ABC SEVILLA 31-03-2004 página 3
- EdiciónABC, SEVILLA
- Página3
- Fecha de publicación31/03/2004
- ID0004185316
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ABC MIÉRCOLES 31 3 2004 La Tercera ABC DE SEVILLA. F UNDADO EN 1929 POR DON J UAN IGNACIO L UCA DE TENA HUMILDAD Y AUSTERIDAD EN POLÍTICA D ECÍA Maquiavelo que la apariencia de virtud era necesaria en el príncipe. Más aún en la era democrática en la que la cercanía a los electores, la identificación humana con el candidato, está en el origen de la decisión de otorgarle nuestra confianza en forma de voto. Esa es, por cierto, la gran ventaja de las circunscripciones unipersonales a la británica; un sistema electoral que sugiero no olvidar en la segunda transición constituyente abierta por el triunfo del partido socialista. Un sistema necesariamente mayoritario pero cuya proporcionalidad se puede reforzar tanto como se desee con el complemento de una circunscripción nacional única. Y un sistema perfectamente compatible con el modelo autonómico, y hasta con el federalismo, como nos recordó recientemente el presidente extremeño, aunque la inoportunidad de sus declaraciones y la forma un poco desabrida de las mismas le restasen la consideración debida. El candidato socialista a la presidencia del gobierno ha pedido a sus potenciales colaboradores que sean austeros y humildes. Como entiendo que las formas en democracia lo son todo, permítaseme que le mantenga el tratamiento de candidato, precisamente porque ya ha habido demasiados excesos antidemocráticos. El resultado de las elecciones del 14 de marzo es absolutamente legítimo, como tuve ocasión de insistir antes de conocer el ganador. Por cierto, el resultado contrario lo hubiera sido exactamente igual. Pero la legitimidad que otorgan once de millones de votos no puede estar reñida con un análisis sosegado pero crítico de las circunstancias que concurrieron al mismo. He dudado mucho antes de poner por escrito unas reflexiones personales, sin duda sesgadas, sobre los trágicos acontecimientos que nos llevaron a este resultado, pero un reciente artículo, como siempre lúcido, de mi admirado colega Gregorio Peces Barba en El País, ha precipitado mi voluntad. Una decisión ayudada también por las declaraciones de Rodríguez Zapatero en las que acepta todas las interpretaciones posibles menos la del miedo, a la que califica de indecente. Poca humildad y austeridad hay, sino más bien prepotencia, en las palabras del rector de la universidad Carlos III, que considera el resultado de las elecciones una manifestación de la grandeza de la democracia y de la libertad del hombre, sugiriendo, a sensu contrario, que de haber ganado el partido popular lo habría hecho la arrogancia y la manipulación. Mi querido amigo Gregorio se excede también un poco en su elegía al candidato, que nos recuerda unas líneas que Maquiavelo, firmando como Francesco Soderini, escribió sobre César Borgia: este señor es muy espléndido y munífico, y tan animoso en las armas que no hay cosa tan grande que no le parezca pequeña, y por obtener gloria y adquirir estado jamás descansa ni conoce fatiga o peligro Divertimentos cultistas aparte, hagamos caso al candidato y seamos humildes y austeros en la interpretación de los Con todo el respeto y la humildad de la que soy capaz me atrevo a sugerir que el resultado electoral debe mucho a una reacción comprensible de miedo y aislacionismo. Muchos españoles encontraron a mano, una vez confirmada la hipótesis del fundamentalismo islámico, que la culpa la tenía el presidente Aznar por haber estado en las Azores resultados y de las causas que condujeron al mismo. La barbarie que se apoderó temporalmente de Madrid la mañana del 11 de marzo alteró todas las previsiones electorales. Es un hecho cierto e indiscutible. Como lo es que muy pocos supieron resistirse a la tentación de obtener beneficio electoral de esa misma barbarie. No lo hizo el gobierno; no lo hizo la oposición; ni lo hicieron los medios de comunicación. No es un escándalo; no hay nada de lo que avergonzarse; lo mismo hubiera pasado en cualquier otro país. Era un cataclismo en un momento especialmente crítico: 72 horas antes de unas elecciones en las