ABC SEVILLA 31-03-2004 página 4
- EdiciónABC, SEVILLA
- Página4
- Fecha de publicación31/03/2004
- ID0004185317
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4 Opinión MIÉRCOLES 31 3 2004 ABC Subdirector: Benito Fernández Pérez Jefe de Área: Manuel Capelo Jefes de redacción: A. Pérez Guerra, F. Pérez, I. Navarrete, T. Balbontín, M. Contreras, J. M. Otero, F. Quesada Adjunto al Director de ABC de Sevilla: Ignacio Camacho Secciones: J. M. Aguilar (Cierre) J. M. Igeño (Deportes) J. L. García (Continuidad) J. M. Serrano (Fotografía) J. L. Losa (Sevilla) J. J. Borrero (Sociedad) J. Álvarez (Cultura) M. Correa (Andalucía) E. Navas (Economía) GUILLERMO LUCA DE TENA PRESIDENTA- EDITORA: CATALINA LUCA DE TENA CONSEJERO DELEGADO: SANTIAGO ALONSO PANIAGUA PRESIDENTE DE HONOR: DIRECTOR: Director general: Héctor Casado Director gerente en Sevilla: Felipe del Cuvillo Recursos humanos: J. Plata. Márketing: A. Rodríguez Guitart. Publicidad (Globalia) F. Gómez Acebo. Administración y Distribución: J. J. Bonillo. Técnico y Producción: M. Martínez Trigo. Redacción, administración y talleres: Albert Einstein, s n. Isla de la Cartuja. 41092 Sevilla. 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Por otro lado, también se ha avanzado rápidamente en poner al descubierto la posible adscripción de los detenidos en Madrid. Según el ministro del Interior, Ángel Acebes, podría tratarse del Grupo Islámico Combatiente Marroquí. Para complicar aún más la investigación, los sospechosos detenidos y puestos a disposición judicial no son únicamente marroquíes, sino que también hay indios y sirios. Todo parece apuntar a que la Policía ha dado rápidamente con el aparato logístico de los atentados. Hay menos evidencias de que se haya llegado al núcleo duro de la planificación de los mismos. Los sospechosos detenidos parecen haber formado una célula fundamentalista espontánea Sus vinculaciones, la conexión con el mundo de la delincuencia común y cierta chapucería a la hora de evitar dejar huellas de su implicación refuerzan esta sensación. Sin embargo, falta la explicación de cómo estos personajes de segunda pudieron ser capaces de planear y ejecutar de manera tan sofisticada una agresión de tan importantes consecuencias. No resulta des- C cabellado imaginar que hubo alguien u otras personas que sirvieran de detonadores de los deseos de violencia de los detenidos. Quién o quiénes están aún por determinar. Corren muchos rumores al respecto, la mayoría descabellados, pero algunos podrían llevar a buen puerto, como las afirmaciones que vinculan a Jamal Zougam con Abu Musab al- Zarqawi, un jordano miembro destacado de Al Qaida, y con quien, según algunas fuentes francesas de la lucha contra el terrorismo, podría haberse reunido hace apenas dos meses. Zarqawi fue el autor de un documento interceptado a comienzos de año en Irak por las tropas americanas en el que detallaba la estrategia a seguir por los jihadistas de Bin Laden en ese país. Tanto si el comando Lavapiés era una célula durmiente activada a propósito para este atentado, poco creíble por lo que se destila policialmente, como si fue potenciada ad hoc para el 11- M, todo parece indicar que los cerebros de los ataques deben buscarse en otra parte. La Policía debería ser capaz de aclarar este punto cuanto antes, pues el riesgo de que sólo se esté desmantelando un comando marginal, dejando la estructura de planificación y una capacidad cierta de ejecución intacta, es demasiado alto. El ministro del Interior ha hecho muy bien al comparecer en público para dar cuenta de los resultados de la investigación, con la cautela que exige que éstos sean provisionales. En cualquier caso, ha sido mucho el trecho recorrido desde el 11- M; la Policía debe proseguir con su trabajo, con discreción para evitar fugas que puedan poner en peligro las investigaciones de un atentado de enorme complejidad y ramificaciones, con probables vínculos dentro y fuera de España. POLÍTICA EXTERIOR ADIEdiscute al futuro Gobierno su capacidad para definir los ejes de la política exterior. La Constitución y la legalidad anudada a ella son claras. Sin embargo, la política exterior no puede desgajarse de un planeamiento responsable de fondo que tenga en cuenta los intereses y compromisos estratégicos de un país como España, que