un proyecto con
Crónicas sin prisa
“Mi nombre es Serena, tengo 33 años y me he propuesto disfrutar momentos únicos poniendo en práctica la filosofía de vivir sin prisa, apreciando cada detalle de forma consciente. He decidido compartir contigo esta experiencia y aprendizaje de cómo se puede disfrutar de la vida cuando desaceleramos y prestamos atención a los pequeños matices que nos rodean.”
Serenne Marín
UN ESPECTÁCULO QUE
SOLO SE VIVE SIN PRISA
“Alegría” es una invitación a apreciar lo extraordinario con los cinco sentidos
Es extraño cómo funciona la memoria. Cómo, muchas veces, entre lo que más recuerdas de tu infancia no se encuentra un momento transcendente para tu vida o una fecha importante, sino aquellas experiencias y sensaciones que te hicieron sentir realmente especial. Por eso, yo no recuerdo si tenía 7 u 8 años la primera vez que vi a Cirque du Soleil, pero sí que aquel emocionante día en Madrid, acompañada de mis abuelos, sentí algo tan único que quedó grabado para siempre en mí. ‘Alegría’, el espectáculo ya icónico de Cirque du Soleil que tanto me había fascinado de niña, volvía a España, 25 años después. Así que no lo dudé: tenía que volver a verlo.

Mientras esperaba a entrar en el recinto, la vista de las carpas circenses y los destellos de las luces colgantes que las adornaban me sacaron la primera sonrisa de la tarde. Un gesto que se repitió durante toda la velada, al igual que los guiños a mi memoria infantil, despertando inevitablemente a la pequeña Serena que vive en mí.
Tanto que parecía haberse apoderado del momento para conseguir que viviera la experiencia como entonces, como lo hacen los niños: asombrándose con cada mágico detalle, sin prisa, pensando nada más que en el presente y en calma.

En el Espacio Alhambra, con una Alhambra Reserva 1925 en mano, empecé a recordar la emoción del circo.
Dicen que normalmente esa sensación de calma la tenemos por la noche, y debe ser verdad, porque mi cabeza y mi cuerpo empezaron a sentir ese cosquilleo de saber que el tiempo se detendrá cuando comience el espectáculo. Pero, ¿cuántas veces permitimos que la vida nos sorprenda así, disfrutándola con los cinco sentidos? Parece que la mayoría de las personas han olvidado lo que significa realmente estar presentes. Esta era una ocasión para ello, y con ese fin, llegué con tiempo suficiente para poder disfrutar también de todo lo que rodea al espectáculo. Así que me di una vuelta por los divertidos puestos de merchandising del espacio, aproveché para comprar algún regalo especial, me hice una foto en el bonito photocall de ‘Alegría’ y visité el llamativo Espacio Alhambra, donde pude relajarme tomando una Alhambra Reserva 1925. Allí mismo, mientras bebía tranquilamente y observaba cada detalle de todo lo que había ante mis ojos, me di cuenta que ese ambiente mágico, único y tan especial que yo recordaba del circo... no era solo un recuerdo.
El 60% de los españoles creen que la mayoría de la gente no es capaz de disfrutar la vida con los cinco sentidos
TODO SU TIEMPO DEDICADO A LA SINCRONIZACIÓN
“Quedan 5 minutos para que empiece el espectáculo”, se oyó por megafonía. Inesperadamente algo nerviosa, me dirigí a mi asiento, observando a mi paso las gradas totalmente repletas de gente expectante y la imponente escenografía que coronaba el escenario. Estaba claro que algo grande iba a pasar. Y así fue. Durante 2 horas, 54 acróbatas, payasos, músicos y cantantes nos dejaron, totalmente, con la boca abierta. Y eso que ya sabía que iba a ver a uno de los mejores circos del mundo, pero no había podido llegar ni a imaginar algo tan fascinante.
¿Cuántas veces permitimos que la vida nos sorprenda así, disfrutándola con los cinco sentidos?
En la primera parte hubo números hipnóticos, como el protagonizado por el especialista en rueda CYR, un gran anillo de aluminio que parecía una extensión de sí mismo, en el que realizaba asombrosas acrobacias y equilibrios. Acompañado de música y voz en directo, su show consiguió conmover a la grada por su enorme belleza, como también lo hizo la pareja del columpio volador que, con unos movimientos coordinados a la perfección, se convirtieron ante nuestros ojos en plumas revoloteando en el aire, bailando en perfecta sincronización. Shows increíbles, mágicos, a los que siguieron otros como los malabaristas de fuego, que consiguieron enmudecer al público, que tan solo salía de su asombro para reírse, a carcajada limpia, con el intermitente número cómico de dos payasos del elenco, curiosamente españoles.

