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El siniestro «genocidio» de Hitler en Kiev que Putin está repitiendo en la vecina ciudad de Bucha

Los crímenes de guerra cometidos en esta localidad cercana a Kiev, donde han aparecido cientos de cadáveres con un disparo en la nuca tras la huída de los rusos, recuerdan a los periodos más oscuros de la Segunda Guerra Mundial y el Holodomor anterior

El cadáver de un ucraniano tirado en la calle, junto a una imagen del genocidio nazi en Ucrania, en 1941
El cadáver de un ucraniano tirado en la calle, junto a una imagen del genocidio nazi en Ucrania, en 1941 - REUTERS / ABC
Israel Viana
MADRIDActualizado:

Rusia ha sido víctima de dos genocidios a lo largo del siglo XX. El último fue perpetrado por Hitler en 1941, cuyo fantasma se ha despertado ahora, después de que hayan aparecido cientos de cadáveres con claros síntomas de haber sido ejecutados por los rusos en Bucha, una pequeña localidad de 28.000 habitantes a 55 kilómetros de Kiev. De hecho, esta ya ha sido bautizada como «la pequeña Babi Yar», en referencia a esta última matanza de los nazis que algunos de los vecinos más viejos vivieron de cerca.

Los supervivientes de Bucha han sido testigos, en los últimos días, de como este municipio se ha convertido en el ejemplo perfecto del «genocidio» que Rusia está perpetrando en Ucrania.

De ser confirmado por la Unión Europea, el tercero en la historia reciente del país. Así lo describe el actual negociador del Gobierno ucraniano, Mijail Polodiak: «Los cuerpos de personas con las manos atadas, asesinadas a tiros por soldados rusos, yacían en las calles. Estas personas no estaban en el Ejército. No tenían armas. No representaban ninguna amenaza».

Desde que se produjo la liberación de Bucha, los servicios de rescate ucranianos tratan de retirar los cadáveres de las calles. Muchos de ellos se acumulan en fosas comunes, en los bajos de los edificios o en las mismas casas. Lo que más ha escandalizado a la comunidad internacional es que la mayoría de ellos presentan un disparo en la parte posterior de la cabeza, lo que ha provocado que se ponga en marcha una investigación promovida por Estados Unidos, la UE y la ONU.

El presidente Volodímir Zelenski lo ha calificado también de «genocidio» en una entrevista para la CBS. «Es la eliminación de una nación entera y su pueblo. Somos ciudadanos de Ucrania. Tenemos más de cien nacionalidades. Esto va de la destrucción y exterminación de todas ellas», denunció. La fiscal general ucraniana, Irina Venediktova, informó por su parte de que se han contabilizado 410 cadáveres en las zonas recuperadas en los últimos días en la región de Kiev. Casi todos estaban en las calles de Bucha y, de ellos, 140 ya han sido examinados.

Babi Yar

El alcalde de Kiev, Vitaly Klitschko, calificó lo ocurrido en Bucha como su presidente: «Solo puede describirse como genocidio. Son crueles crímenes de guerra de los que Putin es responsable». Uno de los vecinos de la capital entrevistado por el enviado especial de ABC, Mikel Ayertarán, advirtió: «Hay mucho miedo a que vuelvan, pueden hacerlo en cualquier momento. En nuestro barrio no podíamos salir ni a bajar la basura. Había rusos por todas partes y nos amenazaron con abrir fuego si nos asomábamos por la calle».

Reportaje sobre el genocidio ruso en Ucrania+ info
Reportaje sobre el genocidio ruso en Ucrania - ABC

Son muchos los testigos que han visto en las imágenes de Ducha lo que ocurrió en los tiempos más oscuros de la entrada de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial e, incluso, del otro genocidio del que fueron víctimas en los años 30 del siglo pasado: el Holodomor. El terror con que lo viven es el mismo, sin duda, tal y como recordaba Polina Dudchenko, una doctora de Kiev cuya familia fue víctima de la matanza de Babi Yar, con las más de 33.000 personas ejecutadas en tan solo dos días de septiembre de 1941.

«Los nazis les dijeron a todos los judíos que vinieran al barranco con sus documentos y pertenencias. Se rumoreaba que los iban a enviar a trabajar a Alemania. Mi abuela comenzó a empaquetar sus cosas, pero mi abuelo le dijo: ‘Quédate en casa con nuestro hijo. Mi hermano y yo iremos a ver qué pasa’. Ambos fueron con su madre y ninguno regresó», contaba a EFE hace siete meses. Dudchenko recordaba también que, en los días posteriores, su abuela se encontró con un conocido que se sorprendió al verla: «¿Cómo estás todavía viva y no en Babi Yar?», le preguntó. Después de aquello, se pasó mucho tiempo escondida y ocultando sus raíces judías.

