El violento Real Madrid-Barça en el que se lanzaron cientos de botellas al árbitro en presencia de Franco
Celebrado en el Bernabéu y con cien mil espectadores en las gradas, la final de la Copa del Generalísimo de 1968 fue uno de los clásicos más polémicos y agresivos de la historia del fútbol español, que el colegiado todavía recordaba traumatizado en 2005

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«El lanzamiento de botellas fue masivo», recordaba casi cincuenta años después Fernando Zunzunegui , el exjugador del Real Madrid que marcó en propia puerta el único gol del partido para dar la victoria al F.C. Barcelona. Aquella final de la Copa del Generalísimo del 11 de julio de 1968 es, probablemente, el clásico más violento y polémico de la historia, con la curiosidad de que Franco fue testigo de ello sin hacer la más mínima mención a lo ocurrido tras el pitido final.
La imagen de la cabeza de cerdo en el regreso de Luis Figo al Camp Nou, el 23 de noviembre de 2002, y todo el ambiente infernal que se vivió aquel día puede ser considerado un juego de niños en comparación con lo ocurrido en 1968. En las imágenes recogidas por TVE todavía puede verse a los jugadores protegiéndose de los centenares de botellas de cristal que lanzó una parte de los cien mil espectadores que acudieron al estadio Santiago Bernabéu. Una imagen que, por suerte, hoy ni se nos pasaría por la cabeza presenciar.
«El público protestó el arbitraje del señor Antonio Rigo de dos formas: una muy censurable con el lanzamiento de botellas al terreno de juego, a modo de lluvia peligrosa de proyectiles, y otra cómica que se reflejó en un coro de miles de voces», comentó ABC al día siguiente sobre aquel partido que pasó sería bautizado para la posteridad como ‘La final de las botellas’. «Fue futbolísticamente mala, muy mala, de las peores de la historia, y deprimente como espectáculo de masas», añadía a continuación.
¿Árbitro probarcelonista?
El encuentro ya pintaba mal antes de celebrarse, porque la Federación Española de Fútbol y el Comité Central de Árbitros habían designado como juez a un Rigo que ya había tenido una actuación controvertida en la semifinal. La prensa de la época opinó casi de forma unánime que con sus errores sobre el campo había influido decisivamente en la semifinales que el Barcelona había jugado contra el Atlético de Madrid, provocando la derrota injusta de los segundos. Los aficionados madrileños no habían dejado de mostrar su descontento con la decisión, en los días previos a la final, al considerar que Rigo era probarcelonista.
«En la historia del Campeonato de España y la Copa del Generalísimo es la primera vez que un árbitro aparece en los periódicos tan protagonista como los dos equipos», podía leerse en este diario. Las decisiones que desataron la ira de los aficionados del Real Madrid fueron dos: en primer lugar, Rigo no expulsó al defensa blaugrana Francisco Fernández Rodríguez, alias ‘Gallego’, por una violenta entrada contra Fernando Serena cuando la pelota ya había salido por la banda; y, en segundo, tampoco sancionó la falta que le hizo Eladio al mismo jugador por la espalda y dentro del área, justo cuando estaba a punto de chutar el balón. «Aquello dio paso al salvajismo», mientras el Bernabéu entero gritaba «¡Rigo campeón, Rigo campeón!».
Las botellas habían estado presentes sobre el césped durante todo el encuentro, pero fue en ese minuto 63 cuando se desató la mayor tormenta. Todo el mundo esperaba que el Real Madrid saliera campeón de aquella Copa del Generalísimo para hacer doblete con la Liga, que había ganado días antes. Era el final perfecto para la temporada y en su propio campo, pero sucedió lo inesperado . «El fútbol es una democracia constante, con el peligro mayor de que los votos son, a veces, depositados salvajemente en botellas de cristal que se lanzan al terreno de juego», subrayaba ABC.
«¡Qué desgracia!»
El entonces presidente del Barcelona, Narcís de Carreras, desveló años después otra anécdota de que aquel día en que escuchó a la mujer de Camilo Alonso Vega, ministro de Gobernación, dirigirse a Bernabéu cuando Franco ya había abandonado el palco: «Don Santiago, hemos perdido. ¡Qué desgracia!». «Su marido, viendo que yo la había escuchado, le dijo: ‘Felicita al presidente del Barcelona’. Ella, turbada, me dijo: ‘Ah, claro, claro... Le felicito porque... Barcelona es España, ¿no?’. Y yo le dije por lo bajito: ‘¡Señora... no joda!’», relató el dirigente blaugrana.
A la salida del estadio, un periodista de ABC le preguntó a Riga : «¿Antes del partido estaba usted coaccionado?». Y este contestó todavía conmocionado por lo que acababa de presenciar. «No contestaré a esa pregunta». Pero el trauma le duró toda la vida, como él mismo reveló en una entrevista al diario ‘As’ en 2005: «No, no era probarcelonista ni lo soy. Más bien fue a partir de la final de 1968 cuando me hice más antimadridista que del Barcelona. Pero por una razón, porque observé que la mano del Madrid llegaba muy lejos y me perjudicaba. A raíz de la ´final de las botellas´ fui recusado por el Madrid y después por otros siete clubes. Creo que la mayoría lo hizo porque el Madrid era su club nodriza y atendían a sus órdenes. Esa final no ha acabado para mí y las secuelas han marcado toda mi vida para mal. Por eso siempre he preferido que le fuera mal al Madrid».