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El letal regalo de EEUU: el lanzacohetes del apocalipsis con el que Ucrania quiere volatilizar al ejército ruso

Biden ha enviado a Zelensky varias unidades del M270 MLRS, con capacidad para disparar misiles tácticos a una distancia de hasta 450 kilómetros

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Sistema MLRS, en una instantánea del fabricante
Sistema MLRS, en una instantánea del fabricante
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El goteo de armas que arriban a Ucrania con patente americana continúa. Primero fueron los Javelin. Después, los pequeños drones suicidas Switchblade en sus diferentes versiones. Y ahora, más de tres meses después de que Rusia iniciara su 'operación de desnazificación', triste eufemismo para esquivar un término tan sencillo como 'invasión', el presidente de los Estados Unidos Joe Biden ha aprobado el envío de un nuevo paquete de ayuda que podría anunciarse esta misma semana y en el que se incluirán, presumiblemente, el sistema de lanzacohetes MLRS –'Multiple Launcher Rocket Sistem'– y su hermano pequeño, el HIMARS –'High Mobility Artillery Rocket System'–.

De esta extraña pareja, el MLRS es el más letal por su gran alcance, hasta 450 kilómetros en el caso de estar equipado con misiles tácticos, y su capacidad de destrucción si se usa como lanzacohetes de saturación.

Ya lo explicó ABC hace cuatro décadas, cuando se hizo pública su llegada a los Estados Unidos: «Es un sistema de lanzamiento que, en menos de un minuto, puede disparar hasta doce cohetes contra blancos situados a 32 kilómetros de distancia». Desde entonces, eso sí, ha sufrido mil y una evoluciones y cambios para adaptarse a los diferentes países de la OTAN.

En la práctica, y a pesar de que ha cambiado mucho desde que saliera al mercado en los años ochenta, el M270 MLRS es un sistema de lanzamiento de cohetes que puede ser manejado por una dotación de tres hombres y ha sido enviado de forma reciente a la Operación Tormenta del Desierto. Así lo confirma el fabricante en su página web: «Puede disparar doce cohetes MLRS guiados (GMLRS) o de rango extendido (ER GMLRS), cuatro misiles de precisión (PRSM) o dos misiles tácticos del ejército (ATACMS)». En la práctica, alberga seis tubos y dos cápsulas intercambiables. La palabra que lo define es versatilidad.

Semilla soviética

El germen del MLRS se halla en la misma Rusia que hoy podría sufrir sus consecuencias. Poco después de la invasión alemana de la Unión Soviética, allá por el verano de 1941, Iósif Stalin dio a conocer el BM-13 'Katyusha', un lanzacohetes múltiple algo tosco, pero revolucionario para la época. Ideado en el Laboratorio de Dinámica de Gases de Leningrado, este ingenio no tardó en ser denominado como el 'Órgano de Stalin' por el sonido característico que hacían sus proyectiles al ser lanzados. Una batería de ellos, a las órdenes del NKVD, se utilizó por primera vez el 14 de julio de 1941 en la región de Orsha.

El 'Katyusha' se basaba en el bombardeo por saturación. En la práctica, apabullar al enemigo sin apenas precisión, pero a gran escala. Fue efectivo, de eso no hay duda; hasta tal punto, que la URSS masificó su producción. Las más de diez mil unidades que salieron de las fábricas del Ejército Rojo durante el conflicto así lo atestiguan. Los mismos alemanes supieron valorar sus bondades y crearon su propio lanzacohetes múltiple, el Panzerwerfer, equipado con proyectiles más gruesos, de 150 mm, y utilizado para aplastar a los aliados bajo una lluvia de muerte. Y también los Estados Unidos tuvieron el suyo: el Calliope, montado sobre un carro de combate Sherman.

Traslado de misiles tierra aire Sam S300 hacia la región de Jarkov
Traslado de misiles tierra aire Sam S300 hacia la región de Jarkov - ABC

Los lanzacohetes múltiples supusieron una revolución en los años cuarenta, aunque, décadas después, habían envejecido de forma pésima. Su escasa precisión y su peligrosidad hacían necesario cierta reinvención.

