¿Murió el telegrafista Jack Phillips en la sala de radio del Titanic?
El rescate del telégrafo Marconi autorizado por una jueza podría confirmar el final de uno de los héroes del malogrado transatlántico
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«Un héroe del Titanic» tituló «Blanco y Negro» la fotografía del radiotelegrafista Jack G. Phillips a los mandos del famoso telégrafo inalámbrico Marconi que ahora la jueza federal de Virginia (EE.UU.) Rebecca Beach Smith ha autorizado rescatar de las entrañas del malogrado «Barco de los Sueños».
Si finalmente la compañía RMS Titanic Inc. logra llevar a cabo esta operación de salvamento de una de las joyas del transatlántico de la White Star Line, quizá se llegue a saber si Phillips pereció ahogado en la llamada Suite Marconi, tal como se cree, enviando señales de socorro hasta su último aliento.
+ infoEran las 10,15 de la noche del 14 de abril de 1912 cuando el capitán Smith entró en el gabinete telegráfico del Titanic para advertir a Phillips: «Acabamos de chocar con un iceberg, esté preparado para enviar una llamada de socorro, pero aguarde hasta nuevo aviso».
Diez minutos después, al comprobar la enorme vía de agua que se había abierto en el costado del barco por estribor, por debajo de la línea de flotación, que llegaba desde la proa hasta la mitad del buque, el capitán ordenó la petición de auxilio. Fue radiada sin excesiva prisa, porque Phillips y su ayudante Harold Bride no creían aún que el Titanic se encontrara en un serio peligro. Y Smith confiaba que llegase algún barco a tiempo de salvarles.
La primera llamada fue recogida a las 10,28 por la estación de Cape Race, la capital de Terranova y a bordo de los buques Carpathia, Baltic, Carolina y Olimpic. «Nos vamos a pique», decía el segundo mensaje que se captó a las 10,55.
Durante las siguientes tres horas de angustia que siguieron a esos mensajes, con el barco escorándose mientras los pasajeros y la tripulación comprobaban con horror que no había lanchas salvavidas para todos, el telegrafista Phillips siguió en su puesto, cursando radiogramas sin parar. Según contó pormenorizadamente José María Gárate en un reportaje sobre tres momentos clave en el naufragio del Titanic, a las 11,36 recibió un mensaje del Virginia que le avisaba de que acudía a toda máquina en su rescate. A esa misma hora Phillips comunicaba que se había embarcado a las mujeres y los niños y pedía al Olimpic que preparase sus botes de salvamento.
Diez minutos después lanzaba un nuevo S.O.S.
A las 12,10 anunciaba que todo estaba perdido. Y siete minutos después daba la situación del barco por última vez: 40º 46' de latitud norte y 60º 14' de longitud oeste.
Las últimas señales de socorro, a las 12,27 horas, fueron recogidas por el Virginia a las 12,30, ya muy confusas. El agua debió de invadir la cabina de la radio donde permanecía Phillips. El buque se hundió a las dos y veinte. «Este detalle demuestra que el telegrafista de a bordo conservó hasta el último instante la serenidad y la sangre fría», decía ABC el 17 de abril de 1912. Su ayudante Bride, que se había lanzado al agua, consiguió salvarse y relatar después detalles de aquella funesta noche.
+ info«La espantosa catástrofe del Titanic ha producido en el mundo entero una impresión desoladora y trágica difícil de borrar. El ánimo más firme, el espíritu más sereno, quedan sobrecogidos y confusos ante los detalles horrorosos que el telégrafo nos transmite. Es imposible no sentir al leerlos la opresión de la angustia y el escalofrío del terror. Pero, contrastando con esta emoción dolorosísima, llegan también confortadoras notas de saludable influjo, que demuestran que la civilización y la cultura no son palabras vanas, que hasta en los momentos más críticos, en que el instinto se desboca, hay algo sublime que se sobrepone: el sentido del sacrificio y la conciencia del cumplimiento del deber», subrayaba ABC el 20 de abrilantes de resaltar las pruebas de heroísmo que se vieron a bordo del Titanic.
