España.URBANISMO
Ochocientas
mil viviendas construidas nuevas en solo un año.
El récord alcanzado en España el año pasado
está a punto de superarse en este ejercicio. El «boom» urbanístico,
cuyo origen podría buscarse y encontrarse a mediados
de la década de 1990, se ha traducido en unos cinco
millones de nuevas viviendas en toda la nación, a una
media de construcción de 500.000 al año. España
está cambiando a ritmo de ladrillo. El peso de la construcción
en la economía es cada vez mayor: el 10,4 por ciento
de PIB en 2005, frente al 7,5 por ciento en 2000, según
datos del INE. Y el paisaje, cada día más, se
cubre poco a poco de pisos, chalés, rascacielos y urbanizaciones
Los expertos encuentran varias razones para explicar el estallido
de este «boom» hace aproximadamente una década.
En primer lugar, coincidió con una bajada espectacular
del tipo de interés legal del mercado hipotecario (el
10 por ciento en 1993, el 3,75 en 2004, según INE).
Dentro de este mercado, la media ponderada del tipo de interés
para un préstamo superior a 3 años era del 16,920
por ciento en 1991, y en 2005 ya era del 3,190 por ciento.
Al mismo tiempo, la economía española resurgió en
la segunda mitad de los 90. La incorporación de la mujer
al mercado del trabajo aumentó el poder adquisitivo
de las familias, y también la demanda de viviendas.
A todo esto hay que unir lo atractivo de un mercado en el que
se puede hacer mucho dinero en poco tiempo, a costa de la especulación,
y donde también es relativamente sencillo dar salida
al dinero negro.
El «boom» urbanístico no ha afectado a toda
España por igual. Mientras en la costa valenciana se
han reconvertido terrenos de huertas enteras de naranjos en
suelo urbanizable —mucho más rentable para los
propietarios—, y se han levantado viviendas por doquier,
en otras regiones del interior, como Extremadura y Castilla
y León, el mercado del ladrillazo se ha dejado sentir
apenas en las capitales de provincia y de una manera mucho
más sostenida. Lo mismo podría decirse de Castilla-La
Mancha, si no fuera por un caso como el de Seseña (Toledo),
que se ha convertido en el símbolo del desenfreno urbanístico:
qué es si no la construcción de 13.508 viviendas
en medio de la nada (en un secarral alejado varios kilómetros
del núcleo urbano), sin infraestructuras ni servicios
básicos (como el agua), que por otra parte tendrán
que pagar todos los ciudadanos con sus impuestos.
El problema del agua
Precisamente, el problema del agua está ligado
a la explosión urbanística en zonas como la costa
valenciana o murciana, donde el consumo aumenta progresivamente,
más que nada por la llegada masiva de turistas y por
la población flotante que acude a los municipios costeros.
A muchos agricultores de Alicante, Murcia y Almería,
que tenían que pagar el agua del trasvase Tajo-Segura
y veían disminuidas las ayudas por su producción,
les salía más rentable vender sus terrenos para
que se construyeran pisos en ellos. Pero el turismo, que aporta
a la economía española el 13 por ciento del PIB,
requiere también un abastecimiento de agua adecuado,
y aunque se hayan mejorado los sistemas de riego con un ahorro
significativo en el consumo, la llegada masiva de turistas
incrementa a la fuerza el índice total.
La construcción de cinco millones de nuevas viviendas
en España (sólo el año pasado se construyeron
más que en Francia, Italia y Alemania juntas) no ha
solucionado el problema de los jóvenes para tener su
propia casa. En el año 97, los precios se dispararon
y no dejaron de crecer a un ritmo espectacular (un 18,2 por
ciento en 2003), aunque el aterrizaje de precios ya ha comenzado
(el crecimiento interanual es ahora mismo del 9,8 por ciento)
y se espera que en un par de años sea similar al IPC,
según comentó el portavoz de Urbanismo del PSOE
en el Congreso, Francisco Contreras.
En total, en España hay 23 millones de viviendas, de
las cuales el 68 por ciento son de primera ocupación.
Hay, por tanto, una casa por cada dos habitantes, una proporción
que no existe en ningún otro país de nuestro
entorno. Pero, además, tres millones y medio de esas
casas están desocupadas. Al mismo tiempo, el mercado
de alquiler ha ido hacia abajo, y sólo ahora desde los
ayuntamientos y las comunidades se está potenciando
esta posibilidad.
El crecimiento del parque de viviendas ha sido, según
los expertos consultados, totalmente desordenado, con precios
disparados, pisos vacíos, especulación sin parangón,
muchas veces sin respeto por el entorno ambiental, y con millones
de jóvenes que, a pesar de todo, siguen sin poder acceder
a una casa propia.
En los últimos 15 o 20 años, se ha urbanizado
en España más suelo que en todos los siglos precedentes.
El cambio ha sido radical. Pero, ¿hasta cuándo
seguirá teniendo este protagonismo la construcción
en la economía española? Es la pregunta del millón.
Hay informes que señalan que en un futuro no muy lejano
España se habrá convertido en la Florida europea,
y podrían venir hasta 15 millones de europeos a instalarse
en nuestras costas, atraídos por el tiempo y las bondades
de esta tierra. La nueva ley del Suelo, en tramitación
parlamentaria, puede ser otro intento de ordenar ese crecimiento.
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