Llegó el intermedio y, con él, una sorpresa inesperada. Tuve la suerte de poder adentrarme en el backstage y conocer en persona a Gamal, Dandino y Ammed, minutos antes de su actuación. Conocidos como The Flying Tunizanis, los tres hermanos son los creadores del impresionante número del trapecio volador con el que se cierra el espectáculo, además de la tercera generación de su familia en elegir el circo como forma de vida.
No hay más que ver unos minutos de sus ensayos para entender por qué su propuesta forma parte de Cirque du Soleil, pero aún así no pude evitar preguntarles cómo habían conseguido llegar a lo más alto. “Nunca soñamos siquiera con estar aquí. Era algo imposible. Pero gracias al trabajo, la constancia, el esfuerzo, las ganas, el amor y la dedicación de tantos años llegamos a ‘Alegría’, tras 25 años de carrera”, comentaba el mayor, desgranando así unos ingredientes claves para el éxito a los que suma el propio valor del tiempo.









Ellos, como tantos artistas circenses, fueron aprendiendo el oficio poco a poco, dedicando todo el tiempo necesario a mejorar individualmente, a perfeccionar cada movimiento y también a lograr una mejor sincronización con el resto del equipo. Y precisamente esa dedicación, sin prisa, es lo que les ha permitido convertirse en unos acróbatas excepcionales con un número único que recorre todo el mundo. Eso sí, “a pesar de que el número está muy trabajado, nosotros seguimos ensayando entre 1 y 2 horas al día antes de nuestro espectáculo, para poder coordinar perfectamente lo que vamos a hacer”, comentaba Ammed, justo en el momento exacto en el que timbre volvió a reclamar la presencia del público en la grada.

CRÓNICAS SIN PRISA
Esta noche detrás de cada número hay dedicación sin prisa, con los cinco sentidos
Serena Marín
Tras el intermedio, el escenario se llenó nuevamente de momentos únicos. Un trío de cintas áreas nos hizo creer, por un momento, que realmente el ser humano podía volar y hacerlo, además, con la belleza de una paloma blanca suspendida en el aire. También que podíamos ser de goma, como la increíble contorsionista y equilibrista que conseguía ejecutar movimientos imposibles, o que incluso diez personas podían realizar una serie de dificilísimos mortales, de forma perfectamente sincronizada, sin apenas despeinarse. Estaba realmente asombrada, impresionada. Por eso, mientras todo esto pasaba, dediqué algunos momentos a observar la reacción del público de las primeras filas. ¿Les estaba ocurriendo lo mismo que a mí? En sus caras también se reflejaba una mezcla de alegría, sorpresa, incredulidad, fascinación... mientras seguían absortos, sin ni un móvil en la mano, observando todos esos momentos irrepetibles que estábamos viviendo. ¡Qué gusto volver a disfrutar así!, pensé, estando presentes, permitiéndonos saborear cada instante como si fuera único.
Entonces, The Flying Tunizians salieron al escenario a poner el broche de oro a una velada llena de emociones. Y, de repente, me vi a mí. Una adulta que, como tantos otros, había vuelvo a ser una niña por un día.
Alhambra sin prisa - ¿Por qué el 60% de los españoles creen que la mayoría de la gente no es capaz de disfrutar la vida con los cinco sentidos?
UNA VELADA PARA CREER EN LA MAGIA DE NUEVO