Y hete ahí que, en plena Guerra Fría, los Estados Unidos se plantearon la necesidad de aumentar su potencia de fuego para hacer frente a la escalada armamentística de la URSS. Así fue como se empezó a diseñar el MLRS de 227 mm. El sistema fue asignado a la Primera División norteamericana a principios de 1983; un total de nueve lanzadores con una docena de tubos montados sobre un vehículo de orugas capaz de alcanzar una velocidad punta de hasta 64 kilómetros por hora. Sobre el papel, como se demostró después, era rápido, maniobrable y efectivo contra objetivos de tierra y mar.

Según explicó el corresponsal de ABC Juan Vicente Boo en 1989, aunque el peso del diseño recayó sobre los Estados Unidos, el MLRS fue, desde sus inicios, un proyecto ideado para cubrir las necesidades de la OTAN. «Ha sido fabricado conjuntamente por cinco países aliados: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania», desveló. A su vez, añadió que «el sistema lanzador-misil pesa unas veinticinco toneladas y es transportable en aviones 'starlifter' o 'galaxy'». No en vano, su versión más básica viajó hasta Europa poco después de que fuera asignada al ejército de tierra norteamericano.

Versiones para el terror

El MLRS, presente todavía en los arsenales, ha sido actualizado a lo largo de los años para disparar diferentes tipos de munición y ser utilizado de mil y una formas. La primera, la más básica, es como lanzacohetes múltiple. «En este caso, cada cohete porta 644 pequeñas bombas que combinan el poder destructivo de una granada de mano con metralla capaz de penetrar corazas ligeras», explicaba ABC en un reportaje que comparaba el armamento de Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra del Golfo allá por 1991.

Los proyectiles en cuestión, de la familia M77, podían batir en sesenta segundos una zona de doscientos metros de diámetro. Cierto es que sin capacidad para acabar con carros de combate, pero sí para sembrar el terror entre la infantería y los vehículos carentes de protección.

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Para destruir los tanques más pesados, el MLRS contaba en 1989 con cohetes AT2, cuyo interior, según se desvela en un dossier de los años noventa publicado por el Ministerio de Defensa, escondía 28 minas contracarro: «Son de fabricación alemana, de carga hueca, que se dispersan por el terreno, donde caen protegidas del impacto por un pequeño paracaídas unida a cada una».

A su llegada al terreno, el explosivo se activaba y esperaba paciente que un blindado se acercase lo suficiente como para ser letal. «Para dificultar su detección, las minas van recubiertas de una capa de pintura de mimetización no reflectante», añadía el informe.

Por último, el MLRS tenía también la capacidad de lanzar dos misiles nucleares de corto alcance a una distancia de hasta 450 kilómetros; algo que, todavía hoy, preocupa sobremanera a la Rusia de Vladimir Putin. Así lo confirmaba Boo para ABC en 1989: «Un misil de estas características, de mayor alcance, puede desplegarse más en retaguardia, con lo que aumenta tanto la protección como el control político sobre su uso, que se atribuye a mandos superiores. La distancia proporciona grandes ventajas militares y políticas, sin rebasar el límite de 500 kilómetros establecido por el tratado INF».

El documento al que se refería el corresponsal de ABC era el 'Tratado sobre fuerzas nucleares de rango intermedio'. Firmado en 1987 por Estados Unidos y la Unión Soviética, obligaba a ambas potencias a destruir y detener la producción de cualquier misil terrestre, balístico y de crucero con un alcance comprendido entre los 500 y los 5.500 kilómetros y con capacidad para portar cabezas nucleares y convencionales. El pacto, que entró en vigor un año después, fue heredado por la Federación Rusia y estuvo activo a nivel internacional hasta su desaparición el 2 de agosto de 2019, hace un suspiro.

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