El murciélago diabólico

El médico rural de Heathville, el doctor Carruthers, decide vengarse de los propietarios del negocio de perfumería Heath & Morton, que han conseguido hacerse ricos gracias a las fórmulas que él les vendió por unos pocos dólares. Para ello usará un murciélago al que ha conseguido, mediante impulsos eléctricos, hacer alcanzar dimensiones gigantescas. El animal ha sido entrenado para atacar cuando percibe el olor de un perfume que el propio doctor ha producido y que se encarga de hacer llegar a sus futuras víctimas.

“El murciélago diabólico” fue una de las producciones más absurdas y baratas del subgénero de científicos chalados que proliferaron en la década de los 40. Producida por los modestos estudios Monogram, Republic, PRC, donde Bela Lugosi recayó y trabajó durante toda la postguerra americana (después de haberse convertido en el ya mítico conde Drácula de la Universal) y donde su adicción a las drogas y el alcohol empezó. Y a pesar del nimio presupuesto y de la absurdidad del guión, la película obtuvo el suficiente éxito para provocar una secuela, “The Devil Bat’s Daughter”, que no mantiene ningún tipo de relación argumental con la original, a excepción del título.