Ni de cerca ni de lejos: la visión intermedia es la más importante para los mayores de 60 años
Una encuesta de la Cátedra en Generación de Valor y Salud Visual de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid desvela la importancia de la visión funcional en las actividades cotidianas de los mayores de 60 años

Los hábitos de los españoles mayores de 60 años han evolucionado en los últimos años y una de las principales consecuencias se presenta en su capacidad de visión. Actividades cotidianas como conducir y sentarse frente al ordenador se suman a otras tan comunes como preparar la comida y asearse frente al espejo, según los datos recogidos en la encuesta “Visión y actividades cotidianas de los mayores españoles”, elaborada por la Cátedra en Generación de Valor y Salud Visual de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Pero ¿qué tienen en común estas tareas tan diferentes? La respuesta está en la distancia a la que se hacen, que requiere el uso de la visión intermedia.
Al hablar de la vista, se suele aludir a la visión de cerca y de lejos, y habitualmente se obvia la visión intermedia, que sin embargo resulta fundamental para garantizar la autonomía de las personas. Si la visión de cerca es la que enfoca los objetos a menos de 40 centímetros de distancia y la de lejos se refiere a los que se encuentran a más de un metro, la visión intermedia es la que abarca ese intervalo en el que ocurren tantas cosas a lo largo del día.

Visión funcional
Los oftalmólogos hablan ya de visión funcional cuando se refieren a la visión intermedia, precisamente por la importancia que tiene para la autonomía personal. De esta forma la diferencian de la visión de cerca, que se utiliza sobre todo para las actividades de ocio, y la de lejos, que se emplea en el exterior. Como explica el doctor Alfonso Arias, presidente de la Sociedad Oftalmológica de Madrid y director de la cátedra responsable de la encuesta, “esta visión funcional es la realmente importante, porque es la que nos permite hacer nuestras actividades cotidianas de forma eficaz”.
De esta circunstancia, afirma Arias, se desprende que “a partir de ahora tenemos que hablar de la visión funcional como el reto para nuestros pacientes; ya lo teníamos en mente y esta encuesta lo ha puesto negro sobre blanco”. En ese sentido, incluso plantea primar este tipo de visión al prescribir gafas: “Hay pacientes a los que les recetas gafas de cerca o de lejos y, dependiendo de su actividad diaria, se las hacen o no. A lo mejor tenemos que hacer hincapié en que se hagan gafas de visión funcional, con las que van a hacer el 80% de sus actividades”.
Independencia y la calidad de vida
Desde el comienzo de la pandemia, la visión funcional ha ganado peso en nuestra actividad diaria y por eso se ha convertido en una capacidad fundamental para garantizar la independencia y la calidad de vida de las personas mayores. De hecho, según la encuesta de la Universidad Rey Juan Carlos, que se presentó en el reciente Congreso de la Sociedad Oftalmológica de Madrid, para los mayores de 60 años la visión intermedia es las más importante en su vida cotidiana a raíz de la situación causada por el covid 19. Nada menos que seis de las diez actividades más comunes que realizan a diario requieren de esta visión funcional.
Algunas de estas actividades son fundamentales para garantizar la autonomía personal, como las relacionadas con la comida. Tanto preparar alimentos para cocinar como comerlos, utilizando adecuadamente los cubiertos, es muy complicado cuando la vista no funciona bien. Pero también hay otras muy comunes, como recuerda Arias, que van desde contar monedas hasta bajar escaleras o salir correctamente de una escalera mecánica. En total, entre las 35 tareas analizadas, el 36,9% requieren un uso principal de la visión intermedia.
Afectación psicológica
El doctor Ángel Gil, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, afirma que “hay muchos hogares en los que la gente mayor vive sola y las dificultades en la visión pueden contribuir a convertirla en dependiente. Cuando hay una pérdida de autonomía, suele ir asociada al aislamiento, a quedarse en casa y no hacer determinadas tareas. Esto merma la calidad de vida y, a su vez, produce una afectación psicológica importante”.
La realización de la encuesta se centró en mayores de 60 años porque, como explica Gil, “a partir de esa edad aumentan una serie de alteraciones en nuestro organismo, y a veces no le prestamos a la visión la atención que deberíamos darle”. Y es que una mala visión contribuye a mermar la calidad de vida de unos pacientes que empiezan a quedarse en casa, algo que la pandemia ha agravado. El consumo de medicamentos, añade, hace que duerman peor y se levanten por la noche, “y la falta visión intermedia facilita accidentes domésticos, con caídas y fracturas”. Por eso, describe la encuesta como “tremendamente relevante”.
Actividades cotidianas
Seis de las diez actividades más comunes que realizan a diario los mayores de 60 años requieren de esta visión intermedia
A raíz de la pandemia, el transporte público ha perdido viajeros en favor del privado, y una buena visión es indispensable para los conductores. Pero no sólo hay que ver lo que ocurre en el exterior del vehículo. Dos actividades tan comunes como mirar por el espejo retrovisor y leer el cuadro de instrumentos requieren de una visión intermedia adecuada. La misma que se requiere para asearse frente al espejo y para ver los precios en los expositores de las tiendas.
Otra costumbre que ha crecido en el último año en los hogares de las personas mayores es el uso de ordenadores y otros dispositivos. La dificultad para ver en persona a los seres queridos ha trasladado el contacto humano a las pantallas domésticas, a una distancia que las sitúa en el rango de la visión funcional. Son, al mismo tiempo, consecuencias de un desarrollo tecnológico que también ha contribuido a multiplicar el uso de la visión intermedia.
La encuesta ha analizado hasta un total de 35 actividades cotidianas en la vida de los mayores de 60 años. Entre el total de mil participantes, el 68,2% afirmaron realizar semanalmente actividades que requieren visión intermedia. Se sitúan así por encima del 64,8% que hacen actividades para las que necesitan ver bien de cerca. En tercer lugar, un 56,8% utilizan habitualmente la visión de lejos para leer rótulos en la calle o practicar actividades al aire libre.
En definitiva, actividades fundamentales como comer o asearse, pero también otras, como relacionarse a distancia con los seres queridos o jugar a juegos de mesa, requieren una visión intermedia que, gracias a la encuesta de la Cátedra en Generación de Valor y Salud Visual de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, a partir de ahora obtendrá la atención necesaria para apoyar la autonomía de nuestros mayores.