La marquesa que intentó chantajear al Rey para ser Grande de España
«Comienzo a creer que la Monarquía no sabe o no quiere recompensar a sus servidores y que el porvenir de mi país está quizá en la República, cuyo advenimiento podría anticiparse con aportación de fondos», escribió Pilar de Squilache a Alfonso XIII en una carta
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«La fiesta anoche celebrada en el palacio de los Villahermosa, morada de la ilustre marquesa de Squilache, fue, por su hermosura y fastuosidad, digna de aquellos tiempos en que la vida de sociedad alcanzaba su mayor esplendor. Pocas veces se habrá visto ni más selecta concurrencia, ni mayor número de bellezas reunidas», informaba ABC el 26 de mayo de 1914.
Hasta los Reyes aceptaron la invitación de la famosa dama a este sonoro cotillón que reunió a más de mil invitados. Alfonso XIII acudió con uniforme de almirante y Victoria Eugenia, «de blanco, elegantísima y bella, como siempre». Al pie de la alfombrada escalera, la marquesa de Squilache recibió a sus augustos invitados con un «precioso traje de raso negro, recamado de oro», según refirió Rubryk, el cronista de sociedad de este periódico.
Aún con más detalle describió el historiador Melchor de Almagro San Martín (1882-1947) a la orgullosa marquesa en 'La pequeña Historia. Cincuenta años de vida española'. «Con cerrada corona feudal de brillantes sobre el túmulo de los cabellos, ahora castaños, airón de ave del paraíso; collar de perlas pendiente hasta el filo del vestido; hebillas de diamantes; banda de María Luisa que cruza el abultado pecho escotado, donde refulgen las piedras preciosas de sus condecoraciones, larguísima cola y gesto heráldico», aguardaba la ilustre señora a los monarcas aquel día. La marquesa de Squilache no ocultaba su satisfacción. En aquellos años había alcanzado su cenit social a fuerza de voluntad... y de carácter.
+ infoEl 23 de enero de 1910, los periódicos publicaron la relación de gracias y mercedes concedidas con motivo del santo de Alfonso XIII. en la que figuraban toisones, grandes cruces de Carlos III y de Isabel la Católica o bandas. Melchor de Almagro contó que la marquesa de Squilache devoró aquella lista, buscando su nombre entre los agraciados. Estaba segura de figurar en ella, después de tantos esfuerzos como había hecho.
Aunque no pertenecía a la nobleza de primera fila, Pilar León y de Gregorio había logrado convertirse en «centro y signo de la vida madrileña durante la Regencia y casi todo el reinado de Alfonso XIII», según el historiador.
Criada en Cuba, se había casado tres veces y había hecho fortuna, sobre todo tras su último matrimonio con el rico malagueño don Martín Larios. Sin descendientes, viuda, rica y ambiciosa, se prodigaba organizando fiestas y en obras de beneficiencia. La prensa hablaba con frecuencia de ella.
Solo le faltaba llegar al puesto social que se había propuesto: ser Grande de España. Se creía merecedora de tal distinción. Por eso, al no figurar en la lista, le invadió un arrebato de cólera y escribió al Rey una carta amenazadora.
«Señor -decía la misiva que reprodujo 'La pequeña Historia'-: acabo de leer con sorpresa e indignación, la lista de mercedes regias que traen los periódicos con motivo del santo de vuestra majestad. Ninguna de las personas en ella incluidas ha hecho por España y por vuestra majestad la cuarta parte de lo que yo hice. Comienzo a creer que la Monarquía no sabe o no quiere recompensar a sus servidores y que el porvenir de mi país está quizá en la República, cuyo advenimiento podría anticiparse con aportación de fondos».
+ infoMelchor de Almagro contó que al día siguiente la marquesa recibió dos cartas de Palacio. En una, firmada por Emilio Torres, el presidente del Consejo le decía que no había querido entregar su carta al Rey, pues entendía que la había escrito en un momento de ofuscación. La otra, firmada por el monarca, rezaba: «Tengo el gusto de comunicarle que acabo de firmar la concesión de la Grandeza de España para V. y quiero ser el primero en felicitarla...».
«La honrosa distinción concedida a la marquesa de Squilache será acogida con satisfacción y aplauso no solo por la sociedad de Madrid, en la que goza generales simpatías la ilustre dama, sino por las clases populares, por las gentes humildes a las que tantas veces llegaron los beneficios de la caridad de la generosa dama, toda amor para los desvalidos. La merced otorgada por el Rey es recompensa justa a los merecimientos de la organizadora de tantas nobles empresas, de la dama ilustre que siempre puso su inteligencia y su actividad, su generoso desprendimiento y los entusiasmos de su alma al servicio de toda obra de patriotismo y de toda empresa de amor y caridad», escribía el diario La Época y secundaba ABC el 28 de enero.
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