Hubo otro Zelenski: el inocente que Stalin ejecutó para ocultar la corrupción y el hambre que había en la URSS
La historia de este comerciante ruso que se llamaba igual que el actual presidente de Ucrania fue rescatada en el libro ‘La historia secreta de los crímenes de la URSS’, publicado en 1955 por Alexander Orlov, el célebre espía que llevó el oro del Banco de España a Moscú en la Guerra Civil española

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Cuando Alexander Orlov murió en Cleveland (Estados Unidos), en 1973, se llevó a la tumba algunos de los secretos más oscuros de la Guerra Civil española y de la URSS. Fue enviado a Madrid por el mismísimo Stalin en el verano de 1936, poco después del golpe de Estado, como enlace del NKVD, la policía política soviética, para ayudar al Gobierno republicano y, especialmente, al Ministerio del Interior. En su nuevo destino jugó un papel muy importante en el envío de armas por parte del gigante comunista comunista, cuyos primeros suministros llegaron en septiembre: más de 600 aviones, 350 tanques, artillería y munición.
Por todo aquel material, muy inferior al que acabaría aportando la Alemania nazi y la Italia fascista a lo largo de la contienda, el Gobierno de Madrid se comprometió a pagar con el oro de las famosas reservas del Banco de España.
Una cantidad ingente de lingotes que Stalin le ordenó directamente a Orlov que embarcara en el puerto de Cartagena en varios buques que salieron rumbo a Odesa en el Mar Negro. Todo ello en una operación autorizada por Largo Caballero y Juan Negrín.
Orlov fue también el brazo de Stalin para purgar a los líderes del POUM, acusados de complicidad con el trotskismo. De hecho, se le atribuye el secuestro y asesinato de Andreu Nin en junio de 1937. Nunca se ha esclarecido el enigma de la desaparición del jefe del POUM, pero hay indicios de que fue trasladado a Alcalá de Henares, donde fue ejecutado en secreto. Fue precisamente estas ejecuciones políticas las que le hicieron desertar en 1938, pues estaban afectando también a muchos de sus amigos y compañeros. Aprovechó una reunión a la que había sido citado en Amberes para fugarse a Canadá con su mujer y su hija. Y se llevó 60.000 dólares de la caja de gastos que administraba.
Nada más llegar a Quebec, advirtió a Nikolai Yezov, responsable del NKVD, que publicaría la lista de agentes de la organización en Europa si le pasaba algo a él o a su familia. En 1953, poco después de la muerte de Stalin, publicó el libro al que vamos a hacer referencia en este reportaje, por incluir los detalles de la muerte de un comerciante soviético que se llamaba Zelensky, como el actual presidente de Ucrania: ‘La historia secreta de los crímenes de la URSS’.
‘La historia secreta de los crímenes de la URSS’
Algunos de los capítulos fueron publicados por ABC en 1955, cuyas denuncias están sustentadas en rumores y fuentes anónimas. Tras la publicación, Orlov fue citado a declarar por el Senado y el FBI. En la comparecencia, sin embargo, este judío bielorruso nacido en 1895, que había luchado en las filas rusas durante la Primera Guerra Mundial, negó ser autor o cómplice de los asesinatos en los que estaba implicado como parte del Estado comunista. Sobre todo, los que hacían referencia a su etapa como guardia de fronteras del GPU, el servicio secreto.
+ infoEn Estados Unidos vivió protegido por la CIA y publicó varios libros y artículos más en los que desvelaba los métodos del estalinismo. También logró un trabajo en la Universidad de Michigan y se trasladó a Cleveland, donde vivió sus últimos años. Por supuesto, le hubiera sido imposible adivinar en aquellos años que, décadas después, se iba a producir la desmembración de la URSS y una guerra entre Rusia y Ucrania, uno de cuyos principales protagonistas se llamaría igual que una de las personas cuya caída al infierno él retrató en su ensayo sobre una de las épocas más oscuras de la Unión Soviética.
La situación el gigante comunista en el momento en el que aparece nuestro personaje, la introduce Orlov en el siguiente párrafo: «Llegó un momento, en 1937, en que a Stalin le fue más urgente apaciguar como pudiese el descontento, peligroso ya, del pueblo, que desmentir lo que se había dicho en el extranjero y ocultar la existencia de esa hostilidad. Por ello prefirió desmentir a los desmentidores, admitir todas las deficiencias y todos fracasos tan tercamente negados hasta entonces y explicarles a las masas trabajadoras de la URSS que todas sus penalidades no las debía a su Gobierno, que hacía todo lo posible por procurarles una vida feliz, sino a los dirigentes de la oposición que, con sus sabotajes, acarreaban al país la pobreza y el hambre».
