía en alemán, que no es lo que mismo que blasfemar en cualquier otro idioma. Seguro que alguna vez han discutido con un germano y saben de lo que hablo. Cómo vería aquello de negro el bueno de Joachim que ni se había alcanzado la media hora de juego cuando puso a calentar a Klose y Schurrle. No tuvo demasiado efecto su amenaza. Alemania tocaba y tocaba de un lado a otro al más puro estilo del Bayern de hoy y de la mejor selección española, pero llegaba a tres cuartos de campo y solo sabía soltar un zurriagazo desde 30 metros. Mientras, Argelia continuaba a lo suyo: esperar y robar, el esquema de moda de este Mundial.
Aparece la «Mannschaft»
A cinco minutos del descanso, los árabes volvieron a coquetear con el gol. Mostefa soltó un latigazo, el balón tocó en la pierna de Boateng y solo la suerte del campeón hizo que aquel rebote se fuese por línea de fondo y no por la de gol, con Neuer ya vencido. Únicamente en la prolongación de la primera mitad, Alemania logró probar los guantes de Mbolhi. Enésimo disparo lejano de Kroos, el guardameta argelino no bloca el lanzamiento y el balón queda en los pies de Gotze que con toda la portería para él chuta al cuerpo del portero del CSKA de Sofía. El fútbol no entiende de justicias ni de méritos, pero que Alemania se hubiera marchado al descanso con ventaja hubiera sido una de las crueldades del campeonato.
No era justo focalizar en nadie el desaguisado alemán, pero por lo que prometía hace solo un par de años en el Borussia, más los 40 millones que pago el Bayern por su traspaso, en Gotze recaía mucha responsabilidad de la mala primera mitad germana. Era carne de banquillo. Y así fue. Low lo dejó en la ducha y metió a Schurrle.
La entrada del futbolista del Chelsea agitó a los germanos y cambió la dirección del viento. En solo cinco minutos, Alemania llegó más al área que en todo el primer tiempo. El dominio comenzó con 45 minutos de retraso y lo culminaron en la prórroga Schurrle y Ozil. Por el camino hubo algún que otro susto más de Argelia y el tanto agónico de Djabou, pero por muchos años que pasen hay clásicos en el fútbol que no cambian.





