Argentina ganó por fin de verdad un Mundial, decía Ico Aguilar, ex jugador del Real Madrid, que tenía claro que en 1978 hubo situaciones políticas que llevaron a la albiceleste a la victoria. En México triunfó Maradona. En la final, los argentinos derrotaron por 3-2 a Alemania, pero fueron los goles de Diego Armando ante Inglaterra, en cuartos de final (2-1), y ante Bélgica (2-0) en semifinales, los que marcaron su liderazgo y le hicieron pasar a la historia.
Ante los ingleses hubo dos dianas para el recuerdo. La primera, aquella mano de dios que superó a Shilton por alto. El gol era ilegal, pero el árbitro y sus ayudantes no lo vieron. Maradona tenía que mejorar eso. debía marcar la diferencia por fútbol, no por trampa, y su segundo tanto ha sido, es y será para muchos, el mejor de la historia.
Maradona arrancó desde sesenta metros y realizó cinco regates en una carrera en diez segundos antes de doblegar a Shilton con un recorte y marcar el 2-0 casi sin ángulo.
En semifinales, otros dos certeros golpes del genio acabaron con los belgas. En la final, el talento de Diego y de Burruchaga pudo con la potencia alemana.
España brilló en México con el gol anulado a Míchel frente a Brasil, que debió significar el empate (perdimos 0-1) y con los cuatro goles de Butragueño en Querétaro a Dinamarca, 5-1. En cuartos de final volvió a faltarnos suerte. El empate a un gol con Bélgica nos llevó a los penaltis y Eloy falló el decisivo. Perdimos por 5-4. Nueva maldición. España, sin embargo, dejó buen fútbol y mejor sabor de boca.






