Cómo cerrar el círculo virtuoso del agua
Reciclar, regenerar y reutilizar el agua, mejorando infraestructuras y aplicando procesos de digitalización en el trayecto, permiten su uso eficiente y responsable

Aparentemente todo está en orden. Abrimos el grifo y ese recurso tan preciado e indispensable, sin el que seríamos incapaces de sobrevivir, fluye como si nada. Pero lo cierto es que ese simple gesto genera en ocasiones una falsa sensación de sencillez frente a la complejidad que tiene su gestión, y una seguridad que nos hace complicado concienciarnos para su conservación. El agua, sin embargo, es un recurso limitado.
Para contextualizar la situación y comprender los retos basta con acudir a los datos que manejan instituciones como la Unesco. Y es que el último Informe Mundial de la ONU sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2023 no deja lugar a la duda: aproximadamente, el 26% de la población mundial carece de acceso a servicios de agua potable, y el 46% no tiene acceso a servicios de saneamiento. Por no mencionar que entre 2.000 y 3.000 millones de personas sufren escasez de agua durante al menos un mes al año. Tomar partido y actuar contra este problema es urgente.
Además, se prevé que la población urbana mundial que sufre esa carencia de agua se duplique, pasando de 930 millones en 2016 a unos 2.400 millones de personas en 2050. Y, por si fuera poco, la creciente incidencia de sequías extremas y prolongadas también está estresando los ecosistemas -más del 85% de la superficie natural de humedales ya se ha perdido y el 75% de la superficie terrestre se ha alterado significativamente- con consecuencias nefastas para las especies vegetales y animales.
Pero más allá del riesgo para la biodiversidad, sectores clave como el económico e industrial, con importantes consecuencias sociales, también se están viendo afectados. En las últimas dos décadas se han producido unos 120 billones de euros en pérdidas económicas como consecuencia de las sequías, y se estima una reducción del 6% del PIB en algunos países para 2050 por la escasez de agua.
De lo global a lo local
Como trasfondo de esta problemática líquida, no se puede obviar la incidencia del cambio climático junto a otros aspectos, como el consumo humano o la cantidad total de agua dulce que se utiliza para producir bienes y servicios, que también generan importantes tensiones.

Esta situación acuciante a nivel global tiene sus particularidades también a nivel local. Según el Informe sobre la Gestión de la Sequía en 2023, presentado conjuntamente por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el 14,6% del territorio español está en emergencia por escasez de agua y el 27,4% en alerta debido a que la precipitación media global se sitúa un 17,1% por debajo del valor normal de referencia.
Como consecuencia, la reserva en los embalses ha disminuido considerablemente en los últimos 10 años. Los datos, a septiembre de 2023, muestran que los umbrales están especialmente bajos: la reserva hídrica española se encuentra al 37% con 20.734 hm3 acumulados, siendo las cuencas del Guadalquivir (19,1%) y las internas de Cataluña (23,3%) las que atraviesan las situaciones más graves. Una coyuntura con indudables efectos negativos a nivel económico y social.
Hay espacio para la esperanza
Sin embargo, no está todo perdido. Aún podemos velar por la disponibilidad de un recurso tan valioso si, como sociedad, pensamos globalmente y actuamos localmente. Más allá de lo que individualmente podamos hacer cada uno o de la respuesta de las autoridades -y la pertinente inversión pública-, el tejido empresarial desempeña también un papel fundamental en la ecuación.
No en vano, como punto de partida, compañías como Cepsa se han fijado objetivos para reducir su huella hídrica -entendida por la cantidad total de agua dulce que utiliza en sus procesos de producción-. En su caso, la energética aspira a reducir en un 20% la captación de agua dulce en zonas de estrés hídrico en 2025, respecto a su utilización en 2019. Esta decisión, que es una de las más ambiciosas del sector energético, supondrá un ahorro de más de 3 millones de metros cúbicos de agua dulce al año. Una iniciativa que tiene que ver con el fomento de la circularidad y el uso eficiente del agua con el objetivo claro de reducir su huella hídrica y realizar una gestión sostenible de este recurso.

De este modo, Cepsa identifica y evalúa de forma constante los impactos derivados de sus operaciones. Así, es capaz de controlar y hacer seguimiento de los volúmenes de agua que utiliza, apoyándose en modelos de economía circular mediante los que adecúa sus instalaciones y centros industriales para garantizar procesos de recuperación, regeneración y reutilización, que en última instancia permitan reducir su captación de agua dulce.
Reciclar, regenerar y reutilizar el agua
Sin ir más lejos, la energética ha redoblado esfuerzos a la hora de alargar la vida útil del agua y ha puesto en marcha varias iniciativas que refuerzan su compromiso. Para ello, ha acordado con la empresa pública de Aguas y Servicios del Campo de Gibraltar (Arcgisa) emplear en sus instalaciones el agua reciclada de la futura estación depuradora de aguas residuales de la comarca, lo que llevará a reutilizar los 4,2 millones de metros cúbicos de agua que va a tratar esta depuradora anualmente en lugar de verterlos al mar, el equivalente al consumo de agua aproximado de más de 21.000 hogares de cuatro personas.
El uso previsto del agua reutilizada estará orientado a los procesos industriales de la compañía, que incluyen la producción de hidrógeno verde mediante la electrolisis del agua en su Parque Energético San Roque (Cádiz). Precisamente, esta iniciativa está enmarcada dentro del proyecto más ambicioso de hidrógeno verde de España, y uno de los más importantes de Europa, que posibilitará la puesta en marcha del denominado Valle Andaluz del Hidrógeno Verde con la creación de dos nuevas plantas de generación de este vector energético en sus instalaciones de San Roque y en su otro parque energético, ubicado en Palos de la Frontera (Huelva).
En definitiva, se trata de uno de los proyectos pioneros de economía circular en España a través del uso de aguas urbanas para uso industrial, una práctica que, según la Unión Europea, puede llegar a reducir de forma global el consumo de agua potable en un 5%.
La excelencia en la gestión, certificada
No son pocos los retos y desafíos que plantea el hecho de que el agua sea un recurso limitado. La concienciación sobre la importancia de su conservación es la base sobre la que cimentar las acciones a emprender para un correcto consumo y una adecuada gestión. Reciclar, regenerar y reutilizar el agua, mejorando las infraestructuras y aplicando procesos de digitalización a través del uso de nuevas tecnologías y big data, permitirá su uso eficiente y responsable, y cerrará un círculo virtuoso que se ha convertido en el leitmotiv de Cepsa para minimizar su huella hídrica, pero que también debe ser el de todos.