Chernov y Sharangovich
En aquellos años de hambre, el exespía explicaba que Stalin era consciente de que el pueblo no iba a creer esa «absurda historia si procedía de él», por lo que barajó la opción de que los propios ex dirigentes de la oposición reconocieran con todo detalle cómo supuestamente habían inutilizado los enormes depósitos de víveres, matado al ganado y desorganizado la industria y el comercio, para que le creyeran. Entonces puso toda la maquinaria del Estado a trabajar para que se pusieran en marcha una serie de juicios en los que sus contrincantes fueran acusados de sabotear el racionamiento de la población.
+ infoLos encargados de explicar en el juicio público cómo se desarrollaba la trama de corrupción fueron dos de los acusados: Miguel Chernov y Vasily Sharangovich. Stalin los escogió porque sabía que ambos evocaban terribles recuerdos en los campesinos de Ucrania, durante los terribles años del Holodomor. El primero fue el comisario del Pueblo de Agricultura que llevó a la práctica la política brutal de Stalin en las aldeas y dirigió la «requisa forzosa y cruel del grano en toda Ucrania en 1928». El segundo era secretario del Comité Central del Partido Comunista de la República de la Rusia Blanca que, por orden de Moscú, había colectivizado las fincas
Chernov y Sharangovich no eran viejos bolcheviques ni habían pertenecido a la oposición. Entraron en el Partido cuando la guerra civil ya había terminado y fueron ascendidos después de la muerte de Lenin, por lo que le debían algún que otro favor al partido. El dictador lo aprovechó y los colocó en el proceso contra Zelensky y el resto de compinches disfrazados de conspiradores. Les ordenó que declarasen públicamente que eran agentes al servicio de los jefes de la trama corrupta y que habían seguido sus instrucciones para volver a los campesinos contra el Gobierno de Stalin. Entre estas, Orlov enumeraba: «Delimitar erróneamente el área de las cosechas y reducir su volumen para que se recolecte menos, estropear los tractores, las segadoras y el resto de maquinaria agrícola y contaminar los graneros con bacilos».
«Un viejo bolchevique llamado Zelensky»
Eso le dio a Stalin la excusa para poder explicar la mala situación del régimen como consecuencia de estos los sabotajes de la oposición. Todo lo positivo de la industrialización era atribuido al dictador comunista, mientras que todos los fracasos, a los opositores. Stalin pensaba en el bienestar de su pueblo y sus contrincantes fomentaban las privaciones y provocaban toda clase de penalidades para levantar al pueblo en su contra. Y con la misma imaginación, describía las actividades de sabotajes en los ferrocarriles, acusando a sus oponenetes de los accidentes más graves.
+ infoPero el mayor espectáculo de aquel proceso judicial lo montó Andréi Vyshinski, el fiscal general de la URSS entre 1935 y 1939 y ministro de Asuntos Exteriores entre 1949 y 1953, basándose en la declaración de «un viejo bolchevique llamado Zelensky», escribía Orlov en su libro. Cuenta que este dijo que él y de sus cómplices que habían desorganizado adrede el comercio para privar de víveres a la población. «Sabiendo que el pueblo ruso sufría una desnutrición crónica, Stalin quiso aprovechar esta desgracia para encizañar a la gente contra sus acusados, librándose él de toda responsabilidad en la tremenda escasez de alimentos y artículos de primera necesidad».
El procesado Zelensky repitió como un papagayo ante el Tribunal todo lo que le habían metido en la cabeza durante los interrogatorios. Dijo, siempre en palabras de Orlov, que cuando él dirigía la Unión de Cooperativas de Consumidores ‘Centrosoyuz’, provocó muchas interrupciones en el suministro de víveres a la población y que, debido a su sabotaje, los almacenes de la Cooperativa no tenían azúcar, sal, tabaco, ni muchas otras cosas. También declaró que había introducido en la red comercial de dicha cooperativa la práctica de «mal medido, mal pesado y más caro».
