La super woman que ha encontrado el secreto de la felicidad en el corazón de los Pirineos

Gabriela Calvar es madre soltera, empresaria, positiva, fuerte y amante de acoger con positividad los cambios y oportunidades que te ofrece la vida “sin valorar los pros y los contras, solo siguiendo la pulsión de tu corazón”. Cree que arriesgando llegas a lugares que jamás hubieras imaginado. En su caso a un pueblo del Prepirineo catalán con 200 habitantes donde, con sus dos hijos, reconoce haber conectado con lo esencial

Laura Guillén

16 febrero, 2024 - 13:56

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Si la vida de Gabriela fuera el título de una novela sería “Un salto hacia lo desconocido”.  Madre soltera de dos niños, dejó su trabajo de azafata de vuelo en Barcelona y tomo la decisión audaz de cambiar el rumbo de su vida de la noche a la mañana. Vio una preciosa casa con jardín y alquiler asequible en un pueblo del que jamás había oído habar, Gósol, en el Prepirineo catalán y no lo dudó ni un segundo. Allí no conocía a nadie y tampoco tenía trabajo: “Qué hubiera podido pasar, ¿que fuera mal? Pues recogemos y nos vamos, no perdemos nada porque no tenemos nada, solo lo que vivimos cada día”. Gabriela es una prueba viviente de que es posible embarcarse en una travesía hacia una vida valiente, más sencilla pero más significativa.

Cuando Gabriela pisó Gósol se enamoró de su entorno natural y la serenidad que tanto contrastaba con el estrés de la que había sido su vida los últimos años. “Al ser mamá de dos niños vivía llena de prisas y compromisos. Un día les dije a los chicos, ‘vamos a plantearnos qué podemos hacer para ser felices el resto de nuestra vida´. Entonces apareció este pueblo en mi vida y me enamoré porque tenía todo lo que necesitaba: un colegio, un centro sanitario y un jardín en casa”.

Cogió su maleta, a sus dos hijos de entonces 7 y 4 años, y se plantó en Gósol, sin red de apoyo, sin contactos ni trabajo, pero dispuesta probar un modelo de vida diferente.

Que sus hijos fueran y vinieran en bicicleta del colegio con total libertad fue una ganancia inmediata, natural y muy pura que enseguida le hizo sentir que había tomado la decisión correcta. Pero lo que no sabía es que en poco tiempo pasaría de ser una desconocida en Gósol, a una de sus personas más importantes y queridas del pueblo.

Una tienda de alimentación que es como un Centro Social

Quizás el destino nos llama, o quizás lo creamos nosotros, pero cuando Gabriela se dispuso a buscar trabajo a puerta fría, algo mágico sucedió. Encontró cerrada por jubilación una entrañable tienda que llevaba casi un siglo dando servicio, y de nuevo sintió que en lo sencillo está la inspiración para lo pleno. “La dueña me confió todos sus contactos y clientela. Así que ahora soy la propietaria de la tienda, donde comercializo alimentos, artículos típicos de la localidad, recuerdos y también ofrezco el servicio de fotocopias”, añade Gabriela muy satisfecha de ser una chica multi función.

La tienda se ha convertido en un punto de encuentro donde los vecinos comparten no solo sus compras, sino también sus alegrías, tristezas y preocupaciones y ayudó a Gabriela a hacerse conocida en el pueblo: “La gente viene a comprar y de paso me cuenta sus problemas o me pide ayuda porque se le ha estropeado el móvil, sobre todo los mayores. Yo estoy siempre disponible y me encanta aportar a la comunidad y sentir que crecemos juntos”.

En Gósol, Gabriela se siente útil, pero destaca siempre que el intercambio es mutuo: “Yo les aporto mi conocimiento, me considero una persona resolutiva, y ellos me aportan el calor, su experiencia y el cariño de quien se siente agradecido de que alguien joven haya elegido su pueblo para vivir”.