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Crónicas sin prisa

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¿Por qué el 43% de los españoles tiene más sensación de calma por la noche?

Serena Marín

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“Mi nombre es Serena, tengo 33 años y me he propuesto disfrutar momentos únicos poniendo en práctica la filosofía de vivir sin prisa, apreciando cada detalle de forma consciente. He decidido compartir contigo esta experiencia y aprendizaje de cómo se puede disfrutar de la vida cuando desaceleramos y prestamos atención a los pequeños matices que nos rodean.”

Serenne Marín

ACORDES Y UNA CERVEZA

HOY EL TIEMPO ES MÍO

Publicado

22 Noviembre 2024

Redactora

Serena Marín

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La noche y un concierto, el binomio perfecto para desconectar

Las luces tenues delinean los contornos de una sala que, aún vacía, guarda en silencio la promesa de un encuentro íntimo. La noche en el Teatro Eslava comienza con calma. Cada rincón parece guardar ecos de los espectáculos que le han dado vida a lo largo de los años. Pero esta noche, el escenario es de MARO, la multiinstrumentista y cantautora portuguesa graduada del Berklee College of Music, que conquistó al músico Jacob Collier, quien la invitó a su DJESSE World Tour. Con su voz íntima y su guitarra, MARO crea una burbuja de serenidad donde el tiempo se suspende. Dicen que tenemos más sensación de calma por la noche y debe ser verdad, porque mi cabeza y mi cuerpo empiezan a sentir ese cosquilleo de saber que el tiempo se detendrá cuando comience el concierto y llegue mi momento. El momento Alhambra, ese en el que apagas tus sentidos y sucede lo extraordinario.

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Maro sale después para calentar su maravillosa voz, cálida y envolvente. Me emociona tanto que no puedo evitar aplaudir cuando acaba una de sus canciones. Bajo la luz de los focos me busca y, al acabar, baja a reunirse conmigo. Su hablar pausado, sus expresivas manos, todo transmite una serenidad contagiosa que nos lleva a hablar de la magia de los conciertos y la noche como testigo, de la envolvente que se crea y lo importante que es valorar cada segundo para hacerlo propio. “Es necesario pararse a pensar, pero no de manera excepcional sino siempre, en la vida diaria, en la música, tomar distancia. Somos muy pequeños, y es importante respirar, mirar alrededor y vivir, sin prisa”, me comparte Maro. Una confidencia cargada de intenciones.

He tenido la oportunidad de conocer en primera persona a Maro y a los músicos que la acompañan: Darío Barroso y Pau Figueres; sus compañeros a la guitarra, están en el escenario, probando sonidos, afinando cuerdas, como si cada ajuste fuera una invitación a vivir la noche sin prisa. Nadie parece percatarse de mi presencia y me quedo a un lado, esperando, disfrutando. Maro sale después para calentar su maravillosa voz, cálida y envolvente. Me emociona tanto que no puedo evitar aplaudir cuando acaba una de sus canciones. Bajo la luz de los focos me busca y, al acabar, baja a reunirse conmigo.

Donde comienza la melodía del concierto. Las cuerdas de la guitarra de Darío Barroso y Pau Figueres

Su hablar pausado, sus expresivas manos, todo transmite una serenidad contagiosa que nos lleva a hablar de la magia de los conciertos y la noche como testigo, de la envolvente que se crea y lo importante que es valorar cada segundo para hacerlo propio. “Es necesario pararse a pensar, pero no de manera excepcional sino siempre, en la vida diaria, en la música, tomar distancia. Somos muy pequeños, y es importante respirar, mirar alrededor y vivir, sin prisa”, me comparte Maro. Una confidencia cargada de intenciones.

Mientras el público va llegando, hay una tranquilidad que anticipa la magia por venir. Es de esos conciertos donde sabes que se va a crear un universo paralelo a través de los rasgueos de las guitarras y la dulzura de Maro. Entonces comienza.

No se trata de buscar la canción perfecta, sino de exprimir el tiempo

Y en un susurro, nos transporta a otro lugar, uno donde cada nota se desliza con una suavidad que invita a cerrar los ojos y dejarse llevar. El sonido de su guitarra, acompañado por el toque delicado de su grupo, convierte la sala en un refugio donde cada acorde es un latido, cada silencio un instante para saborear. Desde el primer momento, nos olvidamos del tiempo y nos rendimos al presente.

El 43% de los españoles tiene más sensación de calma por la noche

LA MÚSICA ES UNA INVITACIÓN A VIVIR LA NOCHE SIN PRISA

El ambiente íntimo hace que cada gesto de Maro cobre vida propia. Esta noche no se trata de buscar la canción perfecta, sino de exprimir el tiempo. Porque la música, sobre todo en directo, es un excelente vehículo para lograr conectar a través de las emociones. Entonces, decido mirar a los que tengo alrededor. Un gesto cómplice, dos manos que se entrelazan, una media sonrisa, no hay ni amagos de capturar el momento con el móvil porque nadie quiere romper esa magia. Y es que los grandes artistas tienen como denominador común la maestría en sus composiciones y en su manera de interpretarlas en directo, el cuidado aplicado a todo el proceso artístico y la creación de músicas seductoras y llenas de matices. Como una buena cerveza.

Al terminar el concierto, un aplauso sostenido sella la conexión vivida. Todos nos hemos sentido en una comunidad que ha mantenido un acuerdo tácito durante todo el concierto: olvidarnos del reloj, dejar la prisa fuera. Mientras salgo del teatro, sé que esta noche ha sido un oasis de tiempo, una pausa en la que cada momento ha tenido el espacio para ser vivido y celebrado. Al igual que nos enseña la filosofía de Alhambra, detenerse a disfrutar es un arte, y esta noche lo hemos hecho en cada acorde y cada sorbo. ¿A qué esperas para hacerlo tú? Prueba aquí.

CRÓNICAS SIN PRISA

Esta noche cada acorde es un latido, cada silencio un instante para saborear

Serena Marín

Cuando te dejas llevar por la experiencias Momentos Alhambra, sabes que la música va a conducirte a través de la noche sin prisa, dejando que todos los sentidos se agudicen para no perder detalle y olvidarte de todo lo demás. Y eso exactamente fue lo que paso en el concierto de la deliciosa cantante portuguesa Maro en el Teatro Eslava.

Con luces tenues y un escenario que parecía guardar los ecos de otros encuentros, Maro apareció con su guitarra y nos sumergió en un instante de serenidad, un espacio donde el tiempo parecía estar detenido y solo importaba la conexión. Junto a los músicos Darío Barroso y Pau Figueres, sus acordes y sus guitarras llenaron el teatro de un susurro que invitaba a cerrar los ojos y vivir cada nota.

La magia se expandía en el ambiente; cada rasgueo parecía latir al ritmo de las emociones de quienes la escuchábamos. En un instante de complicidad, se estableció un pacto silencioso entre artista y público: no mirar la hora, no interrumpir con dispositivos, solo estar presentes. La voz de Maro, dulce y envolvente, nos recordó la importancia de saborear cada momento.

Al acabar, un aplauso selló el momento compartido, esa pausa en la que olvidamos la prisa y nos dejamos llevar por la belleza del presente, como invita a hacer Alhambra. Porque detenerse a vivir es un arte que merece su tiempo.

Alhambra

Alhambra sin prisa - ¿Por qué el 43% de los españoles tiene más sensación de calma por la noche?

La noche y un concierto, el binomio perfecto para desconectar