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Así vinculó la Legión su historia al Cristo de la Buena Muerte con sangre y buen pulso

En 1928, la Legión declaró de manera oficiosa como su protector a este Cristo, si bien no fue hasta 1943 cuando se oficializó la tradición de que un grupo de legionarios portase a pulso y con una mano la talla durante el Jueves Santo

La verdad sobre la Legión, una unidad entre la modernidad y la tradición

Detalle de una página de ABC el 14 de abril de 2019 con los legionarios participando en una procesión en Huelva.+ info
Detalle de una página de ABC el 14 de abril de 2019 con los legionarios participando en una procesión en Huelva. - ABC
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José Millán Astray se inspiró para crear la Legión en el espíritu de los viejos Tercios de Flandes (el militar gallego copió sus tambores) y en la forma de afrontar la vida de los samuráis japoneses, recopilada en el Bushido. Para el fundador de la unidad, «el legionario español es también samurái y practica las esencias del Bushido: honor, valor, lealtad, generosidad y espíritu de sacrificio. El legionario español ama el peligro y desprecia las riquezas». Sin embargo, la característica más llamativa de este popurrí de ideas y estéticas es su atracción por la muerte, lo que queda retratado en el grito necrófilo ‘¡Viva la muerte!’ y en la canción más popular (no es su himno oficial) de la unidad, ‘El novio de la muerte’, primitivamente un cuplé que interpretan en ocasiones solemnes.

Una de estas veces especiales es en la salida del Santísimo Cristo de la Buena Muerte de la Iglesia de Santo Domingo, en Málaga (ciudad con grandes vínculos históricos con la Legión por ser lugar de paso hacia Marruecos y de reposo para los heridos). En 1928, la Legión declaró de manera oficiosa como su protector a este Cristo, si bien no fue hasta 1943 cuando se oficializó la tradición de que un grupo de legionarios portase a pulso y con una mano la talla durante el Jueves Santo . Desde 1960 se impulsó que cada acuartelamiento de la Legión tuviera una imagen de esta advocación.

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Eentierro del teniente coronel Valenzuela en 1923. - Cepero

Esta fascinación por la muerte y su simbología es una forma de comprender la carrera militar muy hispánica , muy taurina, muy religiosa, muy poética, pero que no significa una llamada a la muerte, sino una afirmación de la vida. Gritan que amando la vida están dispuestos a darla al servicio de la patria. En este sentido, una archiconocida anécdota de Millán Astray y un joven cadete ansioso por unirse a la legión ilustran el auténtico ideario legionario:

—¿Sabes a qué vienes aquí? —le preguntó Millán Astray al muchacho–.

—Sí, mi coronel: ¡a morir!

—¿Quién te ha dicho eso? No señor. ¡Te han engañado! —reprendió el coronel elevando la voz—.

—Mi coronel, yo…

—No señor. Aquí se viene a velar por el día y por la noche; a abrir trincheras, a abrasarte en verano, a helarse en invierno, a luchar sin fatiga, a retirar muertos y heridos cuando sea preciso, y después de esto, ¡a morir!

La talla del Cristo de la Buena Muerte o Cristo de Mena crucificado fue originalmente una obra de Pedro de Mena, datada aproximadamente en 1660, que se conservó en la iglesia de Santo Domingo hasta su destrucción en plena Segunda República . A pesar de su alto valor cultural como una de las obras más singulares del escultor granadino, los ataques anticlericales la tomaron con ella en Málaga y sufrió varios ataques y mutilaciones antes de ser destruida en 1931 durante la quema de iglesias y conventos del 11 y 12 de mayo de ese año.

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Momento en el que el general Millán Astray Colocó en el pecho la insignia de la Legión al general en jefe de las Tropas Legionarias Italianas. - ABC

Solo se salvó parte de una pierna, rescatada durante la quema por el artista Francisco Palma Burgos y expuesta en el Palacio Episcopal. Estas fueron agrupadas tras la quema por Narciso Díaz de Escovar, académico de Bellas Artes de San Luis que, en una carta al escritor malagueño Miguel Ruiz Borrego describía los hechos dramáticos diciendo:

«El Cristo de Mena que se creía salvado, pues lo escondieron entre paños unos hermanos en un almacén, se quemó luego. Han aparecido los carbones. Palma salvó una pierna y mi sobrino tiene un pie casi carbonizado, pero se ve el hueco del clavo y se conservan dos dedos. El San Juan de Dios de Santiago, la Dolorosa de los Mártires, la Virgen de San Pablo, el Señor del Puente, la Exaltación... todo quemado. Hoy me han dicho que en la Trinidad quemaron todas las imágenes y por tanto habría perecido la magnífica Virgen de la Paz de Ortiz y el notable San Onofre, escultura del siglo XV».

La actual imagen del Santísimo Cristo de Mena fue esculpida en 1941 por Francisco Palma Burgos inspirándose en la imagen original. Se encuentra en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Málaga y costó 30.000 de las antiguas pesetas su fabricación. En 2008 fue restaurado por Maite Real Palma tras años necesitando una limpieza estético y un estudio en profundidad.