que unos apostaron por la mayoría absoluta y otros temieron un desastre electoral que los arrojara a la oposición testimonial. Pero por favor que nadie se haga el ingenuo y nos de lecciones morales. La democracia fue puesta en cuestión y salió fortalecida, independientemente del resultado electoral y sólo con algunos pecadillos. Ni antes del 14- M vivíamos en un régimen de opresión y censura intolerable, pese a los excesos surrealistas de Almodóvar, ni ahora se abre un oasis de libertad y democracia que ilumina a todo occidente. El sectarismo es siempre una tentación y se oyen voces, afortunadamente detenidas, que claman revancha. Mi buen amigo Gregorio cita dos anécdotas personales, universitarias, que le hicieron participar de esa toma de conciencia colectiva de que había llegado el momento del cambio. Permíteme Gregorio que te conteste que son varias las anécdotas personales que como rector de una universidad privada me provocan una profunda inquietud sobre la arrogancia y exclusivismo con el que algunos han entendido el cambio. En una legislatura que se proclama orientada a la productividad, la ciencia y la investigación, se quiere ceñir sistemáticamente el debate a la defensa de la educación pública, y no a la calidad de la educación y del acceso a la misma. Pero quizás soy un anglosajón irrecuperable para el nuevo consenso europeo, que considera que lo verdaderamente público son las sociedades anónimas, o los medios de comunicación que se financian con las contribuciones voluntarias de sus oyentes, lectores o suscriptores, y no a través de la captura del Boletín Oficial del Estado. Pero volvamos a las hechos y a sus interpretaciones. Con todo el respeto y la humildad de la que soy capaz me atrevo a sugerir que el resultado electoral debe mucho a una reacción comprensible de miedo y aislacionismo. Las atroces y sangrientas imágenes provocaron que los españoles nos preguntáramos el por qué de tanto sufrimiento. Y la respuesta simple, sencilla, que muchos españoles encontraron a mano, una vez confirmada la hipótesis del fundamentalismo islámico, es que la culpa la tenía el presidente Aznar por haber estado en las Azores. Como una mente sencilla y crédula de las que habla el rector Peces Barba, yo creo que así fue y así pasó. Y así se produjo el vuelco electoral. La falta de credibilidad del gobierno por su equivocada política de comunicación no contribuyó a aumentar las posibilidades electorales de los populares; como tampoco la habilidad demostrada por quienes, ahora sí, consideraban necesario conocer a los responsables materiales de los atentados antes de ir a votar. Pero también los universitarios y los medios de comunicación, y los que escribimos o hablamos en ellos, debemos ser más humildes y conscientes de nuestra marginalidad ante la potencia emocional de las ideas simples. Aznar es responsable por meternos en Irak. Aunque los atentados de Al Qaeda del 11 de septiembre sean anteriores a la invasión, aunque las tropas españolas no hayan participado en la guerra sino en la posterior pacificación o ocupación, que esa es otra discusión. Algunas mentes simples seguimos pensado que el atlantismo es una buena opción para España; una opción legítima que complementa la realidad europea y mediterránea, con la vocación transoceánica y americana. Una opción que aumenta el peso negociador que la Europa establecida está dispuesta a conceder a un país mediano al que le va bien y cuya influencia creciente incomoda el status quo comunitario. Hay quien piensa que nos va mejor aceptando la realidad franco alemana y plegándonos a ella; también es legítimo, pero no creo que evidente. Los dramáticos actos de barbarie cometidos en el corazón de Madrid, y en el de todos los madrileños, han removido los cimientos de nuestra presencia internacional. No creo indecente decir que el miedo ha hecho despertar el aislacionismo secular del pueblo español, sólo parcialmente dormido desde el desastre del noventa y ocho. Más bien creo que es una lección que tenemos que superar en aras de la madurez democrática. FERNANDO FERNÁNDEZ MÉNDEZ DE ANDÉS Rector de la Universidad Europea de Madrid


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