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El agua,
como recurso escaso e imprescindible para la vida, se
presenta como uno de los problemas clave de la humanidad
en el siglo XXI. De hecho, buena parte de los conflictos
políticos, que en ocasiones desembocan en enfrentamientos
bélicos, tienen sus raíces en las disputas hidráulicas.
De ahí la importancia del lema que titula la Expo 2008, «Agua
y desarrollo sostenible».
La propia ONU admite en un informe sobre sobre los recursos hídricos
que, «aunque se están abordando los problemas derivados
de una prestación inadecuada de servicios de agua y de la
disminución de los recursos hídricos, rara vez se
abordan las causas que los originan». Entre estas causas,
señala, «se encuentran los desequilibrios de poder,
los modelos de comercio injusto entre distintos países y
dentro de ellos, así como el déficit de democratización».
Según Naciones Unidas, «debido al crecimiento de la
población urbana, muchas grandes ciudades se han visto obligadas
a importar agua de cuencas cada vez más lejanas, ya que
las fuentes locales de aguas superficiales y subterráneas
han dejado de satisfacer la demanda de agua, por agotamiento o
contaminación».
En 2000, añade, más de 900 millones de habitantes
de zonas urbanas (casi un tercio de la población urbana
mundial) vivían en barrios marginales y un residente de
una de estas zonas dispone de cinco a diez litros de agua al día,
mientras que un hogar de ingresos medios o altos de la misma ciudad
puede consumir entre 50 y 150 o más litros al día.
El crecimiento demográfico y la expansión de las
actividades económicas «están imponiendo fuertes
exigencias a los ecosistemas costeros y de agua dulce». Como
ejemplo, la ONU señala que, desde 1900, las extracciones
de agua se han multiplicado por seis, lo que representa el doble
de la tasa de crecimiento demográfico.
Se estima que para asegurar las necesidades básicas, una
persona necesita entre 20 y 50 litros de agua, libre de contaminantes,
al día y que la cobertura de saneamiento en los países
en vías de desarrollo (49%) es apenas la mitad de la de
los países desarrollados (98%). En la actualidad, recoge
el informe, existen más de 3.800 declaraciones unilaterales,
bilaterales o multilaterales, o convenciones relativas a los recursos
hídricos. Un total de 286 son tratados, de los cuales 61
se refieren a más de 200 cuencas internacionales.
La calidad se deteriora»
Asimismo, según el hidrólogo Carlos Fernández
Jáuregui, «los últimos estudios relativos a
la cuantificación de los recursos hídricos
nos muestran que la cantidad de agua en el planeta se
mantiene constante, pero que, sin embargo, la calidad se deteriora,
dando lugar a una disminución del recurso hídrico
en términos de su oferta». «A su vez —continúa
en un estudio sobre el agua como fuente de confictos en el mundo— la
demanda del recurso hídrico se incrementa proporcionalmente
al crecimiento de la población, lo cual hace suponer que
un exceso o déficit de la oferta del recurso hídrico
da lugar a un conflicto social».
Para Fernández Jáuregui, «si
aceptamos que la tendencia de la demanda será siempre a
aumentar, llegaremos a un momento en el que la demanda será siempre
mayor que la oferta, lo cual solo podría generar un conflicto
social crónico». Ante ello, expone como «única
alternativa» el desarrollo de técnicas
eficientes para restaurar el sistema y establecer un equilibrio
dinámico entre la oferta y la demanda, dando lugar a una
armonia social.
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