tiene trazadas unas líneas de acción exterior decantadas por su historia y los valores del mundo occidental en el que se ubica. Los socialistas han evidenciado otras veces altas dosis de sensatez al respecto. El programa del PSOE votado mayoritariamente el 14 de marzo es de nuevo expresión de ello. Las coordenadas de su diseño internacional defienden un multilateralismo exterior que apuesta por el europeísmo y el respaldo a la legalidad internacional encarnada por Naciones Unidas, pero sin dar la espalda a una pertenencia activa a la Comunidad Iberoamericana ni a una relación trasatlántica queredefine, eso sí, bajolasdirectrices delequilibrio y la autonomía con relación a EE. UU. España es europea y trasatlántica por destino y vocación. Los socialistas son conscientes de ello a pesar de las declaraciones públicas que en algún momento han deslizado. De hecho, por volver a su programa, no discuten la permanencia de las tropas españolas en Irak siempre y cuando se produzca dentro del respaldo de Naciones Unidas y en el marco de un control efectivo del país por un gobierno democrático, elegido libremente por los iraquíes. Con todo, nadie puede negar tampoco que existen ciertos riesgos que conviene neutralizar de antemano. Sobre todo en relación a su declarada apuesta por los planteamientos estratégicos del autodenominado eje franco- alemán. Primero, porque Francia y Alemania no tienen derecho a atribuirse ninguna primacía de europeidad sobre el resto de los países de la Unión, ya que, a pesar de las diferencias legítimas que pueden darse en su seno, todos sus miembros están intensamente comprometidos con el diseño europeo. Segundo, porque el famoso eje no es una realidad inamovible. Basta que alguna de las partes- -por ejemplo, Alemania- -cambie de gobierno para que su continuidad quede seriamente comprometida, al menos en lo relativo a la interpretación delvínculo trasatlántico. Y tercero, porque aunque compartamos con Francia un interés mutuo por la cuenca mediterránea y el Magreb, no es menos cierto que los franceses dejaron ver claramente durante la crisis de Perejil a quién prefieren cuando tienen que decidir entre su socio europeo y norteafricano. En fin, que la libertad en el ejercicio de la política exterior tiene sus limitaciones y la primera de ellas es que tiene que hacerse en el interés de España y sus compromisos con una Europa y un Occidente interpretados en su conjunto. N CHIRAC EN SU LABERINTO L presidente francés, Jacques Chirac, ha querido jugar una partida de póquer con los cuatro ases en su manga, pero los ciudadanos franceses lo han desenmascarado. No hay reforma económica a medias y no sirve prometer rebajas fiscales a costa de hipotecar el futuro de generaciones venideras. El centro- derecha francés se ha mostrado incapaz de llevar a buen puerto el ineludible proceso de reformas que exigía una economía asfixiada, y la izquierda ha pescado en río revuelto, alimentando el falso pero rentable debate entre liberalismo o Estado social. No hay tal dicotomía, porque una economía liberal que se adapta a la nueva situación internacional, que mantiene unas cuentas públicas sanas y que apuesta por la formación aportará más empleo y una protección social digna. El centro- derecha francés no ha acometido seriamente estos retos. Empantanadas están la re- E forma del Estado, las cuentas públicas o la discusión sobre la duración de la jornada laboral. Pensó el inquilino del Elíseo que las alegrías fiscales bastarían para calmar los ánimos, pero ese analgésico no quitó el dolor de cabeza de la economía francesa más que a corto plazo. El varapalo electoral obliga a Chirac a poner término a sus vaivenes y tomar un rumbo claro para sacar a su país del marasmo económico. Pero no vale un mero cambio cosmético bajo la forma de un nuevo Gobierno. Entre las reformas pendientes, la de la Seguridad Social es la más urgente. La tarea no es fácil ni le va a granjear simpatías a corto plazo, pero el sentido de Estado debe prevalecer y el Gobierno deberá contarle la verdad a los ciudadanos. De lo contrario, éstos, hartos de vaivenes entre la izquierda y el centro- derecha, seguirán engrosando las filas de la extrema izquierda y la extrema derecha, ya vergonzosamente hinchadas.


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