«¿Qué decir del telegrafista, de ese hombre admirable y heroico, que sin un titubeo, sin una vacilación, sereno y firme, permanece impasible al pie de su aparato, transmitiendo sin interrupción, uno tras otro, los radiogramas de petición de auxilio?», se preguntaba el periódico, que se remitía a los hechos que se habían podido comprobar. «Lo que el telégrafo y el cable nos han referido de este hombre es sencillamente sublime», continuaba ABC. Tras su último mensaje, las señales habían cesado bruscamente «porque las ondas radiográficas se ahogaron en las ondas del mar» y «con ellas se ahogó el telegrafista».
«Pudo tal vez salvarse y no se salvó. Quizá creyó en aquel momento que su vida, por ser solo una, bien podía sacrificarse sin con ella salvaba las de los demás», consideró el periódico apenas unos días después de la tragedia.

José Juan Cadenas, enviado especial de ABC en París, también se acordó de Phillips en su crónica sobre el naufragio del gigante de los mares del 21 de abril de 1912. «Gloria y honor a ese telegrafista que metódicamente emplea su tiempo en comunicar a los buques inmediatos la situación en que el Titanic se encuentra, sin apartarse del aparato telegráfico va diciendo cuanto ocurre... El siniestro, las causas, el salvamento y, por último, la frase trágica, de una espantosa sencillez: "Nos hundimos...". Y todavía, hundiéndose el barco, el telegrafista continúa manipulando, pero ya los signos que envía son embrollados, cabalísticos, indescifrables... Mientras, el Titanic va a enterrarse a 5.000 metros de profundidad».
+ info«¿Qué habría sido de los náufragos del Titanic sin la telegrafía sin hilos? y, ¿sin un héroe como Phillips? Las llamadas de éste, por radio, con un alcance de más de 300 millas a la redonda, alertaron al Carpathia, al Olimpic, Baltic, Virginian y a otros muchos barcos que se dispusieron a prestar auxilio y a informar del siniestro al mundo. El Californian, el más próximo al Titanic, no se enteró del desastre hasta la madrugada, a causa de no tener guardia permanente de radio a bordo», reflexionaba en 1962 el periodista Alberto Villanueva, que pedía rendir tributo de admiración y afecto al gran inventor de la telegrafía sin hilos Guglielmo Marconi y «al valiente y sereno, hombre de cuerpo entero, J. G. Phillips, radiotelegrafista del Titanic, que ofrendó su vida -con caridad inmensa- para salvar la del prójimo».
Aunque también a Jack Phillips se le ha acusado de no haber prestado atención al operador de radio del Californian que navegaba por delante del Titanic y le avisó de la presencia de grandes masas de hielo. «Cállese, cállese, estoy ocupado con la costera de Cape Race...», le contestó.
El capitán de navío de la Armada Luis Mollá cuenta que cuando el barco quedó a la deriva, Phillips estuvo enviando señales de socorro hasta que se le ordenó abandonarlo, pero ignoró la orden para seguir trasmitiendo hasta que el Titanic se quedó sin generadores y su equipo sin dinamo. «Entonces quiso ponerse a salvo, pero alguien le había robado el chaleco(...) Su cadáver nunca apareció y aunque su memoria fue mancillada cíclicamente, su compañero Harold Bride, que sobrevivió al hundimiento, siempre salió en defensa de su conducta», escribe Mollá en su libro sobre la Historia de la Navegación (Almuzara, 2019).
La compañía RMS Titanic, que busca ahora recuperar el telégrafo del Titanic, cree que el transmisor podría descubrir algunos de los secretos sobre ese mensaje de advertencia perdido y llamadas de socorro enviadas desde el barco. El aparato de Marconi era uno de los primeros de su tipo y, según la jueza Smith «tiene un valor histórico, educativo, científico y cultural significativos» y su recuperación «contribuirá al legado dejado por la indeleble pérdida» del Titanic. Aunque, a juicio de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU.), será ya irreparable tras más de un siglo bajo el agua y su rescate dañará los restos del navío, un lugar de descanso de más de un millar de muertos.
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