El interrogatorio a Zelensky
El ‘leit motiv’ de la declaración de Zelensky era que los jefes de la oposición no se paraban ante nada con tal de levantar a la gente contra Stalin. Pero a Vichlnsky no le bastaba con eso. Sabía lo que Stalin deseaba y, conociendo el feroz odio que sentía el pueblo hambriento, añadió algunos trucos inventados por él para desviar el odio del pueblo hacia los enemigos políticos del dictador soviético: «¿Y de la mantequilla qué me dice usted? ¿Qué ha sido de la mantequilla gracias a la actividad criminal de todos ustedes?», preguntó con insolencia, para que las madres soviéticas sintieran una terrible indignación. Sabía que toda una generación de niños soviéticos nacidos después de 1927 no habían probado jamás la mantequilla. En los terribles años de hambre acaecidos entre 1928 y 1935, los ciudadanos solo podían ver este producto en los escaparates de las tiendas de lujo.
+ infoEn 1935, al ser abolido el racionamiento, apareció la mantequilla en las tiendas corrientes, pero al precio de veinticinco rublos la libra, o sea, lo que ganaba un obrero en cinco días. Naturalmente, ni se le pasaba por la cabeza comprarla antes que el pan, las patatas y la verdura. En el proceso, el fiscal Vichinsky quiso qué Zelensky declarase que los cabecillas de la oposición tenían la culpa de que los rusos no pudiesen comprar mantequilla en una conversación bastante delirante y surrealista:
«—¡Lo que me interesa es que me hable usted de la mantequilla! Habló usted de la sal, del azúcar y de cómo evitó por medio del sabotaje que la población pudiera adquirir estas cosas. Pero, ¿qué pasaba con la mantequilla?
—En los distritos rurales no vendíamos mantequilla.
—No le estoy preguntando a usted qué vendían—replicó Vichinsky, irritado—. Le estoy pregunta que, aparte del azúcar y de la sal, ¿qué sabe usted de la mantequilla?
—Ya le he dicho que las cooperativas no venden mantequilla en los distritos rurales.
—Usted no está aquí como representante de una cooperativa, sino como miembro de una organización clandestina, como conspirador. Por eso le pregunto: ¿sabe usted algo de la mantequilla?
—No».
Esta última respuesta la expresó Zelensky bastante desconcertado. En aquel momento el presidente del Tribunal le llamó al orden para que no eludiera el asunto. A partir de entonces, nuestro protagonista obedeció y ya no contradijo al fiscal. Siguiendo la pauta marcada por Vichinsky, reconoció que los jefes de la oposición tenían toda la culpa de que el pueblo ruso careciera de mantequilla. También dijo que los miembros de la conspiración metían pedazos de vidrio y clavos en la mantequilla. Y el acusado continuó con su declaración cual autómata, para mantener contento al fiscal:
«—¿Podemos considerar que su respuesta vale para las actividades criminales de todo el grupo?
—Desde luego.
—¿Sabía usted, pues, que esa gente metía pedazos de vidrio en la mantequilla con los que se destrozaban las gargantas y los estómagos de nuestros ciudadanos?
—Sin duda alguna.»
La sentencia
La sentencia tras aquella pantomima de juicio siguió al pie de la letra las directrices de Stalin, basadas en la idea de que un país tan rico en recursos como la Unión Soviética no puede sufrir la escasez de productos. Si esta se produce, la culpable siempre será una organización criminal como la que allí se juzgaba. «Ahora sabemos con toda claridad por qué se han producido estos periodos de escasez de víveres, increíbles para los que conocen la abundancia con que disponemos de toda clase de alimentos. ¡Son estos traidores los responsables de ello!».
+ infoZelensky y los otros supuestos cabecillas fueron fusilados de inmediato, pero nunca se habló después de porque, si la organización criminal de por medio, las condiciones de vida de las clases trabajadoras de la URSS no mejoraron. De hecho, todavía empeoraron más. «Ejecutados los culpables, siguió faltando de todo, por la sencilla razón de que los verdaderos culpables de las privaciones y de la esclavitud permanecen en el poder».
‘La historia secreta de los crímenes de la URSS’ de Orlov está escrita sin referencias a fuentes primarias o documentos oficiales. Cuando se publicó, la mayoría de los hechos narrados eran casi imposibles de verificar, puesto que prácticamente todos los testigos habían sido asesinados durante las purgas estalinistas. Aún así, muchos historiadores creen que hay fondo verídico en las historias de este antiguo espía de Stalin que se refugió en Estados Unidos protegido por la CIA.