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La obra del género chico se llamaba «El año pasado por agua». Esta tarde ha sido, simplemente, el final, pasado por agua, de una serie casi ininterrumpida de corridas que comenzó el 30 de abril.
Hay que repetir la pregunta: ¿hasta cuándo continuará Las Ventas sin cubierta? Los que tenemos cierta edad estamos ya aburridos de oír hablar de lo difícil que es, de los problemas que plantea por ser monumento histórico-artístico... Con el desarrollo actual de las técnicas arquitectónicas, resulta cómico. No es de recibo que, muchas tardes, el viento ponga en peligro la vida de los diestros e impida su lucimiento. Tampoco lo es que los espectadores sigan pendientes de por dónde vienen las nubes, como en el siglo XVIII. ¿Verán otra cosa alguna vez nuestros hijos, nuestros nietos?
Concluye la Feria de modo peculiar: un cartel confeccionado para la segunda comparecencia de José Tomás del que, por su cornada, ha caído José Tomás. Por eso actúa Manolo Sánchez: para «ir por delante», sin molestar al mito. Y, por detrás, Talavnte, apoderado por la empresa. Esos absurdos se producen cuando se hace un cartel pensando sólo en una figura... que puede fallar.
Bastante suerte ha tenido la empresa con que El Juli haya aceptado tomar la sustitución. Normalmente, a ninguna figura le gusta sustituir a otro diestro. En este caso, además, sabiendo que no se lo van a agradecer, sino que se va a encontrar con la exigencia del sector más duro, por haber triunfado en Valencia, Sevilla y Barcelona. Con eso demuestra su responsabilidad de figura.
Hay dos toros buenos en la tarde, tercero y cuarto. Los otros, mansos y deslucidos. Manolo Sánchez está como era de esperar, en su actual situación. A El Juli le niega el presidente una oreja en su primero, no sé bien por qué. Talavante muestra sus progresos en el tercero pero mata mal.
El segundo toro es rebrincado, flojo de atrás, se duele y embiste a regañadientes. El Juli le saca todo lo que tiene, en una lidia impecable. Demuestra el momento de gran profesionalidad que vive: sin una duda, lo lleva a los terrenos que él elige y lo va haciendo, poco a poco. Todo funciona como un reloj, con una sensación de absoluta seguridad y lo mata de una gran estocada. La mayoría del público pide la oreja. ¿Por qué no se concede? Hacerse el puritano no es garantía de acierto.
El quinto toro es muy deslucido: el diestro se dobla con él y no se da coba. Esta vez, mata mal.
Talavante está mejor esta temporada. Su faena al tercero es desigual, intermitente, pero con muletazos buenos. Me gusta menos cuando hace el poste y da manoletinas; más, en los naturales, aunque se ayude demasiado con la espada. Esta vez logra una estocada pero falla con el descabello.
Manolo Sánchez, al final de su carrera, tira líneas en el primero y, en el cuarto, bueno, dibuja algún muletazo con la clase que siempre ha tenido: sólo eso.
¿Qué hacen los ingleses los domingos, si no tienen toros, decía El Gallo? ¿Qué haremos nosotros mañana? Nos espera Alicante, Barcelona (todavía), Pamplona, Valencia, Santander... La española «piel de toro».
El Juli, en un pase de pecho, hizo una buena faena al segundo toro, pero el palco le negó la oreja. BOTÁN