Café para La Pasionaria, jerez para José Antonio y whisky para Fleming: cóctel de anécdotas de Chicote
Retazos de historia de uno de los personajes más famosos de la España del siglo XX
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«Pasen, pasen. Bienvenidos. ¿Qué desean ustedes tomar? ¡Marchando...!». Acodados en la barra, con la copa en la mano, hace más de medio siglo quizá entablaríamos conversación con Perico Chicote, uno de los hombres que forjaron la historia de Madrid. Quienes lo conocieron personalmente lo describían como «castizo por devoción, piropeado y piropeador de los más conocidos personajes de los últimos cincuenta años, prudente contertulio en los más altos círculos políticos y sociales del país, creador de un fabuloso museo de bebidas que le dio fama universal, querido y homenajeado por todos, solterón empedernido quizá por culpa de un complejo de Edipo y con una eterna sonrisa como símbolo de la "belle époque" española».
+ infoQuizá mientras probáramos alguno de sus famosos cócteles nos llegaría a contar algo de su infancia, de cuando con solo ocho años ya trabajaba sirviendo tazas de té con aguardiente en el mercado de los Mostenses -«antes de ir a las nueve a la escuela ya había entregado la peseta o la peseta y pico a mi madre cada día.
Treinta pesetas al mes, que en aquella época en que mi padre había muerto tenían su importancia ayudando al jornal que obtenía mi madre asistiendo en algunas casas»-.
O de cómo repartió telegramas pedaleando por las calles de la capital -«era el repartidor número 85 y tenía fama de veloz. Entonces no soñaba más que en llegar a ser un corredor ciclista. Quizá por eso mi deporte favorito siempre fue la bicicleta»-. O de aquel año de 1916 en el que encontró empleo en el hotel Ritz, ayudando al barman a servir copas, y después en el ' Pidoux' de la Gran Vía, el bar americano de moda por entonces. De cómo se fue ganando su fama y de cómo abrió en 1931 muy cerca de allí su propio local, que después convirtió en museo.
+ infoSeguro que en la conversación surgiría su querido Real Madrid y quizá, conforme avanzara la noche, compartiría alguna anécdota de las vividas en la Segunda República, cuando los políticos de entonces visitaban con frecuencia su local. «Chicote conocía sus gustos al dedillo y muchos años después declararía las preferencias de su más distinguida clientela. "La Pasionaria" solo bebía café con leche; José Antonio era un asiduo catador del mejor jerez, y Ortega y Gasset intentaba tirar de la lengua al popular "barman", que todo lo escuchaba, pero nada decía», contaba J.M.O. en «Blanco y Negro».
+ infoLos años de la Guerra Civil llenaron su local de uniformes y de espías y tras la contienda, Chicote, avispado y siempre amable con el Poder, conoció su mayor éxito. Amoríos, grandes negocios, estraperlo, de todo se vio en su bar. Cuentan que de allí salieron los primeros frascos de penicilina que se usaron en España, debido a la amistad personal de Chicote con el doctor Fleming, «a quien emborraché más de una vez sin cobrarle un solo céntimo», contaba.
«Fue la persona que me dijo estas palabras: "Gracias, Chicote. Me encanta su Museo, porque es el único del mundo en que tomo asiento cómodamente y para colmo me ofrecen los 'whiskys' que quiero gratis". Y la única persona a quien he regalado una botella de mi Museo ha sido a Fleming, ya que le ilusionó mucho descubrir la misma marca de whisky que bebía cuando era estudiante en Oxford». Sofía Loren le pidió una de regalo -«Anda Chicolini, regálame una»- pero no la consiguió y Gregory Peck rompió la primera del museo por el tumulto que provocaron sus admiradoras.
+ infoDe lo que nunca habló fue de los Consejos de Ministros a los que asistió con su eterna sonrisa y su coctelera, o de las recepciones oficiales que le encargaron. Ni tampoco de los asuntos que escuchó en las Cortes, donde tenía la exclusiva del servicio. Veía, oía y callaba.
+ infoPor su museo de bebidas pasaron una decena de premios Nobel como el citado Fleming, Jacinto Benavente o Severo Ochoa, así como el Rey Humberto II de Italia, el asesinado Faysal de Irak, los reyes de Bulgaria, Hussein de Jordania, los príncipes de Mónaco, el emperador Akihito... Y actores y actrices mundialmente famosos del cine y el teatro. «Tantos, que por citar algunos -y que los demás no se ofendan- están Liz Taylor, Ava Gardner, Joan Crawford, Sofía Loren, Gina Lollobrígida, Bette Davis, Merle Oberon y qué sé yo. Y de actores, Laurence Olivier, Alec Guinness, Vittorio de Sica, Gary Cooper, Fredric March... Y así hasta el infinito, incluidos, claro está, la mayoría de las actrices y actores españoles», decía en 1963.
«Quien más bebía del mundo era Hemingway», apuntilló en su día este barman que bebía vino con sifón y aseguraba haberse emborrachado «muy pocas veces».
+ infoAseguraba que Aristóteles Onassis le ofreció 30 millones de pesetas por llevarse el local a una de sus islas, pero él ya había decidido donar a Madrid su colección de bebidas, la mayor del mundo. Aunque quizá una de las anécdotas más famosas sea ésta que el propio Chicote solía contar: «La de un sacerdote que entró una mañana en mi bar y pidió un vaso de leche. Un camarero le dijo que no se servía leche, pero yo le desmentí en el acto y le rogué que esperase un momento. Entonces preparé en una coctelera un poco más de medio vaso de leche, con discretos añadidos de kirsch, cognac y marrasquino. Cuando el buen padre dio el primer sorbo, exclamó con el mayor entusiasmo: "¡Dios mío! ¡Bendita vaca!"».
+ infoAlfredo Amestoy decía que «pocos personajes mundiales de la mitad del siglo XX que visitaron España dejaron de recibir en 'Chicote' "un agasajo postinero con la crema de la intelectualidad"».
«Propagandista del vino, ingenioso piropeador, gran contertulio, Chicote era feliz departiendo con los escritores que se reunían en su bar. Yo alcancé a verle bromear con Luis Antonio de Vega, con Obregón o con Serrano Anguita», recordaba el periodista, amigo de Chicote, para quien la fortuna de Pedro «consistió en dejar un buen sabor de boca y magníficos recuerdos».
«Decía Chicote que no hay que beber para olvidar sino para recordar», subrayó Amestoy en el centenario de su nacimiento. Falleció en la Navidad de 1977. Quería que le recordaran como un hombre «que alegró la vida durante su vida».
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