Caminito del Rey en Málaga: una infancia entre el agua y las alturas

El pantano, las centrales hidroeléctricas y el Caminito del Rey están ligados desde su origen a la historia de decenas de familias. Sagas enteras como la de Mariana Viruel Ruiz se criaron escuchando el ensordecedor ruido del agua cuando la presa desembalsaba antes de entrar al desfiladero y pendientes del cielo por si las nubes auguraban crecidas. Su abuelo materno trabajó hasta su jubilación en la sala de máquinas de la central de Gaitanejo y su padre encaló y adecentó una de las casas cueva que aún hoy se adivinan en la montaña. Cuenta que sus tíos José y Francisca hicieron el paseíllo de recién casados surcando los cañones por el Caminito o que los trabajadores de Gaitanejo encendían las luces de las galerías subterráneas cuando ella y su amiga Encarnita cruzaban la presa para ir a la escuela. En los montes que hay junto a la central del Gaitanejo aún se aprecian restos de cal de las antiguas casas cueva de los trabajadores - Francis SilvaEn aquel entorno privilegiado en el que se crió hasta los diez años, antes de trasladarse a una casa junto al pantano, la vida no era nada fácil. Sólo había dos caminos para ir a comprar a la Estación del Chorro: las pasarelas o los túneles del tren. «Mi madre y mis tías se sabían al dedillo los horarios de los trenes de pasajeros, pero con los de mercancías era imposible y si las pillaba dentro del túnel tenían que tirarse al suelo para protegerse de la humareda». Aún así, y tras casi 50 años en Málaga capital, recuerda su infancia con nostalgia. «Estábamos en plena naturaleza, sin horarios, y éramos felices porque no conocíamos otra cosa».

Caminito del Rey en Málaga: una infancia entre el agua y las alturas

Mariana Viruel Ruiz creció junto a su familia en las casas cueva de la presa del Gaitanejo, a las puertas del desfiladero por el que discurre el Caminito del Rey

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