La historia se repite

«Necesitamos recordar lo que pasó, porque si no lo hacemos, estas atrocidades pueden repetirse», añadía la doctora, pero parece que se está repitiendo, pues los crímenes rusos en Bucha se han bautizado, además de como «la pequeña Babi Yar», también como «la nueva Srebrenica». La organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) denunció en un informe reciente que en las zonas bajo control ruso se han cometido «ejecuciones sumarias» y «otros graves abusos» que podrían constituir crímenes de guerra.

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Víctimas del Holodomor - ABC

Una de esas ejecuciones sumarias que han sido denunciadas por HRW se produjo el 4 de marzo. Según una mujer entrevistada por la organización, tropas rusas juntaron a los vecinos en la plaza principal de Ducha e inspeccionaron sus documentos de identidad y teléfonos móviles, además de preguntarles quiénes pertenecían a las fuerzas de defensa territorial. Más tarde cogieron a cinco hombres y les ordenaron arrodillarse en el suelo. «A uno de ellos le dispararon en la cabeza», declaró. Dice que, luego, el comandante ruso comentó al resto de vecinos: «Estamos aquí para limpiaros de esta escoria».

Tras la retirada de las fuerzas, los medios de comunicación han informado también del hallazgo de decenas de cuerpos sin vida maniatados, abandonados en las calles de la localidad. Putin, sin embargo, lleva meses pregonando que hay que «desnazificar» Ucrania, obviando que los ucranianos fueron víctimas de las mayores atrocidades nazis cometidas en Babi Yar. Fueron tan sobrecogedoras que, de hecho, Shostakóvich le dedicó su sinfonía número 13, a la que bautizó con el nombre del siniestro barranco.

Hitler entra en Kiev

Vasili Grossman y Iliá Ehrenburg comenzaron también su famoso ‘Libro Negro’ con el mismo suceso, el cual contaba la llegada de las tropas de Hitler a Kiev el 19 de septiembre de 1941. Esa invasión formaba parte de la ‘Operación Barbarroja’ con la que el dictador germano quería invadir y aplastar a la Unión Soviética. Nueve días después, los nazis distribuyeron folletos por toda la capital con este mensaje: «Todos los judíos residentes en Kiev y alrededores deben presentarse mañana lunes a las ocho de la mañana en la esquina de las calles Melnikovsky y Dokhturov. Deben portar sus documentos, dinero, objetos de valor y ropa de abrigo. Cualquier judío que sea encontrado en algún otro lugar será fusilado».

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Presentación en exclusiva de las memorias de Kruschev, en 1970 - ABC

Pero dio igual, porque fueron fusilados todos a una velocidad de vértigo. Más de 33.000 inocentes entre el 29 y el 30 de septiembre de 1941. Según iban llegando, los guardias les conducían hasta un punto del barranco, les desnudaban, comprobaban que no llevaban dinero ni otros objetos valiosos y, tras situarles al borde del precipicio, ponían la música a todo volumen y hacían sobrevolar un avión para que no se escucharan los disparos ni los gritos. Fue, como consideran muchos historiadores, el episodio con el que Hitler dio el pistoletazo de salida al Holocausto.

Esta atrocidad puede considerarse como la continuación de la masacre que Stalin había provocado una década antes en Ucrania, con la excusa de la colectivización de las tierras que acabó con la vida de más de diez millones de campesinos entre 1928 y 1933. Un genocidio que el mismo Putin ha pasado por alto durante sus críticas a los ucranianos de los últimos meses, pero que incluso el expresidente de la URSS, Nikita Kruschev, denunció en sus memorias de 1970.

Canibalismo en Ucrania

«¿De cuánta sangre derramada en nuestro país fue responsable Stalin?», se preguntaba el expresidente soviético en su autobiografía, donde incluía episodios de Ucrania como el siguiente: «Empecé a recibir informes oficiales relativos a las muertes por inanición. Luego, comenzó el canibalismo. Una cabeza humana y dos pies se habían encontrado debajo de un pequeño puente. Al parecer, el cuerpo había sido devorado. Kirichenko me comunicó que había ido a una granja colectiva y describió la escena que encontró: ‘La mujer tenía el cuerpo de su hijo sobre una mesa y lo estaba despedazando. Mientras lo hacía, charlaba sin cesar: ‘Ya nos hemos comido a Manechka. Ahora salaremos a Vanechka. Esto nos mantendrá vivos durante un tiempo’. ¿Puedes imaginártelo? ¡La mujer se ha vuelto loca por el hambre y había descuartizado a sus propios hijos!”».

El año pasado, sin embargo, Putin presionó al Parlamento ruso para que aprobara una ley que impidiera igualar las fechorías de Hitler con las de Stalin y el resto de mandatarios de la Unión Soviética. Y lo consiguió, a pesar de que en 2019 la Unión Europea situó oficialmente al comunismo al mismo nivel que el nazismo, con una resolución en la que se condenaba que «ambos regímenes cometieron asesinatos en masa, genocidios y deportaciones». Este lunes, el mismo organismo ha prometido nuevas sanciones tras acusar a Rusia de cometer «atrocidades» en la ciudad de Bucha.

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