La propuesta ha sido lanzada en la 63 Comisión Ballenera Internacional y abarcaría desde el Ecuador hasta los límites del Océano Austral
Durante la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que se realiza hasta mañana en la isla de Jersey, Brasil y Argentina pusieron de nuevo en el orden del día un proyecto de refugio para el Atlántico Sur, que se sumaría a dos grandes reservas ya existentes en el Océano Índico (desde 1979) y en el Océano Austral (1994).
«La finalidad de una reserva es fortalecer la moratoria. Si un día se abre, se conservan grandes porciones de océanos cerrados a la caza comercial», explica Vincent Ridoux, miembro del comité científico de la CBI, la única instancia de gestión de los grandes cetáceos.
Sin embargo, hay pocas probabilidades de que la propuesta sea adoptada este año, pues «forma parte de las cosas que los japoneses rechazan sistemáticamente», destacó Ridoux, miembro de la delegación francesa.
Japón continúa capturando pequeños rorcuales en la reserva del Océano Austral cada año, en el marco de su llamada caza científica, ante la cólera de los defensores de los cetáceos.
«Para nosotros lo más importante es enviar una señal política y conservar el tema en el orden del día», destacó el responsable de la delegación brasileña, Marcus Paranagua.
Proteger todo el ciclo vital de las ballenas
Una reserva en el Atlántico Sur sería útil para, al menos, siete especies, entre las cuales se encuentran la ballena azul, la ballena jorobada, la ballena franca y el rorcual común, según Javier Rodríguez, un profesor de biología costarricense y fundador de la Fundación Promar.
La creación de una nueva gran reserva en el Atlántico Sur, cuyos límites irían desde el Ecuador hasta los límites del Océano Austral, permitiría sin duda proteger de un modo más eficaz a las ballenas que recorren miles de kilómetros.
«La ballena jorobada, por ejemplo, pasa su temporada de reproducción en las aguas cálidas y su temporada de alimentación en las aguas frías, lo que significa que el refugio del Océano Asutral no es suficiente», explica Willie McKenzie, un militante británico de Greenpeace. «Al crear una reserva más grande, se protege todo el ciclo vital de la ballena», agrega.
Desarrollar el turismo en torno a las ballenas
Más allá de la simple preservación de las ballenas, el objetivo de los países sudamericanos, apoyados por Sudáfrica, estriba en desarrollar una actividad turística en torno a una población de ballenas con buena salud, recordó Vincent Ridoux, refiriéndose a la observación de estos cetáceos.
Para muchos países que no son cazadores, las ballenas permiten atraer a los turistas. Según un estudio, el primero de este tipo, presentado durante la reunión de la 62 Comisión Ballenera Internacional, celebrada en Agadir en 2010, esta actividad permitiría ganar 3.000 millones de dólares anuales y crear 24.000 empleos en el mundo.
De manera regular desde hace unos 10 años, los sudamericanos apoyan este proyecto, que para ser adoptado debe obtener la aprobación de las tres cuartas partes de los 89 miembros de la CBI.


