El progreso científico y tecnológico ha diseñado el mundo tal y como hoy lo conocemos. Ciencia y tecnología están tras la mayoría de las actividades de nuestro día a día agilizando procesos, simplificando decisiones y satisfaciendo todo tipo de necesidades que, hace pocos años, era impensable tener cubiertas. También previenen desastres naturales en algunos casos y, en otros, ayudan a mitigar sus consecuencias o a reparar sus daños. Contribuyen al aprovechamiento de cultivos, a solucionar el problema de la escasez de agua o a prevenir la contaminación de los océanos. Ciencia y tecnología han logrado hacer nuestro mundo más sostenible, no solo en términos medioambientales sino también a nivel económico y social. Ya no hay que llevar dinero en metálico para pagar en una tienda. Tampoco perdemos el tiempo en mirar un mapa para encontrar el camino más corto ni esperamos en la parada del autobús deseando que nuestro transporte aparezca en el horizonte. Todas estas tareas cotidianas que nos han hecho evolucionar tienen un factor común en su concepción: el Espacio.
Cuando el ingeniero Juan José Martínez fundó GMV pensó que, quizá algún día, la compañía llegaría al centenar de ingenieros. 40 años después de su creación, GMV es una multinacional tecnológica que ha dejado su impronta en grandes desarrollos tecnológicos mientras continúa diseñando la tecnología del mañana. Una tecnología invisible en muchos casos para el usuario final —el ciudadano— pero que marca incuestionablemente su presente y su futuro. Como explica el director de Desarrollo Corporativo, Marketing y Comunicación de GMV, Pedro Schoch, GMV es una compañía Business to Business y no Business to Client, lo que significa que sus productos no llegan al consumidor de manera directa. Sin embargo, como explica Schoch, “Gracias a los desarrollos tecnológicos de GMV, millones de personas han visto mejorada su vida. Nuestros productos y sistemas permiten a empresas y gobiernos proporcionar soluciones y servicios que tienen un impacto directo en el ciudadano, aunque estos productos y sistemas sean, ciertamente, difíciles de identificar, como puede ser un centro de control de satélites gracias al cual, sin embargo, podemos ver un partido de fútbol, conectarnos a Internet o utilizar el navegador para llegar a un destino concreto”.
La tecnología marca tanto nuestro día a día que tan solo Galileo, el sistema europeo de navegación por satélite, en el que GMV tiene una implicación determinante, presta servicio a unos 4.000 millones de usuarios en todo el mundo. Si este sistema dejara de funcionar las consecuencias serían terribles. Solo a nivel económico, la pérdida de los servicios de Galileo durante una semana provocaría un daño en el PIB de, al menos, un 1%, explican desde la compañía. Muchas de las infraestructuras que permiten la vida en sociedad y que garantizan nuestra seguridad sufrirían, sin Galileo, un apagón masivo.
El Espacio, esencial
El director general de GMV, Jesús B. Serrano, explica que la inversión española en el sector espacial tiene un peso mayor del que el ciudadano imagina. “El Espacio influye cada vez más en la mejora de la sociedad, en la vida de los ciudadanos y en la productividad de las empresas, entre otros aspectos. La actividad espacial es muy importante a nivel comercial, pero también es crucial en el plano institucional”. Como explica el directivo, “algunas infraestructuras espaciales son básicas, al igual que lo son las carreteras, los hospitales o las líneas férreas, por ello España debe seguir apostando por el Espacio, dada la gran repercusión social y económica de dicha inversión”.

