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Las cartas perdidas entre Franco y la familia Primo de Rivera sobre los restos del fundador de Falange

El dictador español escribió de su puño y letra a los hermanos del fundador de Falange, Miguel y Pilar Primo de Rivera, en dos documentos ahora «históricos», para que le permitieran exhumar el cadáver y enviarlo al Valle de los Caídos

Israel Viana
MadridActualizado:

En octubre, ABC informaba de que la familia Primo de Rivera ha decidido exhumar personalmente al fundador de Falange Española (FE) y primogénito de Miguel, el dictador que gobernó España entre 1923 y 1930. El deseo de los descendientes de José Antonio Primo de Rivera se hizo público después de que el ministro para la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, adelantara que, una vez entre en vigor la Ley de Memoria Democrática, se iban a iniciar inmediatamente la extracción de sus restos y los de Gonzalo Queipo de Llano del Valle de los Caídos y la Macarena de Sevilla, respectivamente.

Así lo solicitó la familia al abad del Valle de los Caídos y a la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid, según anunció en un comunicado, al que tuvo acceso ABC, el duque de Primo de Rivera, Fernando Primo de Rivera, representante de la familia.

Igualmente, se pidieron las licencias correspondientes al Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial y se procedió a la exhumación. Fue la quinta vez que el cuerpo de José Antonio Primo de Rivera sea removido de su tumba.

Tras su fusilamiento a las 6.20 de la mañana del 20 de noviembre de 1936 en el patio de la cárcel de Alicante, fue tirado a una fosa común, de la que fue exhumado unos dos años después para darle sepultura en el nicho número 515 del cementerio de Nuestra Señora de los Remedios en la misma ciudad, lo que significa una segunda inhumación. Al terminar la Guerra Civil, los falangistas exigieron el máximo honor para su jefe y que sus restos fueran trasladados al Monasterio de El Escorial frente al altar mayor.

En aquel momento, Franco estaba muy apoyado en Falange por consejo de su cuñado y ministro Ramón Serrano Súñer y aceptó. Y allí permanecieron hasta 1959 en que se terminaron las obras de la basílica menor de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, momento en que los falangistas pidieron de nuevo trasladar los restos de José Antonio allí para enterrarlos ante el altar mayor. Fue en ese momento cuando el dictador mantuvo correspondencia privada con la familia de Primo de Rivera para pedirle permiso, en dos cartas «históricas» a las que ABC tuvo acceso en exclusiva y que publicó el 21 de marzo de dicho año.

Exclusiva sobre la correspondencia entre Franco y la familia Primo de Rivera en 1959+ info
Exclusiva sobre la correspondencia entre Franco y la familia Primo de Rivera en 1959 - ARCHIVO ABC

«Queridos Pilar y Miguel»

La primera de las misivas se la envió Franco a los hermanos del fundador de Falange el 7 de marzo de 1939:

«Queridos Pilar y Miguel: Terminada la grandiosa Basílica del Valle de los Caídos, levantada para acoger a los héroes y mártires de nuestra cruzada, se nos ofrece como el lugar más adecuado para que en ella reciban sepultura los restos de vuestro hermano José Anboriio, en el lugar preferente que le corresponde entre nuestros gloriosos caídos. Aunque su señera y trascendente figura pertenece ya a la historia y al movimiento, al que tan generosamente se entregó, y siendo sus dos hermanos sus más inmediatos allegados, es natural seáis vosotros los que deis vuestra conformidad para el traslado de los restos, que reposarán allí, en la misma forma y disposición que hasta hoy han tenido en el Monasterio del Escorial. Este es el objeto de esta carta, ya que se aproxima el día primero de abril, señalado para la inauguración del monumento. Con este motivo muy cariñosamente os recuerda vuestro amigo».

Pilar Primo de Rivera no solo era la hermana de José Antonio, sino la fundadora de la Sección Femenina de Falange y la mujer a la que Ernesto Giménez Caballero –teórico del fascismo español, profesor, poeta, escritor y embajador de España en la era de Franco– intentó casar con Hitler. Un plan para el que, incluso, llegó a viajar a la Alemania nazi y reunirse con el círculo más cercano del genocida antes y después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Miguel, por su parte, fue procesado en el mismo juicio en el que su hermano José Antonio fue condenado a muerte por apoyar la rebelión de Franco. Él, sin embargo, a treinta años de cárcel y su mujer, a seis.