La navegación por satélite, junto a otras disciplinas como la cartografía digital y las tecnologías de posicionamiento han hecho posible, también, que el transporte público en España sea uno de los mejores del mundo. “Muchas personas piensan que la tecnología viene de fuera, pero los desarrollos tecnológicos que hay tras el transporte público son íntegramente españoles. Tanto el software como la electrónica de los equipos embarcados de los proyectos en los que participa GMV es diseñada, desarrollada, fabricada e implantada por nosotros”, afirma Miguel Ángel Martínez Olagüe, director general de Sistemas Inteligentes de Transporte en GMV. También la tecnología de GMV está detrás del coche conectado y autónomo, algo que hace pocos años sonaba a ciencia ficción pero que ya es prácticamente una realidad a la que la compañía también ha contribuido con un sistema de posicionamiento de alta precisión, fiabilidad y seguridad. Un logro que ha requerido la colaboración de un nutrido grupo multidisciplinar de ingenieros de la compañía y que ha llevado a la solución de GMV a rodar por las carreteras de Europa y EE. UU.
La tecnología que no vemos facilita nuestro día a día y busca mejorar el mañana, entre otras cosas, prediciendo y analizando el comportamiento del planeta para que podamos actuar ante situaciones extremas como inundaciones, grandes incendios o terremotos. GMV tiene dentro de Copernicus, el mayor programa de observación de la Tierra desarrollado hasta el día de hoy, a uno de los mejores equipos de ingeniería de Europa, siendo una empresa de absoluta referencia en este programa determinante para la Unión Europea. Copernicus proporciona servicios gratuitos en las áreas de cambio climático, atmósfera, medio marino, usos del terreno, respuesta a emergencias y seguridad. Todos ellos orientados a la conservación del planeta y a prevenir y mitigar los efectos de los riesgos globales provocados tanto por procesos naturales como por la actividad humana.

Ciencia y tecnología son también determinantes para la mejora de los tratamientos sanitarios, así como de la detección y prevención de enfermedades. GMV, que nació como compañía con clara vocación espacial, ha sabido transferir sus conocimientos a otras áreas como la sanidad, desarrollando productos encaminados a lograr una sociedad más saludable a través de una mejor atención a los pacientes. Entre los proyectos punteros de GMV en esta área destaca ALISSE, de la Agencia Espacial Europea (ESA) y cuyo objetivo es monitorizar la salud de los astronautas durante las misiones espaciales. El consorcio de ALISSE, liderado por GMV, ha desarrollado tecnologías de inteligencia artificial para guiar y asistir a los astronautas en la adquisición de imágenes por ultrasonido de alta calidad diagnóstica en diferentes órganos que podrían verse afectados por las condiciones extremas de los viajes espaciales tripulados. Pero esta tecnología no solo afectará a los astronautas, sino que incluso ha superado la barrera del espacio para aplicarse en los centros de Atención Primaria con el fin de liberar recursos hospitalarios y reducir la incertidumbre de los pacientes que, en muchos casos, sufren largas esperas para conocer un diagnóstico.
Haciendo realidad la ciencia ficción
Aunque al ciudadano le quede lejos, también la tecnología desarrollada por GMV vela por la sostenibilidad y la seguridad espacial. Cuando, en los años 90, la compañía comenzó a trabajar junto a la ESA en cuestiones de monitorización y seguimiento de basura espacial, los deshechos espaciales todavía no se percibían como un problema. La multinacional ubicada en Tres Cantos fue visionaria, lo que la ha llevado a ser una referencia en Europa en este ámbito. Además de trabajos de detección y monitorización de la basura espacial, GMV cuenta con un laboratorio en el que desarrolla múltiples tecnologías para lograr un uso responsable del espacio. «Desde hace años estamos preocupados por la sostenibilidad en la Tierra, pero también tenemos que concienciarnos de la necesidad de sostenibilidad espacial, ya que nosotros mismos podríamos ser los culpables de tener un entorno espacial que no sea sostenible», señala Jesús B. Serrano.

Entre otras tecnologías de ciencia ficción, GMV desempeña parte fundamental en la misión de defensa planetaria HERA, cuyo sistema de guiado, navegación y control (GNC), desarrollado por la compañía, hará posible acercarse de forma autónoma a un asteroide para caracterizar un impacto previo y obtener datos con un valor incalculable que permitan desarrollar estrategias de cara futuros asteroides que puedan representar un riesgo de impacto contra la Tierra.
Hacer realidad la ciencia ficción no es un cliché, sino una realidad de la que empresas tecnológicas como GMV pueden presumir. Si, hace unos años, nos resultaba impensable conocer con precisión el camino más rápido para llegar a nuestro destino, en poco tiempo también veremos con normalidad acciones ahora futuristas, como ocupar el asiento del pasajero en un coche sin conductor o recibir un diagnóstico preciso en nuestra primera visita a un centro de atención primaria. Detrás de nuestro increíble progreso tecnológico están miles de ingenieros españoles. Así lo resume Jesús B. Serrano: “Contamos con las mentes más brillantes, dedicadas a mejorar no solo nuestro presente, sino también nuestro futuro, desarrollando sin descanso la tecnología del mañana”.