El origen del juicio hay que buscarlo en el 14 de marzo, cuatro meses antes de que estallara la Guerra Civil, cuando José Antonio ya era diputado de la coalición conservadora monárquica. Ese día, el fundador de Falange, su hermano Miguel y otros falangistas fueron detenidos por haber obviado la prohibición de hacer uso de un centro en el que, según explicó la prensa, había sido cerrado dos semanas antes, al descubrirse en su interior «algún olvidado pistolón, algún cargador y alguna porra». Es decir, por posesión ilícita de armas.

Las cartas manuscritas de Franco y la familia Primo de Rivera, publicadas en 1959+ info
Las cartas manuscritas de Franco y la familia Primo de Rivera, publicadas en 1959 - ARCHIVO ABC

«Cariño y respeto»

Jose Antonio y Miguel fueron encerrados en las dependencias de la Dirección General de Seguridad para ser interrogados y, poco después, enviados a una celda de la cárcel Modelo de Madrid. Desde allí, en la madrugada del 5 al 6 de junio fueron trasladados a la prisión de Alicante por miedo a que se fugaran. En su nuevo destino se produjo el golpe de Estado, razón por la cual fueron juzgados por segunda vez por conspiración y rebelión militar, siendo condenados a la mencionada pena capital y a los treinta años de prisión, respectivamente, que fueron suprimidas al terminar la guerra.

Ambos hermano respondieron a dicha misiva cuatro días después, el 11 de marzo de 1959, con las siguientes palabras:

«Nuestro respetado general: Tanto Pilar como yo agradecemos en todo su valor vuestra carta, que viene a mostrarnos hasta qué punto guardáis un sincero y profundo cariño y respeto hacia la persona y la obra de nuestro hermano José Antonio. Levantada, como decís, la Basílica del Valle de los Caídos para acoger a los héroes y los mártires de nuestra cruzada, nos parece justo y nos honra vuestro designio de depositar en ella los restos mortales de nuestro hermano. Creemos también interpretar así el deseo de José Antonio de reposar junto a sus camaradas y que ese mismo es el sentir de Falange, que bajo la jefatura de V. E. tan leal sigue siendo a su memoria y a su idea. Desearíamos que el traslado desde el Monasterio del Escorial hasta la Basílica del Valle de los Caídos tuviera, lo más posible, carácter íntimo y recogido, como está efectuándose el de todos aquellos que, de ahora en adelante, han de acompañarle y compartir con él sufragios y honores. Reciba V. E. el respetuoso afecto de Miguel y Pilar Primo de Rivera».

El «cariño y respeto» y afecto al que se referían los hermanos del fundador de Falange, sin embargo, ha sido puesto en duda, incluso, por algunas personas del entorno del dictador. Por ejemplo, su ministro de Exteriores, Ramón Serrano Suñer, que escribía en sus memorias: «Respecto a José Antonio no será gran sorpresa decir, para los bien informados, que Franco no le tenía simpatía. Había en ello reciprocidad, pues tampoco José Antonio sentía estimación por Franco y más de una vez me había sentido yo mortificado, como amigo de ambos, por la naturaleza de sus críticas. Allí, en Salamanca, me tocaba sufrir la contrapartida. A Franco el culto a José Antonio, la aureola de su inteligencia y de su valor, le mortificaban».

Además, en 1957 se produjo un drástico cambio ministerial en el que Franco hizo salir a los falangistas de su Gobierno, colocando en su lugar a los tecnócratas, que se hicieron con el control de la Economía. Aún así, Franco siguió adelante con el traslado, aunque Franco puso una condición: que el transporte se realizara en furgón funerario. La Falange se negó e impuso que este fuera a hombros, al igual que había ocurrido en la marcha de 1939. Así, el 30 de marzo de 1959, dos días antes de que se inaugurase el monumento, miembros de la Vieja Guardia de dicho partido cargaron con el ataúd por turnos durante las cuatro horas que tardaron en realizar el recorrido.

Franco, a pesar de las ‘cariñosas’ cartas enviadas a Miguel y Pilar Primo de Rivera, no estuvo presente por temor a que los seguidores de José Antonio le abuchearan.

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